Barcelona complicará el derrocamiento de edificios para proteger el patrimonio

Una medida obligará a obtener una licencia antes de poder derribar ninguna construcción de la ciudad

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Las casetas de la calle Encarnació de Gràcia, que estuvieron a punto de ser derrocadas

BarcelonaEn Barcelona hay un Catálogo de Patrimonio que determina qué construcciones están protegidas. Cualquier edificación que no aparezca en el catálogo puede ser derribada. Solo hay que derrocarla y, después, enviar un comunicado al Ayuntamiento para que tenga constancia. Esta manera de funcionar agiliza los escombros y favorece las nuevas construcciones, sin embargo, de vez en cuando, hace que se derroque alguna construcción no protegida pero que disfruta de un gran valor de barrio. La tinenta de alcaldía de Ecología, Urbanismo , Infraestructuras y Movilidad, Janet Sanz, ha sido gráfica y ha dicho que por culpa de este sistema "de vez en cuando nos tenemos que llevar las manos a la cabeza", después de ver que una masía o un determinado mosaico se han convertido en escombro.

Para evitarlo, Sanz ha presentado este miércoles una nueva medida, que se votará en el pleno del 29 de abril, y que quiere poner trabas a los escombros. A partir de la entrada en vigor de la modificación, en vez de enviar un comunicado para derrocar un edificio habrá que pedir una licencia y aportar un informe sobre el posible valor patrimonial de la construcción. De alguna manera, se considerará que toda la ciudad puede tener un valor patrimonial y se analizará cada caso antes de autorizar el derrocamiento. Para tener suficientes manos para revisar las nuevas peticiones, el Ayuntamiento creará un nuevo equipo técnico. La medida bebe de una propuesta que se aprobó por unanimidad en una comisión de urbanismo el julio del año pasado a partir de una propuesta de ERC. "Tenemos una ciudad apreciada internacionalmente entre otras cosas por su patrimonio", ha recordado Sanz, que ha culpado a "la especulación y la gentrificación" de esta destrucción patrimonial. En los casos donde el Ayuntamiento no dé la licencia, el privado no podrá derrocar nada y tendrá que rehabilitar el edificio si lo quiere renovar. Esta apuesta por la rehabilitación en vez del escombro y la nueva construcción es, según ha insistido Sanz, otra manera de luchar contra la emergencia climática. El Ayuntamiento destinará 7,5 millones de euros para tirar adelante la medida, entre los recursos dedicados al nuevo equipo y ayudas a la rehabilitación.

Paralelamente, también se ampliará el catálogo, incluyendo construcciones que hasta ahora quedaban fuera. "Ahora queremos incorporar, más allá del criterio monumental, el patrimonio popular, obrero y urbano" para poder incluir nuevas edificaciones, jardines o mosaicos. La idea es añadir cada año las edificaciones que hay que proteger del tejido histórico de dos barrios de la ciudad, como ya se ha hecho en los casos de Gràcia, Horta, el Poblenou, el Clot y el Camp de l'Arpa del Clot. Para decidir qué se incluye y qué no y mantener a los vecinos informados, Sanz ha anunciado la creación de una Mesa de Patrimonio Ciudadana, donde también habrá expertos. La tinenta de alcaldía ha considerado la medida como un "punto de inflexión" en la protección de la ciudad y ha pedido más competencias a la Generalitat para poder garantizar el éxito e ir más allá.

Durante los últimos años, los vecinos de unos cuantos barrios se han movilizado para intentar evitar la destrucción de edificios que no figuraban en el catálogo pero que consideraban importantes. Es el caso de las casetas de la calle Encarnació de Gràcia, del antiguo Hotel Buenos Aires de Sarrià-Sant Gervasi y de las casas de la calle Pont de Sant Andreu. Algunos se han podido salvar, pero otros ya solo son un recuerdo, como los históricos Cines Niza de la Sagrada Familia, donde ahora hay un gran supermercado, y la Vil·la Concepció, en la Prosperitat (Nou Barris).

Una corriente global

El doctor de arquitectura de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), Alessandro Scarnato, ha participado en la preparación de la medida y también en la rueda de prensa de presentación. Según ha dicho, "es un gozo que la defensa de patrimonio pase a ser estructural" en la ciudad de Barcelona y ha puesto ejemplos en que, en vez de derrocar, ya se ha apostado por rehabilitar, como la Lleialtat Santsenca y la antigua Sala Beckett. "La sensibilidad ciudadana ha ido aumentando", ha dicho, y ha explicado que este impulso por preservar la memoria es global y que también se vive en países como Francia, Italia y Alemania. Atrás queda, ha afirmado, "la agresividad instintiva de los arquitectos de dejar la huella del autor" en cada obra. Scarnato ha concluido: "El único edificio que no se puede recuperar es el que ya se ha derrocado".

Un centenar menos de terrazas

El Ayuntamiento de Barcelona ya ha retirado un centenar de terrazas en calzada de las que se habilitaron durante la pandemia y que se encontraban en desuso. La próxima semana continuará retirando más, según ha explicado Janet Sanz. También ha dicho que se están analizando las peticiones recibidas para consolidar algunas de estas terrazas extraordinarias. "Por un lado vamos retirando New Jersey de todo aquello que no se utiliza y no ha pedido la continuidad y del otro iremos haciendo la sustitución de aquellas que se vayan aceptando", ha indicado. El martes, Sanz avanzó que había muchas terrazas que no habían pedido consolidar las ampliaciones hechas durante la pandemia, fuera en calzada o bien en acera.

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