Exilio

Puigdemont y Comín: cronología de un distanciamiento

La polémica en torno a la gestión del Consejo de la República ha marcado un antes y un después entre los exiliados

Puigdemont y Comín, en la Eurocámara
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Bruselas / Barcelona"Esto ha terminado, los nuestros nos han sacrificado, al menos a mí". Este mensaje, de 31 de enero de 2018, probablemente representa el momento de unión más explícito entre el exconseller Toni Comín y el expresidente Carles Puigdemont, ambos exiliados a raíz del 1-O. Es el día en que el entonces presidente del Parlament, Roger Torrent, decidió suspender el pleno y descartar la investidura a distancia de Puigdemont, una jornada en la que, como expresa el mensaje, ambos dirigentes se sintieron aislados de los independentistas que se habían quedado en Catalunya. Desde entonces ha llovido mucho y, después de siete años en Bélgica, la relación entre Puigdemont y Comín se ha ido deteriorando, con muchos altibajos, hasta llegar a un punto de no retorno: la polémica en torno a la gestión económica del exconseller en el Consejo de la República ha marcado un antes y un después. Una polémica a la que esta semana se le ha sumado otra en forma de una denuncia en el Parlamento Europeo de un exasesor de Comín por acoso sexual, tal y como avanzó La Vanguardia.

Todo estalla cuando a principios de julio el gerente de la Casa de la República y encargado de las relaciones con el Consejo de la República, Sergi Miquel, decidió plantarse y denunciar que Comín se había llevado dinero de forma "injustificada" del organismo independentista. Es decir, para gastos personales y no para trabajos de representación. Un extremo que el exconseller de Salut en el exilio siempre ha negado, hasta el punto de que situó a Puigdemont en una disyuntiva: o Sergi Miquel o él. Entonces, el expresidente mantuvo la confianza con Miquel: se quedó trabajando para la Casa de la República, por lo que Comín dejó de ir al edificio de Waterloo, según informan fuentes cercanas a ambas entidades ya Junts. El enfado del exconseller aumentó aún más cuando Puigdemont cerró filas con el resto del Consell para reclamar una auditoría sobre su gestión. Una decisión que Comín consideró una "traición" de los miembros de la entidad, según fuentes conocedoras. Y, además, Miquel no dejó la junta de la Casa de República hasta finales del pasado año, meses más tarde de la polémica de los gastos de Comín, y todavía ahora colabora circunstancialmente.

Hay quien reprocha a Puigdemont que, ante esta situación, apoyara a Comín como cabeza de lista de las elecciones europeas de Junts el pasado junio. Una de las fuentes consultadas asegura que ya en otoño del 2023 se advirtió al expresidente de que había una sombra de sospecha en torno a la gestión de Comín en el Consell. Es decir, hay quien lamenta que Puigdemont no le haya apartado de sus responsabilidades, no sólo a la entidad independentista, sino también a Junts, de donde ahora es miembro de la permanente (la cúpula del partido) como eurodiputado electo.

De hecho, algunos exmiembros del Consell han asegurado públicamente que lo habían señalado antes. "En 2020 compartí mis sospechas de corrupción de los hermanos Comín con miembros del Consejo y de la Asamblea. [...] Hay mucha gente al caso de las prácticas de Toni [Comín] y de la Betona [Comín]. Y todos bien calladitos", pió este jueves la exdelegada de dudosa del dinero" de la entidad.

La noche electoral del 12 de mayo

Poco antes de las europeas, Comín ya había protagonizado otra polémica. Varias fuentes lo explican así: por la noche de las elecciones catalanas del 12 de mayo, Puigdemont pidió que nadie le molestara durante un rato. Cumpliendo órdenes, una asesora del grupo de Junts en el Parlamento Europeo cerró el paso al exconseller en el exilio cuando intentó entrar en el despacho del expresidente. Un gesto que enervó a Comín: según varios testigos presenciales, se discutieron y la trabajadora sufrió un acto de violencia física del exconseller, que la intentó apartar. Comín lo niega y el asistente europarlamentaria, a sueldo de Junts en la Eurocámara, ha declinado denunciarle. "Cosas de Toni", asegura uno de los consultados que soltó Puigdemont sobre la escena. Más adelante llegaron las elecciones europeas y los dos dirigentes en el exilio hicieron campaña electoral juntos y con aparente normalidad, pero algo ya se había roto.

Una relación de altibajos

Más allá de este último año, la relación entre Puigdemont y Comín ha tenido altibajos. "No ha habido un problema político [...]. Todo han sido problemas personales" que ha tenido el exconseller, asegura una fuente conocedora. En cualquier caso, sí hay un primer distanciamiento que tiene que ver con la estrategia del exilio: Comín intenta volver al Estado por la vía de la negociación, justo cuando pasaba por un momento personal complicado, apunta una de las fuentes consultadas. La propuesta pasa por que pudieran iniciar el regreso por una vía diferente a la jurídica europea que pilotaba Gonzalo Boye. En concreto, una reforma de la ley de enjuiciamiento criminal para que el juez instructor del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, interpretara la inmunidad de forma amplia y garantizar así que los eurodiputados -él y Puigdemont- pudieran regresar a España. Sin embargo, el expresidente no lo compró. Sea como fuere, tras el resultado de las elecciones españolas del 23 de julio Puigdemont y Comín sí se encuentran estratégicamente: cuando Junts tiene la clave de la presidencia de Pedro Sánchez y aparece la posibilidad de la amnistía.

En ese momento Comín vuelve a primera línea, porque hace valer su vínculo con el ahora eurodiputado de los comunes Jaume Asens para pulir la negociación con el PSOE y Sumar. Incluso logra una imagen clave para Puigdemont: la reunión del expresidente en el exilio con la vicepresidenta española, Yolanda Díaz, el primer reconocimiento después de años de aislamiento de la política española. Probablemente sea el último momento álgido de la sintonía entre los dos dirigentes en el exilio. Un exilio, por otra parte, protagonizado previamente por la rotura entre el propio Puigdemont y Clara Ponsatí, y aún antes por el propio Comín y el exconseller Lluís Puig, con quien se ha abierto un abismo a medida que han pasado los años.

El silencio de Puigdemont respecto a Comín durante los últimos meses es sintomático. El expresidente en ningún momento ha salido a defender la gestión del eurodiputado electo como vicepresidente del Consejo de la República. Tampoco ha apoyado la candidatura de Comín para sustituirle en la presidencia del ente, que ahora está en plena campaña electoral; ni se ha pronunciado sobre las acusaciones del cantante Josep Miquel Arenas, alias Valtònyc, que ha acusado a Comín "de haberse hecho transferencias personales a su cuenta" con dinero del Consejo de la República. "Recomiendo alejarle de cualquier organización", ya había tuiteado pocos días antes el exraper, que se mantiene fiel a Puigdemont. En un comunicado este domingo, la sindicatura del Consejo de la República detalló que no le consta oficialmente ninguna denuncia contra Comín que pueda interferir en su candidatura.

[Esta información ha sido ampliada el 10 de febrero de 2025 tras precisar con Toni Comín que propuso una reforma de la Ley de Enjuiciamiento Criminal durante el primer semestre de 2023]

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