Los afectados por el incendio de Badalona piden soluciones: “Puesto que no nos dais papeles, dejadnos vivir aquí”

A 40 les expulsan de albergues municipales y también está la amenaza de desahucio de una nave donde viven unos 90

Germán Aranda
3 min
Una treintena de ocupantes se han manifestado ante las oficinas de vivienda de Badalona.

BadalonaSe han buscado las maderas, los tornillos y los materiales para construir habitaciones precarias dentro de la nave industrial de la calle Progrés de Badalona, donde se desplazaron después de que hace ahora seis meses se quemara la anterior nave donde vivían, en un incendio donde murieron cuatro personas. Colchones, bombonas conectadas a pequeños fogones, televisiones y ventiladores que enseñan al ARA les dan la dignidad precaria y la autonomía que les es imposible conseguir en el mercado de vivienda, puesto que no tienen papeles ni suficientes ingresos y, cuando los tienen, “nadie quiere alquilar un piso a un negro”, denuncia Seydou durante la mañana en la concentración ante la Oficina de Vivienda de Badalona.

Seis meses después de perder la nave que les servía de hogar, las decenas de personas que salieron, la mayoría hombres subsaharianos, siguen sin ver claro el futuro y casi no tienen presente. Pronto llegarán nuevos ocupantes a una nave que está bastante al límite, donde ya viven unos 90, porque el Ayuntamiento comunicó el pasado viernes a 40 de los 89 realojados en albergues de Barcelona que les dejaba de pagar la alternativa, que ya les ha costado 600.000 euros, apuntan fuentes del consistorio.

Por todo esto, una treintena de ocupantes se han manifestado este lunes ante las oficinas de vivienda de Badalona, para conseguir informes de vulnerabilidad que les permitan acceder a alguna vivienda social o que como mínimo no les echen de la nave que ocupan, puesto que el juez ha emitido una orden de desalojo para el 22 de julio. “Puesto que no nos dais papeles, como mínimo ¡dejadnos vivir aquí!”, gritaba Sidiki.

Interior de la nave industrial de la calle Progrés de Badalona.

En la nave no se les ha dejado hasta ahora empadronarse, al mismo tiempo que los servicios sociales no les han concedido el informe de vulnerabilidad que les podría servir para encontrar una alternativa. Sin papeles, algunos con los documentos quemados en la nave, sin casi trabajo más allá de los siete euros al día que calculan que pueden ganar recogiendo chatarra, las opciones de vida se les van estrechando y tocarán fondo si les echan de la nave.

“¿El futuro? No veo nada. Si no hay trabajo, no hay futuro, pero intento estar tranquilo”, dice Youssafa, que llegó hace 17 años a Badalona pero que perdió los papeles con el divorcio, cómo ha pasado a otros ocupantes. “Solo quiero un techo donde dormir, para poder buscar trabajo y volver a empezar”, dice en la línea del resto de manifestantes y ocupantes de la nave.

Momentos de tensión

Un informe de vulnerabilidad y un padrón es lo que necesitan para dar continuidad a sus demandas, pero están hartos. “Listas, listas y más listas, ¡no sé en cuántas estoy ya! Lo que quiero es que me dejéis al menos vivir aquí!”, gritaba Sidiki con el altavoz ante la oficina, donde se han producido algunos momentos de tensión con los agentes de la Guardia Urbana, que no han ido a más. Todavía más enfadado estaba John, que se dirige directamente al alcalde: “¿Por qué no me envías directamente a mi país? ¡Si es que no nos queréis vivos aquí!” “Se quemaron mis hermanos ante mi cara”, recuerda, afectado todavía por el incendio del cual surgió el colectivo Almas Quemadas para pedir unas soluciones habitacionales que no llegan en ninguna parte.

Entre la treintena de manifestantes, solo había uno del grupo de los que tendrán que salir de los albergues, puesto que el resto estaban recogiendo sus cosas o bien no tenían dinero para el billete del metro. Era Moustapha, camerunés, que tan pronto recibió la notificación se mudó directamente a la nave de la calle Progrés. “He hecho cursos de mantenimiento, de hostelería, de electricidad, ya tengo más conocimientos que muchos trabajadores de aquí, pero si no me dan los papeles no sirve de nada. En este país no se dan oportunidades”, dice enfadado. “Mira cómo nos vemos obligados a vivir en esta nave, llena de ratas, ¡y esto es Europa!”, añade.

La treintena de manifestantes.

Los papeles y el trabajo son la solución que la gran mayoría, jóvenes y fuertes, ven a sus problemas, pero la situación económica no les hace ser optimistas: ahora todavía les cuesta más encontrar trabajos sin contrato. Dandang todavía recuerda que se imaginaba un futuro muy diferente cuando estaba esperando en Castillejos, ciudad marroquí, donde en 2017 se pasó siete días esperando que llegara suficiente gente para saltar la valla de Ceuta. “Éramos 300, pero solo la pasamos 81. Los otros 219 se quedaron en Marruecos”, recuerda. Llegó a Madrid y acabó en Barcelona, donde vivió primero en un albergue de una ONG y después en la nave de la calle Progrés donde ya hace tres años que está, mucho antes que llegaran los desplazados por el incendio de El Gorg.

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