Cuando la alegría de la vacuna se interrumpe con un brote

Algunas residencias han detectado positivos en los centros después de recibir la primera dosis o la segunda

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01. Una de las usuarias del hospital sociosanitario de Lloret de Mar recibiendo la vacuna del covid . 02. Espacio del mismo centro de Lloret donde se hacen las visitas.

Girona"Tras una maratón muy larga y muy dura, hemos tropezado de bruces en el suelo justo cuando estábamos muy cerca de la meta". Es la metáfora que utiliza el gerente de la residencia Les Forques de Vilafant (Girona), Israel Ruiz, para definir cómo se han sentido los centros que han sufrido un brote justo antes de la vacuna o cuando acababan de recibir la primera o la segunda inyección.

La residencia altoampurdanesa había conseguido cerrar el paso al virus y en toda la pandemia no había registrado ningún positivo. Y el 5 de enero, por fin, tenían fecha para recibir la primera dosis de la esperadísima vacuna. Pero seis días antes, el 30 de diciembre, sus planes se rasgaron: un trabajador dió positivo en el cribado rutinario semanal. “Activamos el protocolo: separamos los positivos, hicimos sectorizar el centro, separamos los vestuarios, las partidas...", recuerda Ruiz, que continúa relatando cómo, a pesar de las medidas, en el segundo cribado dieron positivo casi todos los residentes (61) y un total de 32 trabajadores. "Se esparció muy rápido, no sirvieron de nada ninguna de las medidas y de los protocolos que aplicamos, ni toda la inversión que habíamos hecho en el centro para separar espacios, comprar medidores de CO2, EPIs ...". "Sientes tanta impotencia", admite.

Desde el departamento de Salut le comunicaron que la estadística marcaba que un 20% de los usuarios no superaría la enfermedad. "Piensas que, como has hecho las cosas siguiendo el protocolo, estarás en la franja de abajo, nunca esperas llegar a estos niveles. Pero sí, efectivamente, el 20% (16) murieron, y eso es muy difícil de superar física y psicológicamente ", lamenta.

Debido al brote se tuvo que retrasar la vacunación, hasta que los usuarios superaron la enfermedad y una prueba serológica certificó que tenían anticuerpos. Con el visto bueno de Salut en las manos, el día 27 residentes y trabajadores recibieron la primera dosis y la semana del 15 de febrero les inyectarán la segunda. "La única suerte que tuvimos es que el personal del CAP estuvo muy pendiente: venían los siete días de la semana y, si alguna persona empeoraba, la derivaban rápido al hospital. Y también el coordinador de residencias, Xavier Arrebola, nos acompañó y ayudó mucho", destaca ahora con un poco más de tranquilidad.

Unos kilómetros más al sur, en la Selva, el hospital sociosanitario de Lloret de Mar también sufrió un brote en enero, en su caso, diez días después de recibir la primera inyección. El día 24 una profesional dio positivo y a un paciente lo trasladaron porque presentaba una sintomatología compatible con el covid. "El protocolo marca que se aislarán los usuarios con los que haya tenido contacto el trabajador positivo 72 horas antes, y la trabajadora hacía cuatro días que no venía. Pero, al ver que el mismo día un paciente empeoraba, preferimos activar el protocolo por precaución", señala la jefa de enfermería del centro, Ester Garcia. Después de los cribados, salieron un total de 9 pacientes positivos, de los sesenta que hay, y una trabajadora contagiada de 75. "La clave para que no se extendiera fue que actuamos muy rápido, incluso antes de lo que decía el protocolo. No tiene nada que ver con hace un año, ahora tienes experiencia y conocimientos", destaca García, que ayer pudo celebrar que recibieron la segunda dosis.

Una de las usuarias del centro de Lloret recibiendo la vacuna del covid

Cerca de la inmunidad

Una situación similar a la de Lloret la vivieron en la residencia Serafí Casanovas de Sort (Pallars Sobirà), que detectó un brote el 23 de enero, tres días después de inyectar la segunda dosis a la mayoría de sus trabajadores y residentes. "Hasta tres semanas después de la inyección, la vacuna no es eficaz", recuerda el médico y director de la Atención Primaria del Pallars Sobirà, Miquel Bretcha. El brote comenzó cuando una residente, que hacía poco que había ingresado con una PCR negativa, dio positivo tras una visita médica en que vieron que tenía el pecho cargado. "Le hicimos la prueba por si acaso y, tras el resultado, la hicimos aislar a ella ya los diez residentes con quien había tenido contacto", añade Bretcha, que concreta el número de afectados: "Dieron positivos ocho residentes más, en total nueve de 27 y tres trabajadores".

La nueva residente no se había vacunado porque llegó más tarde, pero los otros ocho contagiados sí habían recibido las dos dosis que marca la farmacéutica. Todos ellos han pasado la enfermedad de forma leve y solo dos han presentado problemas, pero relacionados con las patologías que sufrían y no con el covid, según el médico. "Dicen que la primera dosis ya te da inmunidad y que con la segunda la refuerzas. Pero no podemos saber si han pasado una enfermedad leve gracias a la vacuna, todavía es demasiado temprano para poderlo afirmar", subraya Bretcha, que, a pesar de la esperanza que da la llegada de las vacunas, pide a la ciudadanía que continúe protegiendo a los mayores: "Debemos tener mucho cuidado, y continuar con la mascarilla, la distancia y el lavado de manos".

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