Una semana para evitar la catástrofe del PSOE en Andalucía

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Pedro Sánchez con el candidato del PSOE a la presidencia de la Junta de Andalucía, Juan Espadas.

MadridLlegados al ecuador de la campaña de las andaluzas, el PSOE ha entrado en modo pánico. Nada de lo que ha pasado estos días parece remar a favor de la izquierda, sino al contrario. Los socialistas están obligados ahora a hacer un puro ejercicio de supervivencia.

En la Moncloa apenas ahora están empezando a ser conscientes de lo que está en juego en Andalucía. La hipótesis de una derrota de la izquierda ya hace tiempo que estaba sobre la mesa, pero siempre en términos de “derrota digna” o “dulce”, y en ningún caso de catástrofe electoral. Había una confianza ciega en la poderosa maquinaria del PSOE andaluz, pero los tiempos han cambiado. Los socialistas no llenan los actos, su candidato, el desconocido Juan Espadas, desaprovechó el debate electoral, y en cambio en el PP toda la estrategia está destinada a combatir la euforia que se respira en sus mítines. A pesar de que no se atreven a decirlo, los populares no descartan una mayoría absoluta alrededor de “Juanma”, el presidente serio y cuerdo que podría ser tu vecino de escalera.

Uno de los factores que no ayuda a movilizar la izquierda es la campaña plana de Macarena Olona. Hablemos claro: la izquierda había depositado en las astracanadas de Olona buena parte de sus esperanzas para convencer a sus electores de acudir a las urnas el próximo domingo. Ahora mismo, los resultados de Vox son una incógnita. Sobre el papel, Olona era una gran candidata. Pero ¿y si justamente su perfil radical y de paracaidista está desviando a los votantes que optaron por Abascal en las generales hacia la apuesta más segura que es Moreno Bonilla? Atención, porque el próximo domingo podríamos asistir al primer frenazo en el ascenso hasta ahora imparable de Vox. Y todo para jugar la carta de la candidata más que la de la marca de partido. Si esto pasa, Vox se verá obligado a un replanteamiento global de su estrategia. O al menos a adaptarla en cada territorio.

Sánchez no tiene más remedio que involucrarse a fondo esta semana si quiere evitar la catástrofe, con el riesgo de que él acabe saliendo salpicado. Pero es que es inevitable. Andalucía es demasiado grande para considerarla una excepción. Una derrota en su antiguo feudo se verá como la antesala de la llegada de la derecha a la Moncloa. En este escenario Sánchez puede optar por uno de sus tradicionales golpes de efecto en forma de remodelación del ejecutivo. Todo para evitar la sensación de final de etapa que impregnó el periodo 93-96 con Felipe González.

Una de las decisiones que tendrá que tomar es cómo trata a sus socios en esta última etapa, y en especial a Unidas Podemos y ERC. Se dice que las meteduras de pata están devaluando la figura de Gabriel Rufián, antes una estrella rutilante del firmamento independentista, pero quien verdaderamente lo está desgastando es el PSOE con sus incumplimientos, alimentando de pasada los argumentos de Junts. Y, para sobrevivir, Sánchez también necesita aliados fuertes.

La intervención de Carles Riera contra la nueva ley del catalán en la escuela hizo aplaudir efusivamente a los diputados de la CUP. Junto a los escaños cuperos están los de JxCat y la diputada Judit Guàrdia se dejó llevar por el momento, aplaudiendo convencida de lo que había estado escuchando, hasta que, con un pequeño golpe de codo, su compañero de partido Francesc Ten le recordó que el aplauso era contra ellos.

El detalle
  • La intervención de Carles Riera contra la nueva ley del catalán hizo aplaudir efusivamente a los diputados de la CUP. Junto a los escaños cuperos están los de JxCat y la diputada Judit Guàrdia, que se dejó llevar por el momento, aplaudiendo convencida de lo que había estado escuchando, hasta que, con un pequeño golpe de codo, su compañero de partido Francesc Ten le recordó que el aplauso era contra ellos.
  • El líder de Cs en Catalunya parecía (irónicamente) preocupado esta semana por la poca estima que tiene el 'president' de la Generalitat, Pere Aragonès, fuera de Catalunya. “¿A usted quién lo recibe?”, le preguntó durante la sesión de control. Aragonés, que hace poco visitó el Parlamento Europeo, decidió jugar un poco: “En mi visita me vinieron a pedir una foto unos estudiantes invitados por Ciutadans”.
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