Turismo

¿Ha llegado la hora de poner límites al turismo?

Proliferan las acciones en diversas ciudades para intentar restringir el impacto de los visitantes

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Un grupo de turistas visitando el Park Güell, un espacio donde ha sido necesario limitar la asistencia para evitar la masificación.

BarcelonaEn verano de 2014, la fotografía de tres turistas italianos paseando desnudos por la Barceloneta agotó la paciencia de los vecinos y dio pie a las primeras grandes movilizaciones contra la masificación turística en Barcelona. Aquella chispa hizo aflorar un malestar que llevaba tiempo incubándose en la ciudad y dio paso a un debate sobre la limitación del turismo que hoy, una década más tarde, retoma con fuerza en todo el mundo. Venecia, Canarias, Barcelona y Binibéquer Viejo, por poner sólo cuatro ejemplos, han sido noticia esta semana por cuestiones ligadas a la masificación. La recuperación de las cifras del turismo tras el paréntesis de la pandemia ha hecho resucitar un debate global: la necesidad de poner límites.

Turistes i despesa total per comunitats

Este planteamiento, que no hace mucho se acotaba a movimientos ecologistas o vecinales, se ha abierto ahora hasta el punto de que la propia patronal Exceltur ha admitido que el turismo ha tocado techo. Algunas cifras acreditan que el sector -que representa el 12% del PIB catalán- vive un momento dulce. España superó en el 2023 el récord de visitantes que había alcanzado en el 2019. Y en cuanto a Cataluña, el año pasado pisaron Barcelona más cruceristas que nunca y este año el número de pasajeros en el aeropuerto de El Prat se encamina hacia el récord. Y esto se ha hecho visible en las calles de la ciudad, y también en el mercado: hace meses que el precio medio de una habitación de hotel en Barcelona encadena récords. En junio del pasado año, dormir en la capital catalana costaba de media 173 euros, según un estudio de las consultoras STR y Cushman & Wakefield.

Passatgers a l’aeroport del Prat
Creueristes al port de Barcelona

La otra cara de la moneda son las consecuencias negativas que entraña este nivel de visitantes y que las entidades que en 2018 fundaron la red SET de ciudades europeas contra la turistificación resumieron así: reducción del derecho a la vivienda; encarecimiento y transformación del comercio local; masificación de calles y plazas; saturación de la red pública de transporte; y precarización de las condiciones laborales en unas ciudades especializadas en el sector turístico. Un cóctel que puede llevar al límite un territorio, como se ha podido ver recientemente en las históricas manifestaciones de Canarias.

Països de procedència dels turistes estrangers

Coraima Niz es la promotora de la plataforma Canarias tiene un límite en Barcelona y lamenta que las islas se han convertido en un sitio "inhabitable" para los canarios por culpa del turismo. "Somos dos millones y venden 14 millones de personas al año, es una locura", apunta. A pesar de la marea ciudadana de los últimos días, destaca que todavía existe un punto de “miedo”. "Se nos ha hecho creer que no se puede vivir de otra cosa que no sea el turismo", opina.

Percepció de la ciutadania
Opinió dels barcelonins sobre l'impacte del turisme, en percentatge

Guillem Colom Montero es profesor de Estudios Hispánicos en la Universidad de Glasgow, donde investiga las relaciones entre turismo y cultura. Explica que en los últimos años la opinión pública está cambiando y que, si hasta ahora el turismo era visto mayoritariamente como un aspecto positivo asociado a los beneficios económicos, ahora, “sobre todo en Europa, existe un giro hacia considerar las implicaciones del turismo sobre los residentes”. Lo corrobora la encuesta sobre la percepción turística en la ciudad que publica anualmente el Ayuntamiento de Barcelona. En 2016 por primera vez fueron más los barceloneses que apostaban por limitar el turismo que los que creían que había que fomentarlo. Desde entonces, la distancia no ha parado de crecer.

Uno de los factores clave en este cambio de opinión, apunta Colom, es el del impacto que el sector tiene sobre el encarecimiento de la vivienda, que considera "definitoria". “Si a esto le añadimos la impresión de que los beneficios que reporta acaban en manos foráneas y que la ocupación es muy a menudo precaria, se puede entender que en algunos casos se haya pasado de la bienvenida hacia la animadversión”, opina. El profesor de la Universidad Abierta de Cataluña (UOC) Lluís Garay avisa de que no se puede "acusar al turismo de todos los males de la ciudad actual", pero admite que el problema es que se ha convertido casi en la única apuesta económica .

Evolució del salari mitjà dels residents a Barcelona
En euros bruts anuals

Ante este escenario, Exceltur y el ministro de Industria del gobierno español, Jordi Hereu, hablan ahora abiertamente de limitar el turismo. ¿Pero cómo? Garay sostiene que, “más que limitarlo, que es difícil o improbable, lo que hay que hacer es planificar y gestionar”, pero admite que hay casos en los que hace falta un decrecimiento de la actividad. El catedrático de economía Oriol Amat avisa de que no se puede prescindir del turismo porque para crear bienestar es necesaria actividad económica. “El turismo es una industria tremendamente discutida, pero no discutible”, remacha la directora general de Turismo de la Generalitat, Marta Domènech, que subraya que Catalunya lleva tiempo abierto el debate y que ha tomado medidas como el Compromiso Nacional por un Turismo Responsable.

Com es gasta la taxa turística a Barcelona
Projectes 2012-2023, en percentatge

La efectividad de la tasa turística

Una de las medidas que reclaman ahora los manifestantes de Canarias es la creación de una tasa turística que en Cataluña ya hace años que existe ya la que, desde el 2021, en el caso de Barcelona, ​​se añadió un recargo para compensar algunas de las externalidades negativas del turismo. Sin embargo, los expertos dudan de su eficacia en lo que se refiere a la lucha contra la masificación. “Nadie dejará de venir a Barcelona o Canarias para que tenga que pagar dos o tres euros”, opina el antropólogo y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) José Mansilla. Él ha puesto en circulación el término turistrofia, con el que quiere alertar del riesgo de que zonas de la ciudad queden “completamente tragadas” por el turismo. "Si no se ponen medios y políticas públicas esto acabará pasando", avisa. Por eso defiende apostar decididamente por el decrecimiento ––reduciendo, por ejemplo, las camas turísticas disponibles en la ciudad y profundizando en medidas que ya se han iniciado en Barcelona como la prohibición de abrir nuevos establecimientos o la reducción de pisos turísticos– y por dejar de hacer promoción y "no estar presentes en todas las ferias". Garay también sitúa "reducir o seleccionar las acciones de promoción" como una de las opciones para reducir la presión turística. En uno artículo en el ARA, el economista, doctorado por el MIT y profesor investigador en la Barcelona Graduate School of Economics (GSE) Jordi Galí apostaba también por cambiar el modelo favoreciendo la creación de puestos de trabajo.

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