Barcelona estrena su primer supermercado cooperativo
El establecimiento empieza a funcionar con 460 socios en un pasaje del Eixample que ahora se cierra para hacer frente a la degradación
BarcelonaDespués de casi un año de trabajo en el pequeño (y desconocido) pasaje de Aragó, el primer supermercado cooperativo de Barcelona empezará a funcionar este martes. La iniciativa ya ha seducido a 460 socios, convencidos de que hay que cambiar las formas de consumo; necesita una cuarentena más para lograr las cifras que sus promotores consideran óptimas para garantizar la viabilidad del supermercado. Foodcoop BCN es un súper diferente. Aquí no puede entrar cualquier persona, llenar su carro, pagar y marcharse a casa. Comprar implica haber pagado una cuota inicial de 90 euros para hacerse socio y arremangarse con tres horas de trabajo cada mes – los "turnos de participación"– con la idea de que el súper es de todos los socios. Todos eligen qué se vende y todos ayudan a hacerlo funcionar. Y, a pesar de que todavía no ha abierto puertas, ya se pueden ver elementos identificativos como los dispensadores a granel de pasta bio o especias o la oferta de zumos ecológicos.
El objetivo que motiva su puesta en marcha es "democratizar el consumo sostenible" para que no sea una cosa que solo se puede hacer en tiendas más caras y que, por lo tanto, se restringe a determinados bolsillos: en el supermercado cooperativo se busca que los productores reciban un precio justo, que los clientes también paguen un precio cuanto más ajustado mejor y que, dentro de lo posible, se ofrezca producto de proximidad y ecológico. Lo que vendría a ser un win-win. Y para conseguir ofrecer esto a precios más asequibles de lo que es habitual se confía en la implicación de los socios y en la compra de productos en gran formato, que se ponen a la venta fraccionados. Y, sobre todo, en no tener ánimo de lucro: el proyecto arranca con tres trabajadores con nómina y contando, también, con los turnos de participación de los socios.
En los estantes de Foodcoop habrá de todo menos pescado fresco, que, por las dificultades logísticas, se deja fuera del proyecto. Sí se podrá comprar alimentos secos, verdura, carne fresca y productos de higiene y limpieza. Cuando todo ruede como se espera, habrá un millar de marcas.
Los responsables de la iniciativa explican que este martes todo se pondrá en marcha "de manera interna", pero esto es una manera de hablar, porque el súper funcionará siempre solo enfocado a sus socios –siempre, pues, de manera interna–. Ahora lo hace en fase de pruebas, todavía sin todos los productos que se prevé tener ni sin el rodaje necesario en los turnos. La gran inauguración será el 12 de marzo. Donde ya se han visto cambios desde que Foodcoop alquiló su local a principios del año pasado es en el pasaje que lo acoge: un callejón sin salida en la calle Aragó entre Villarroel y Casanova, donde hasta hace poco se acumulaban los coches abandonados, muchos de los cuales adaptados como infraviviendas.
Un antiguo taller de plancha
La apertura del súper en este lugar, justo donde antes estaba el Taller Garcés de plancha y pintura para coche, ha sido decisiva para la revitalización del espacio. Se trata de un pasaje privado, y ahora los propietarios de los diferentes locales se han puesto de acuerdo para volver a cerrar el pasaje por la noche como se hacía antiguamente. "Era un cementerio", dice German Adorador, el constructor que ha instalado la puerta que ahora cierra el pasaje. Para acceder con vehículo hay que tener el mando o que te abran desde dentro, y a pie se puede entrar siempre en el horario de apertura del nuevo supermercado.
La valla, según explican desde el Ayuntamiento, la han puesto los mismos vecinos con la correspondiente autorización municipal, y el distrito del Eixample celebra que se haya llegado a este entendimiento, porque entiende que permitirá dejar atrás los problemas de suciedad e inseguridad que se habían instalado en el pasaje. Los promotores del supermercado aseguran que el cambio físico, que no afecta al funcionamiento de su establecimiento porque el callejón estará abierto durante el día, será solo el primer paso y que tienen intención de dinamizar el pasaje y hacer actividades: "El súper no será una cosa cerrada, es un proyecto social".
Ahora confían en que la visibilización que les dará la puesta en marcha les permitirá llegar a los socios que todavía les falta seducir para hacer viable su proyecto. Dan por hecho que en una ciudad tan grande como Barcelona el hito de los 500 socios es más que factible. Los avalan, aseguran, modelos de éxito como el Park Slope Foodcoop, que funciona en Nueva York desde hace 48 años, o experiencias más recientes en Francia y también en Mallorca. En Catalunya, ya funcionan propuestas similares en ciudades como Manresa, con Super Coop, o Mataró, con La Feixa.