El silencio de Puigdemont

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Carles Puigdemont en una sesión en el Parlamento Europeo en Estrasburgo (Francia).

Barcelona"Se sabrá todo". Tres palabras antes del silencio más absoluto. Las escribió Carles Puigdemont la semana pasada para advertir al PP de que en algún momento habrá que arrojar luz a las negociaciones que los de Alberto Núñez Feijóo quisieron abrir con Junts antes de su investidura. El momento todavía no ha llegado, pero ya ha hecho temblar al PP, que está viviendo un final de campaña horribilis en Galicia a partir de una de las meteduras de pata más severas (y no son pocas) que se le recuerdan a Alberto Núñez Feijóo. Pero, ¿por qué Junts enseñó la piedra para acabar no tirándola? Con el PP tambaleándose, los de Junts han preferido, de hecho, apuntar hacia el PSOE y dar un poco de aire a los populares.

Ni el domingo, ni el lunes ni tampoco este martes Junts ha comentado la propuesta de indulto condicionado que Feijóo reconoció que se había planteado para Puigdemont. Ni siquiera cuando Feijóo ha salido, dos días después de provocar el incendio, a decir lo contrario de lo que él mismo había reconocido antes, nadie de Junts lo ha aprovechado para darle el golpe de gracia. Es cierto que solo podrían hacerlo un número muy reducido de personas, que son las que controlan toda la información de las negociaciones de la amnistía: Puigdemont y a quien Puigdemont se lo haya explicado. El apagón informativo dentro de Junts –también en cuanto a los miembros de la ejecutiva– es de los que hacen historia.

Lejos de ser el socio estable que el gobierno español buscaba, los de Junts han vuelto a exhibir una estrategia con la que ya flirtearon hace unos meses. A diferencia de ERC, presumen de estar dispuestos a hablar tanto con el PSOE como con el PP porque solo importa lo que sacan a cambio. El portavoz de Junts, Josep Rius, lo resumía diciendo que tienen "las manos libres" para negociar con quien quieran. Incluso Puigdemont se permitió lanzar otra amenaza al PSOE cuando en noviembre le dijo al líder del PP Europeo que no descartaba sumar sus votos a una moción de censura contra Pedro Sánchez si las negociaciones no avanzaban.

Hay, sin embargo, dos cosas que Junts obvia con esta declaración de intenciones. La primera, que la diferencia entre hablar con el PSOE y hablar con el PP es que los populares no solo no están dispuestos a aceptar la amnistía, sino que llevan meses siguiendo una furibunda campaña en contra de la medida. También son los principales responsables de engrosar el relato sobre la trama rusa y de apuntar directamente a los supuestos vínculos entre Vladimir Putin y Carles Puigdemont. ¿Qué negociarían con el PP? ¿Que Feijóo desactivara esta operación de desprestigio? La segunda, que cualquier acercamiento al PP significa, de facto, un acercamiento a Vox. ¿Qué sentido tendría si, además, tampoco conseguirían la amnistía?

El miedo como arma de negociación

En cualquier caso, el silencio de Junts funciona. En el PP hay nervios desde que leyeron la carta que Puigdemont envió a los eurodiputados negando vinculación alguna con Putin (la del "se sabrá todo") y en el PSOE entienden que todo ello también forma parte de la negociación de la amnistía, en que todavía hay un pulso abierto para saber quién terminará cediendo antes. Incluso el BNG debe de haberse quedado con la miel en los labios, esperando que Junts rompa el silencio para acabar de dinamitar la campaña de su gran rival en la Xunta. "Si callamos, seguiremos guardándonos un as en la manga", dice una fuente de Junts. El miedo no ayuda a generar complicidades, pero es una de las armas más efectivas en una negociación.

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