Violencia machista

Alba Alfageme Casanova: "Encima, después de una violación te preguntan: «¿Cerraste con fuerza las piernas?»"

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Alba Alfageme Casanova (Girona, 1979) acaba de publicar el libro Quan cridem els nostres noms [Cuando gritemos nuestros nombres] (Univers, 2021), un ensayo para ayudar a las mujeres a entender la violencia machista estructural de la cual son objeto y una guía con pautas para conseguir la recuperación moral y física después de pasar por el trauma de una violación. Un libro tan duro como necesario.

Afirma que "es evidente que estamos ante una guerra encubierta contra las mujeres". ¿Quién es el enemigo?

— El patriarcado. Lo que pasa es que nos cuesta identificarlo porque dicho así parece un ente etéreo. El patriarcado son los hombres explicando a las mujeres cómo son las mujeres y decidiendo cuál es su papel en el mundo. El patriarcado es el sistema de poder que ha decidido desde siempre cómo nos relacionamos, aquello que es importante y aquello que no lo es. Por eso hablo de guerra encubierta, porque no nos damos cuenta de que las mujeres estamos siendo agredidas día a día, desde los asesinatos a los micromasclismos en chistes que van dinamitando nuestra autoestima.

La diferencia con todo el tiempo pasado es que nunca habíamos sido tan conscientes de ello.

— Pero cuidado, que el patriarcado es perverso, porque se adapta a los nuevos tiempos y sabe como hacerse atractivo para la gente joven. Solo hay que sentir los influencers que tienen un discurso machista o las letras del reggaeton. El patriarcado garantiza la continuidad del poder en manos de los hombres.

¿Lo contrario del patriarcado es el matriarcado?

— Lo contrario de patriarcado tendría que ser otra forma de funcionar. Hay pocas culturas matriarcales, pero las que hay funcionan de forma mucho más cooperativa. No hay tanta competencia ni violencia.

Hay otra expresión en el libro: "Feminismo no es querer tener poder sobre los hombres sino sobre nosotras mismas".

— Sí, el feminismo dice "las mujeres queremos el poder". El feminismo nos está hablando de un espacio de libertad donde las personas tengan la capacidad de decidir cómo quieren vivir y cómo quieren ser. Pero, claro, el machismo tiene un hermano de sangre que es el capitalismo. Machismo y capitalismo se entienden muy bien, y el feminismo busca otra forma de funcionar más cooperativa, mucho más colectiva. No es casual que ahora haya un aumento tan claro de negacionistas.

A pesar de todo, el feminismo ya ha llegado a ser (en el caso de Catalunya) eje de la acción del Govern.

— Ahora estamos en un momento de coolización del concepto. Zara hace camisetas diciendo «I am a feminist», y dices "algo no va bien", porque es un sistema que está explotando la otra punta del mundo para tener una ropa muy barata. Volvemos a la perversidad que te decía: hacemos una camiseta "I am a feminist" porque está de moda, y el feminismo no es una cuestión de moda sino de cambiar el sistema. Querer entender la realidad desde una perspectiva feminista implica una crisis muy dura. Y, al mismo tiempo, el feminismo me salvó.

¿De qué?

— Cuando empiezas la adolescencia y vas por la calle y empiezan a acosarte sexualmente, o cuando te sientes muy presionada por tener las primeras relaciones sexuales, cuando sales de fiesta y notas que te acosan o te hacen tocamientos... Todas estas experiencias son muy compartidas por muchas mujeres. Y el miedo. Que hoy en día a las mujeres nos dé miedo volver solas por la noche a casa y, en cambio, los hombres tengan el privilegio de no tener miedo, nos sitúa como ciudadanas de segunda. Más de la mitad de mujeres europeas, por lo tanto, mujeres con una situación de privilegio, dejamos de hacer cosas por miedo a sufrir una agresión sexual, y esto es injusto.

El miedo y la culpa.

— La culpa es una losa que nos han colocado en los hombros, igual que la vergüenza. Es que, fíjese, más del 80% de las agresiones que sufren las mujeres vienen de personas de su entorno. En cambio, los hombres no sufren normalmente agresiones por parte de conocidos, sufren más atracos, robos. O sea que a las mujeres nos dicen "Cuidado cuando salgas sola a la calle" y resulta que donde nos pasan más cosas es en entornos privados. Y, encima, tienes amigas que te dicen: "¿No te resististe? ¿No llamaste? A mí esto no me habría pasado nunca; es que eres demasiado simpática..."

¿Cómo se lo explica?

— Esto es porque hemos sido educadas en un mundo machista. No nos han explicado que tendríamos que señalar el hombre. Hay tres momentos de la culpa que se conjugan con el escarnio público: ¿Cómo era la mujer antes de que le pasara la agresión? ¿Salía mucho? En el caso de la violación, encima, te preguntan: "¿Cerraste con fuerza las piernas? ¿Gritaste?" Y después: si ha rehecho su vida es que no la afectó tanto. Y, por cierto, el Parlamento Europeo señala a España como uno de los estados que tiene un problema con los nombres y recuerda que cualquier situación en la que haya un intercambio sexual y una de las personas no quiera tener una determinada práctica, esto ya es una violación, porque se están violentando sus derechos.

¿Por eso hay que hablar de violaciones en lugar de abusos?

— Nos da miedo hablar de violación y una violación se puede dar en el matrimonio. Muchas chicas me dicen: "A mí no me han violado nunca, pero me sentí forzada a hacer una cosa que no quería". Por eso, cuanto más seamos las que digamos en voz alta "A mí también", más conseguiremos cambiar las cosas. Es que nos han robado la voz.

¿Cómo se recupera la voz?

— Cuando una mujer escucha a otra explicar una violación, hay quienes el relato les resuena en el estómago, a otras en el cuello y no pueden ni hablar. Esto es un trauma personal que nos manda un mensaje. Y hace falta que saquemos el monstruo de dentro, porque si no cada vez se hace más grande. Por lo tanto, me tumbo, me relajo, respiro y miro de ver en qué parte del cuerpo se me pone el nudo.

¿Qué le diría a un hombre que dice "Yo no he violado nunca a ninguna mujer y no quiero cargar una culpa colectiva"?

— Pues que yo cada vez tengo más claro que no es un problema de las mujeres, es un problema de los hombres. Las mujeres estamos sufriendo las consecuencias del problema de los hombres, porque al final quien está ejerciendo esta violencia son los hombres: el donjuán y el que se ríe de lo que cuenta el donjuán. Escuche, una chica que se acuesta con muchos chicos es una perra y un chico que se acuesta con muchas chicas es un campeón. Esto tiene que ver con el tema del honor. Lo llevamos tatuado a fuego en el ADN colectivo. Y no digo que todos los hombres sean violadores, solo faltaría, pero para que haya una punta de feminicidios y violaciones tiene que haber una base cultural muy amplia de micromachismos.

Un consejo para la pubertad de un chico y de una chica.

— A la chica, que nunca acceda a hacer algo que no le apetezca, y si por eso alguien deja de quererla es que es una persona que no vale la pena. Y a los chicos, tengo un niño y una niña y tengo más dudas de cómo educaré a mi hijo que no a mi hija: me representa un reto más importante. Lo que quiero que tenga muy claro mi hijo es que esté seguro al 100 % de que todo aquello que haga con una chica (si es heterosexual) lo desean los dos. Y, en juego inicial de miradas, si no hay feeling, espérate y pregúntalo.

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