Comedor escolar

La mayoría de institutos públicos siguen sin comedor: "Que coman solos en casa puede causar problemas de salud"

Sólo el 20% de los centros de secundaria ofrecen el servicio y expertos alertan de que las comidas de los adolescentes están descontroladas

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Un comedor escolar

BarcelonaHace pocas semanas la coordinadora de los programas de alimentación saludable y sostenible de la Agencia de Salud Pública de Cataluña (ASPCAT), Gemma Salvador, apuntaba que uno de los principales retos para mejorar la alimentación escolar era recuperar el comedor en los institutos. Un reto que para muchas familias, médicos y educadores hace años que se ha convertido en una reivindicación.

En el año 2017 en el 80% de los institutos públicos los adolescentes no tenían opción de quedarse a comer en el centro. El servicio de comedor que anteriormente sí habían tenido muchos centros se fue perdiendo desde que en el 2012 se abrió la puerta a la posibilidad de que los centros de secundaria hicieran jornada intensiva (como no daban clase por la tarde, podía parecer que no necesitaban quedarse a comer). Con el paso de los años se empezó a ver que este servicio era esencial para garantizar la buena alimentación de los adolescentes, y el Parlament de Catalunya aprobó que en el curso 2017-2018 todos los institutos públicos –ya que la mayoría de concertados sí en tenían– recuperaran el servicio de comedor. Ahora bien, desde entonces no parece haberse avanzado mucho. Los únicos datos que el departamento de Educación ha trasladado al ARA son de una encuesta realizada al inicio de legislatura (en 2021). Según el análisis, en ese momento en Catalunya el 21% de los centros de secundaria tenían comedor y el 18%, cantina donde comprar algo de comida. El pasado curso una encuesta realizada por las Asociaciones Federadas de Familias de Alumnos de Catalunya (Affac) mostraba que, dos años después, los datos siguen casi igual: sólo el 21,2% de los institutos públicos tienen servicio de comedor.

"Hay muy poca información sobre cuántos centros públicos tienen comedor, pero es evidente que si la concertada puede tener la red pública también debe poder", defiende la investigadora en políticas públicas de tiempo y educación de la Fundación Bofill , Elena Sintes. La investigadora alerta de que el hecho de que los centros de secundaria no tengan comedor impacta directamente en los alumnos más vulnerables porque de un curso para otro pierden el derecho a tener una beca comedor. "Si a 6º la necesitan, no tiene sentido que a los tres meses, cuando comienzan el instituto, ya no la tengan", insiste.

Ahora bien, tal y como explica Sintes, pero también la coordinadora del Colegio de Dietistas-Nutricionistas de Catalunya (Codinucat), Inés Navarro, la falta de comedor puede tener un impacto directo en la salud de los adolescentes. "Una comida clave como la del mediodía está superdescontrolada en una etapa de crecimiento que es determinante", advierte Navarro. La nutricionista explica que un alto porcentaje de los adolescentes que comen solos en casa no cubren las necesidades nutricionales que necesitan. "Muchas veces comen alimentos ultraprocesados y, en caso de que los padres les dejen algo hecho, es difícil saber si se lo comen", describe Navarro, quien insiste en que ésta es una etapa especialmente vulnerable en lo que se refiere a los trastornos alimentarios. "La comida es un acto social, pero si estás solo y te aburres comes más de la cuenta o por el contrario, te dejas cosas en el plato. Estas dinámicas pasan desapercibidas y pueden acarrear problemas de salud como obesidad o un trastorno alimentario", insiste la coordinadora del Codinucat.

Más allá de si los adolescentes comen solos o no, la investigadora de Bofill alerta de que el problema con la alimentación también va relacionado con la hora en que comen por el tipo de jornada escolar que realizan. "La jornada intensiva aboca a los adolescentes a comer por la tarde. Por tanto, la clave no es sólo recuperar el espacio del comedor, sino reubicarlo entre las 12 hy las 14 h", defiende Sintes. Una idea que también comparte la nutricionista: "Con este horario los adolescentes se marchan de casa sin desayuno, comen tarde y se saltan la merienda. Así, aunque la cena se controle y se haga en familia, es muy difícil complementar las carencias de tantos comidas".

Ante esta situación, fuentes del departamento de Educación insisten en que el Govern ya ha encargado un estudio sobre el impacto del horario escolar. Sin embargo, aseguran que "se trata de una cuestión íntimamente ligada a la disponibilidad de infraestructuras de comedor en los centros educativos catalanes, que disminuyó notablemente en legislaturas anteriores".

El oasis barcelonés

A diferencia de lo que ocurre en la mayoría del país, en Barcelona todos los institutos públicos ofrecen a los adolescentes la opción de comer en el centro (no todos lo hacen los cinco días de la semana). Desde 2016 el Consorcio de Educación hizo una apuesta clara por recuperar este servicio, que iba de la mano con la idea de potenciar que los adolescentes también se queden unas horas de la tarde en el centro, sea dando clase o actividades de ocio.

No ha sido hasta este curso que han conseguido que todos y cada uno de los institutos ofrezcan este servicio, ya que el proceso no era sencillo y había que tener en cuenta las características de cada centro. "Para los institutos no es fácil, porque el comedor es algo más que gestionar y otro contrato que hacer, pero decidimos que no se daría la opción de no tenerlo y que se les acompañaría para conseguirlo" , explica la directora de educación y territorio del Consorcio, Eulàlia Esclapés. Recuerda que empezaron con una veintena de centros de mayor complejidad, ya que el alumnado era más vulnerable, y hasta ahora se han ido encontrando tres soluciones diferentes para que los adolescentes coman en el instituto. Uno ha sido recuperar el comedor tradicional, que en muchos casos se había reconvertido en un aula; la segunda ha sido combinar la cantina con un servicio de catering para el almuerzo, y la tercera, que es la menos extendida, ha sido hacer que los adolescentes de algunos institutos coman en el comedor de una escuela cercana. Con este proceso de reapertura del servicio de comedor en la ciudad, en los últimos cinco años el número de becas comedor adjudicadas ha aumentado un 59% y hoy casi 10.000 adolescentes barceloneses reciben a una.

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