El riesgo de un “empate catastrófico” entre Catalunya y España

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Pablo Iglesias y José María Lassalle en el acto celebrado ayer en el Centro  Cultural Blanquerna de Madrid.

MadridSi tenemos que guiarnos por el estado de ánimo de un eximio representante del liberalismo español como José María Lassalle y el de todo un ex vicepresidente del gobierno y todavía ideólogo de la izquierda a la izquierda del PSOE, Pablo Iglesias, la mesa de diálogo para resolver el conflicto catalán no tiene muchas posibilidades de éxito. Los dos expusieron sus puntos de vista ayer en un Centre Cultural Blanquerna, la sede de la Delegación de la Generalitat en Madrid, lleno hasta la bandera para asistir al pistoletazo de salida a diez sesiones sobre el conflicto entre Catalunya y España que se desplegarán durante seis meses.

Según dejó claro la delegada de la Generalitat, Ester Capella, las jornadas tienen que servir para “crear un clima social y político que acompañe a la negociación”. Y hacerlo no solo con actos como el de ayer sino produciendo pensamiento académico como el recogido en el volumen Catalunya-Espanya: del conflicte al diàleg i la negociació política (Catarata), del que ayer también se hizo la presentación en Madrid con nombres como el de Pere Almeda, Jordi Muñoz, Gemma Ubasart, Ignacio Molina y Mario Zubiaga.

Pero la atención estaba centrada en el diálogo entre Iglesias y Lassalle, un espectáculo que por instantes acerca a España al sueño de la democracia liberal capaz de acoger todo tipo de debates. El público, catalán pero también madrileño, lo seguía como si estuviera asistiendo a una obra de teatro o a una especie de Borgen hispánico, alejado del griterío que se ha apoderado del Congreso desde hace ya demasiado tiempo. Lassalle, sin rebajar un gramo su crítica al independentismo, afirmó que “la lógica de la democracia es neutralizar los conflictos, y no me puedo creer que la democracia española no pueda resolver el que plantea Catalunya”. El riesgo, dijo, utilizando un término del populismo sudamericano, es caer en un tipo de “empate catastrófico”. ¿Y por qué tendría que pasar esto? “Porque hay mucha gente que se siente muy cómoda con el conflicto”, afirmó con cara de preocupación y dejando claro su escepticismo sobre el futuro de la mesa.

Motivos para el pesimismo

Iglesias también compartía el pesimismo, pero por otros motivos. “Tengo muchas dudas sobre la voluntad del PSOE de construir una estructura diferente, y eso que Pedro Sánchez, por lo que le hicieron los poderes fácticos, era quizás la persona que estaba legitimada para hacerlo”, dijo recordando el abrazo de Sánchez y Felipe González en el congreso del PSOE en Valencia. “Veo mucha nostalgia en el PSOE, y si mantienen el sueño de volver a tener mayoría absoluta y llegar a pactos de estado con el PP no harán el papel que les corresponde en este contexto histórico”.

Iglesias, que se siente liberado desde que dejó la primera línea política, también lanzó críticas al independentismo. “No se puede negociar una solución solo con ERC, ellos y Junts se tienen que poner de acuerdo en la estrategia”, dijo. ¿Y por dónde pasa, a su entender, esta estrategia? “Tienen que asumir que es muy difícil derrotar a un Estado que en el enfrentamiento directo gana protagonismo. Y, por lo tanto, la solución pasa por asumir que se tiene que plantear como una disputa política”, sentenció el ex líder de Podemos. “Y la solución final no gustará a nadie”, advirtió.

Los dos ponentes eran escépticos con el diálogo, pero también con el momento político actual en España y en el mundo. “Veo resonancias de la República de Weimar en Europa ahora mismo”, dijo Iglesias. “Estoy de acuerdo contigo”, respondió Lassalle. “Los liberales estamos desbordados, estamos muy asustados”, admitió el que fue secretario de estado con Mariano Rajoy. Dos demócratas, de ideologías opuestas, preocupados por el futuro de la convivencia a escala internacional. No es una cosa que se vea cada día en la capital del Estado.

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