BarcelonaLa reivindicación de las "raíces cristianas" de Cataluña y de "el humanismo cristiano", así como la asistencia a numerosos actos y reuniones con miembros de la Iglesia. Con esta receta, Salvador Illa empezó su etapa como presidente de la Generalitat generando sintonía con la institución católica y, una vez que ya han pasado más de cien días de su gobierno, se constata que se ha traducido en un clima "muy positivo", según todas las fuentes consultadas. "El cambio se ha notado", dicen algunas voces del episcopado, que, si bien recalcan que durante el gobierno de Pedro Aragonés tenían buena relación con la dirección general de Asuntos Religiosos, la presencia de la religión en el discurso político y la esfera pública distaba mucho de la que hay ahora. claves del idilio con Illa?
El presidente tiene hilo directo con el cardenal arzobispo de Barcelona, Joan Josep Omella, al que conoce bien personalmente, y, de hecho, se llamaron después de la investidura. pandemia y cuando era ministro de Sanidad, incluso coincidieron en Queretes, en el Matarraña, de donde es originario Omella, y allí ya se pudo captar su buena relación. Fuentes del arzobispado recalcan en el ARA que entre ellos dos, así como entre la Generalitat y la institución, "la comunicación es plenamente fluida, abierta y sostenida en el tiempo". , apuntan que "la sensibilidad religiosa [de Isla] sólo se puede valorar de manera positiva". que existe una clara voluntad de "trabajar conjuntamente". celebrada en el monasterio de Poblet ya les hizo ver que la predisposición era buena. el acto del milenario de Montserrat el 7 de septiembre, pero no es la única coincidencia. También estuvo con la entrada del nuevo obispo coadjutor de la Seu d'Urgell y desde el episcopado de Lleida se destaca incluso otra "sorpresa agradable" que tuvieron con la asistencia de Isla el 29 de septiembre en la inauguración del nuevo órgano de la catedral. No lo esperaban. Fue y dirigió unas palabras. Pero lo que más se destaca es que el presidente "incluso hizo un cambio de agenda para poder venir", ya que tenía que ir a la Feria de Sant Miquel. Por otra parte, el obispo, Salvador Giménez Valls, y otros homólogos catalanes mantuvieron una reunión con la consejera de Cultura, Sònia Hernández, y todavía tiene que haber otra para tratar la preservación del patrimonio. Por eso, fuentes episcopales de Lleida concluyen que "se nota voluntad de mejorar relaciones y tener normalidad, y mucha voluntad de asistir a actos". Es decir, más "diálogo y mayor presencia". Presencia también en actos religiosos más allá de la misa de la Mercè en Barcelona.
Pese a las alabanzas con las que reciben el nuevo Govern, los obispados dejan claro que no quieren hacer "ningún posicionamiento político" ni valoración de la labor del Govern. En todo caso, fuentes eclesiales consultadas detallan que Isla tenía ya esa "sensibilidad" religiosa cuando era alcalde de la Roca del Vallès, donde asistía a los oficios religiosos y tenía sintonía con el clero. El mismo Isla ha defendido en numerosas ocasiones que el talante cristiano forma parte de su credo y su forma de hacer, desde una perspectiva abierta. Hasta recibió hace dos años un galardón de la Fundación Fernando de los Ríos, vinculada a Cristianos Socialistas del PSOE, un grupo con el que el presidente ha sintonizado.
Más complicidad
Una de las personas clave en la Iglesia catalana y con la que ha conversado Isla en varios actos es el arzobispo de Tarragona y presidente de la Conferencia Episcopal Tarraconense –que agrupa a los obispados catalanes–, Joan Planellas. El portavoz del episcopado tarraconense, Òscar Bardají, apunta que "el presidente Illa tiene interés en venir a Tarragona y hacer cosas con el arzobispado". Asimismo, subraya que "con el Gobierno hay buena predisposición a colaborar" y que "es positivo que sea consciente de la importancia de la religión católica en Cataluña" y que sea necesario colaborar en muchos ámbitos como el sanitario, escolar o el patrimonial.
Bardají destaca el "reconocimiento" del papel de la institución y los detalles como la asistencia del consejero de Justicia, Ramon Espadaler, con quien también se ha reunido Planellas, en el acto de beatificación en la Sagrada Família de dos mártires de la Guerra Civil. Una parte del clero incluso confía en que ahora los medios de comunicación públicos presten más atención a la Iglesia, que ahora consideran "sesgada" y focalizada en cuestiones negativas y no en la obra social.
Tras la investidura de Isla, quien felicitó al nuevo presidente fue el propio Planellas en una declaración a los medios en los que recalcó que es un ejercicio de normalidad democrática. Planellas es del sector más catalanista del clero, en un episcopado que varias fuentes eclesiales constatan que no es el de los años noventa en lo que a perspectiva nacional se refiere, o de hace una década, cuando se firmaban manifiestos de apoyo a las aspiraciones nacionales catalanas.
Visto bueno de las entidades
En las entidades cristianas de base y catalanistas, la aproximación de Isla a lo religioso también ha gustado. El presidente de la Liga Espiritual de la Virgen de Montserrat, Joan Maluquer, "celebra" que el presidente "asuma el hecho religioso y no se esconda", así como sostiene que lo hicieron Jordi Pujol, Artur Mas o el mismo Carles Puigdemont y Quim Torra, además del exvicepresidente Oriol Junqueras. "No se puede hacer omisión de las raíces cristianas de Catalunya, desvirtuar esto es tanto como si renunciáramos a la lengua", espeta. También recalca que la dirección general de Asuntos Religiosos "funcionaba bien con Pere Aragonès".
Por su parte, la portavoz del colectivo feminista católico Alcem la Veu, Noemí Ubach, asegura que "es muy positivo que haya un acercamiento al hecho religioso y que le visibilice" porque "es importante que tenga un rol en el esfera pública". Precisamente, apunta que la religión se vive "de forma comunitaria" y que una parte importante de la población es creyente.
Por el contrario, asociaciones laicistas como la Fundación Ferrer y Guardia apuestan por que no haya rastro de la religión en el espacio público y que la administración se mantenga al margen de forma militante.