Día Mundial contra el Cáncer de Mama

Dos años esperando la reconstrucción de un pecho

Solo uno de cada cuatro hospitales públicos puede ofrecer todo el abanico de técnicas a las pacientes que han sufrido cáncer de mama

Mila Fernández espera en una litera este lunes al Hosptial de Terrassa antes de entrar en  quirófano
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TerrassaEstirada en una camilla y con las manos entrelazadas sobre el abdomen, Mila Fernández, de 51 años, no podía disimular este lunes su angustia y su alegría. Aunque parezca mentira, ambos sentimientos le asaltaban de igual manera. La enfermera hacía los últimos preparativos y la anestesista, las últimas preguntas, antes de conducirla a un quirófano del Hospital de Terrassa. “Así podré cerrar por fin el círculo”, suspiraba Mila. Un círculo que ha durado ni más ni menos que “cuatro años con sus días y sus noches”, como dice ella. Una eternidad. Ese es el tiempo que ha estado en lista de espera para que la sometan a una operación de reconstrucción de mama tras sufrir un cáncer.

Este martes se conmemora el Día Mundial contra el Cáncer de Mama y todo el mundo se pone el lacito rosa y se llena la boca con la necesidad de combatir esta enfermedad. Pero en la práctica muchas mujeres que la han sufrido se sienten olvidadas y menospreciadas por la administración una vez ya han superado lo peor: tienen que esperar meses o incluso años para que les reconstruyan el pecho tras quedar mutiladas. En algunos hospitales públicos catalanes el tiempo de espera es directamente vergonzoso.

A Mila le diagnosticaron el cáncer de mama en enero de 2016, pero no la operaron hasta septiembre de ese año tras someterse a quimioterapia para que el tamaño del tumor disminuyera. Le hicieron lo que se llama una mastectomía radical, o sea, le cortaron entero el pecho izquierdo. Y le abrieron también la axila para extraerle una veintena de ganglios y así evitar una posible expansión del cáncer al resto del cuerpo.

Tras la intervención quirúrgica, tuvo que hacer 25 sesiones de radioterapia e inyectarse cada tres semanas un fármaco, el trastuzumab, “una especie de quimio encubierta”, afirma ella. Acabó el tratamiento en julio de 2017 y fue entonces cuando la incluyeron en la lista de espera para que le reconstruyeran la mama. Tiene un documento oficial del Hospital de Sant Pau de Barcelona –que es donde la trataron contra el cáncer– que así lo certifica. Porque eso es otra cosa: los hospitales públicos no incluyen en sus listas de espera a este tipo de pacientes hasta que no han acabado el tratamiento y pueden ser intervenidas quirúrgicamente. Aunque la operación de reconstrucción nunca se lleve a cabo de manera inmediata y la espera se alargue durante meses o años.

Llevar una prótesis en el sujetador

Durante los cuatro años que Mila ha tenido que esperar, ha simulado que tenía pecho con una prótesis de silicona. “Te tienes que comprar un sujetador especial con una especie de bolsillito para ponértela”, describe. Vestida y a simple vista parece un pecho normal, asegura, pero, claro, la procesión va por dentro. “No me puedo poner ropa interior bonita, ni llevar escote. Son pequeñas cosas, pero van sumando. Yo, la verdad, no puedo hablar de esto sin acabar llorando”.

Llorando es también como Mila acababa siempre cuando tenía consulta con la cirujana, porque nunca nunca le daba fecha para la operación deseada. De hecho, admite, su vida llegó a girar alrededor de eso: “No me iba de vacaciones por si me llamaban para operarme”. Y hasta presentó dos reclamaciones contra el hospital de Sant Pau, la última el pasado 5 de febrero, cuando ya hacía tres años y siete meses que estaba en lista de espera. El hospital le contestó lo siguiente el 23 de abril: “Actualmente no podemos predecir una fecha concreta de su intervención […]. En estos momentos, la lista de espera del procedimiento que usted precisa sigue siendo más amplia de lo que desearíamos y, necesariamente, hemos de priorizar los pacientes más graves para los que la espera en ser intervenidos puede representar un riesgo vital”.

Mila Fernández a punto de ser intervenida en el Hospital de Terrassa

Y sí, es cierto, su operación no era de vida o muerte pero la iba minando por dentro. A ella y a muchas otras pacientes que siguen en lista de espera. De hecho, la Sociedad Catalana de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SCCPRE) hizo un estudio en julio entre los hospitales públicos que tienen servicio de cirugía plástica que puso en evidencia que las pacientes a las que no se les puede reconstruir la mama de forma inmediata en la misma operación en la que se les extirpa el tumor suelen caer en un pozo sin fondo: una de cada tres tiene que esperar una media de uno a dos años, o incluso más, para poder someterse a una intervención de reconstrucción. Con todo lo que eso supone.

“Un tiempo de espera tan grande no es aceptable. La reconstrucción mamaria tendría que estar dentro del tratamiento oncológico por la implicación emocional que comporta”, afirma el presidente de la SCCPRE, el doctor Josep Prat. La SCCPRE ha solicitado formalmente al departamento de Salud que incluya este tipo de intervenciones en el grupo de operaciones prioritarias cuyo tiempo de espera no puede superar el medio año, como ocurre con las cataratas o con las prótesis de cadera.

De hecho, en abril de 2019 la entonces consellera de Salud, Alba Vergés, ya anunció que estaban trabajando en la elaboración de un nuevo decreto para garantizar las reconstrucciones mamarias en seis meses, recuerda el doctor Prat. Pero después llegó la pandemia y las buenas intenciones cayeron en saco roto. Este lunes el departamento de Salud repetía la misma canción: que siguen “trabajando” con ese objetivo. Pero de momento, sin ningún resultado.

Y no solo eso. El estudio de la SCCPRE también constata que solo uno de cada cuatro hospitales públicos de Catalunya puede ofrecer todas las técnicas de reconstrucción mamaria, como la que le han aplicado a la Mila en el Hospital de Terrassa: le han reconstruido la mama a partir de tejido que le han extraído de su propio abdomen. Pero es que otras técnicas muchísimo más sencillas tampoco están disponibles en todos los centros, como la micropigmentación de la areola del pezón, que se trata de una especie de tatuaje que simula el pezón. Cuando se hace una mastectomía radical, la reconstrucción se lleva a cabo en al menos tres intervenciones: primero la mama, después la protuberancia del pezón y por último la areola.

No hay equidad de tratamiento

“No hay equidad, no se ofrece el mismo tratamiento en todos los hospitales públicos”, lamenta el doctor Prat. En otras palabras, es una pura lotería: tener acceso a un determinado tratamiento o esperar más o menos en la lista de espera depende simplemente del lugar de residencia. Mila esperó tres años y medio para ser operada en el Hospital de Sant Pau. En cambio en el Hospital de Terrassa la han intervenido en tan solo seis meses.

Más ejemplos. A Esther –que tiene 46 años pero prefiere no detallar su apellido– le hicieron una mastectomía en el Hospital de la Vall d’Hebron en 2015 y le dieron una lista de tres tatuadoras privadas para que fuera a hacerse la areola del pezón. Costeándoselo de su bolsillo, por supuesto. Fue en el 2016 y en el 2019, porque la pigmentación solo dura unos años. En cambio a Vanesa Subirón, de 41 años, se lo han hecho en un hospital público pero ha tenido que pasar un calvario. Le bailan las fechas porque han sido demasiadas cosas: solo recuerda que en el 2016 le diagnosticaron un cáncer de mama, que estuvo un año y medio sin pecho y que ha pasado por tres operaciones que no desearía a nadie.

Vanesa Subirón ha tenido que pasar un calvario para la reconstrucción del pecho

En la primera le hicieron una mastectomía radical de la mama izquierda; en la segunda le pusieron un expansor, es decir una especie de bolsa que le iban llenando con suero cada mes para que la piel del pecho mutilado fuera dando; y en la tercera le colocaron una prótesis. En octubre del 2020 le reconstruyeron el pezón y el pasado mes de septiembre, es decir casi un año después, le hicieron la micro pigmentación de la aureola. “Cuando lo vi, me puse a llorar”, confiesa. No podía creer que por fin pudiera pasar página y olvidar el cáncer que casi le costó la vida.

El departamento de Salud ha difundido este lunes una nota de prensa en que destaca que once hospitales públicos hacen la micropigmentación de la areola. Pero no precisa cuántos hospitales públicos tendrían que hacerla –según el estudio realizado por la SCCPRE, en Catalunya hay al menos 28 hospitales públicos con servicio de cirugía plástica– ni el tiempo de espera.

Mila dice que necesita pastillas para dormir desde que le diagnosticaron el cáncer. No sabe si después de la operación de este lunes podrá conciliar el sueño, pero espera que ninguna otra mujer tenga que pasar por lo que ella ha sufrido. Y que los lacitos de color rosa no sean solo simbólicos.  

 

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