Barcelona endurece las multas por hacer botellones en el Triángulo Golfo del Poblenou
El Ayuntamiento anuncia sanciones de hasta 600 euros y prohibirá que las tiendas de alimentación abran por la noche
BarcelonaLos vecinos del conocido como Triángulo Golfo del Poblenou, en el entorno de la calle Pere IV, ya tienen la constatación numérica que son unos de los más damnificados por los problemas de ruido e incivismo nocturno de Barcelona. Así lo han demostrado los sonómetros que ha instalado el Ayuntamiento durante el mes de junio para decidir qué medidas aplicar y que han situado este ámbito entre los que registran más noches en rojo (diez decibelios por encima del límite). Aquí el problema no va vinculado a la acumulación de terrazas de bares, sino a botellones y concentraciones de gente a la entrada de locales de ocio hasta muy entrada la madrugada. Y se repiten sustos para el vecindario como el fuego que el jueves de madrugada calcinó un contenedor y pasó a las persianas de un edificio con vecinos.
Después del incidente, la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, y el teniente de alcaldía de Seguridad, Albert Batlle, visitaron ayer los vecinos de la plataforma SOS Triángulo Golfo y les avanzaron una noticia encaminada a calmar un poco los ánimos: el Ayuntamiento endurecerá en esta zona las sanciones por beber en la calle. Se pasará a multar con 600 euros (300 con pago inmediato), que es el máximo que prevé la ley de seguridad ciudadana, y no con 30 como hasta ahora. Este encarecimiento es una de las medidas que la mesa ciudadana que debate soluciones para los problemas de convivencia nocturna planteó en los casos en los que el consumo de alcohol en la calle provocará problemas de orden público o afectara gravemente a la convivencia. Es el caso de esta zona del Poblenou, donde el consistorio tiene claro que empezará a cobrar las multas más altas previstas por la normativa.
El endurecimiento, que no requiere ninguna tramitación, se hará, por ahora, en el Triángulo Golfo, pero no se descarta ampliarla a otros ámbitos donde se detecten problemáticas similares. "El encarecimiento será inminente", ha avanzado el concejal de Sant Martí, David Escudé, que ha confirmado que la pandemia ha hecho irrumpir con fuerza el problema de los botellones en esta parte de la ciudad –"Lo que viven los vecinos es un infierno", ha admitido–. Escudé ha asegurado que desde enero y hasta junio la Guardia Urbana ya ha multado a 6.500 personas por beber en la calle en este ámbito y ha confiscado una cuarentena de altavoces y ha prometido que ahora también habrá un incremento de la presencia policial.
El primer teniente de alcaldía de la ciudad, el socialista Jaume Collboni, ya abrió hace unos días el debate sobre endurecer las sanciones al botellón cuando planteó que, en lugar de poner el foco sobre el horario de las terrazas, que es lo que hacen los comunes, habría que perseguir el incivismo y multar a quien hace botellones con sanciones de hasta 1.000 euros, que es, de hecho, el máximo que preveía el ordenanza de civismo antes de que la ley de seguridad ciudadana redujera la cifra a 600 euros.
Súper como setas
Todavía en la zona crítica del Poblenou, el concejal de Sant Martí ha anunciado hoy otra medida especialmente pensada para la zona de la calle Pere IV: un decreto que entrará en vigor en agosto prohibirá a los supermercados 24 horas que puedan abrir en horario nocturno (entre las 22 h y las 7 h) del miércoles al domingo o vigilias de festivo, que es cuando se dan las concertaciones de jóvenes bebiendo en la calle. La zona afectada por esta limitación va desde la Meridiana hasta las calles Tànger, Laguna, Pallars, Badajoz, Pujades y Marina, donde hay 18 establecimientos de este tipo.
"Desde que empezó la pandemia, la gente se ha acostumbrado a concentrarse aquí para beber en la calle y las tiendas de 24 horas han aparecido como setas. Aquí no hay quien duerma", se quejaba al ARA Tamara Vázquez, que es una de las vecinas afectadas de la plataforma SOS Triángulo Golfo. Ahora celebra que se endurezcan las multas como un elemento de disuasión, pero avisa de que el problema no es solo el consumo de alcohol, que también se puede hacer ruido y tener la música alta sin estar bebiendo y que lo que hace falta es desplegar más patrullas en la zona. "Ahora, muchas veces llamamos a la policía y no pasa nada. Y otras veces pasan por aquí y tampoco intervienen", se queja.