Educación

El método que ha revolucionado las matas en un instituto de Berga

Los alumnos catalanes han retrocedido un curso entero en matemáticas, según el informe PISA

BarcelonaLos peores resultados de la historia de Cataluña a las pruebas PISA, sin embargo, una mejora en las pruebas de competencias básicas de los últimos tres cursos. Estos dos datos muestran hasta qué punto es complejo el problema con las matemáticas en las escuelas e institutos catalanes. En las últimas pruebas de la OCDE que dispararon todas las alarmas, los alumnos catalanes realizaron un retroceso de 21 puntos, lo que según los cálculos de la misma organización supondría que en Cataluña se ha perdido más de un año escolar completo respecto al nivel de 2018, cuando se realizaron las anteriores pruebas PISA.

Evolució de la nota mitjana de matemàtiques a les PAU
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La caída en picado del nivel matemático ha hecho que muchos docentes, así como muchas familias, tengan dudas sobre si la forma de enseñar y evaluar las matemáticas en la escuela es la correcta o al menos si es la más eficaz para afrontar las necesidades actuales. En este sentido, varios docentes catalanes han alertado de que uno de los problemas que hay en las aulas es que se enseña a resolver operaciones matemáticas, pero que no se está consiguiendo transmitir cómo y en qué situaciones utilizarlas. De hecho, el propio Andreas Schleicher, director de Educación de la OCDE y creador de las pruebas PISA, también ha hecho una advertencia en la misma dirección y asegura que "los estudiantes en Cataluña aprenden demasiadas cosas y con poca profundidad".

Con este escenario, tanto la anterior consellera de Educación, Anna Simó, como el gobierno español prometieron que este curso se pondría en marcha programas de mejora de matemáticas con profesores más especializados. Más allá de cómo se desplieguen, hace años que algunos docentes catalanes se han puesto las pilas a la hora de cambiar la manera de enseñar matemáticas para intentar mejorar el conocimiento de los alumnos. Es el caso de Imma Casas y Silvia Salvador, profesoras de matemáticas del Instituto Serra de Noet, un centro de sólo 250 alumnos en Berga que se ha convertido en un instituto de referencia entre los docentes de matemáticas por los resultados que han obtenido haciendo un cambio de metodología. "Como todo el mundo, empezamos haciendo las matemáticas de toda la vida, es decir, a enseñar cómo nos habían enseñado", recuerda Casas. Pero con el tiempo vieron que no salían adelante. "Nos costaba mucho entender por qué teníamos malos resultados si todos dedicábamos tanto esfuerzo", recuerda Salvador. A raíz de este panorama, decidieron que había que cambiar cosas para conseguir mejoras. Primero lo intentaron con lo que llamaron "grupo pequeño", que básicamente consistía en coger a los alumnos a los que les costaba más para ofrecerles una atención más personalizada. El grupo estaba abierto y los alumnos entraban y salían según su evolución. "El problema que tuvimos es que el grupo pequeño con los años se hizo mayor y cada vez había más alumnos", recuerdan las docentes.

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Más tarde, llegaron a la conclusión de que el problema que tenían era que daban "mucha receta", que explicaban las cosas como verdades absolutas, y que los alumnos "no construían su propio conocimiento, sino que eran ellas quienes se lo transferían". "Vimos que el modelo tradicional de contar, que lo apunten en la libreta y que hagan deberes en casa, no funcionaba, y decidimos que haríamos nuestro propio material", explica Casas. Ambas profesoras han ido formándose hasta que se encontraron con el método Shanghai, que Gran Bretaña adoptó de los chinos cuando vio sus buenos resultados en matemáticas.

"Se basa en que en la matemática tú debes entender el concepto, y lo que se hace es desmenuzar el procedimiento de aprendizaje para que el alumno entienda que multiplicar no es simplemente aprender que 4 por 2 es igual a 8, sino que es dos veces cuatro o cuatro veces dos. A partir de ese método creamos nuestro propio material con todos los niveles necesarios", detallan. Además, descartaron la idea de hacer un grupo para quienes "iban más cojos" y plantearon en clase problemas que, según el nivel del alumno, pueden ser más básicos o pueden permitirles "ir más allá". En este sentido, ambas consideran que, aunque el sistema educativo ahora no lo permite, también sería interesante que en 4º de ESO se pudiera dividir a los alumnos entre los que necesitan unas matemáticas más académicas y los que necesitan aprender unas matemáticas más competenciales .

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Ahora bien, más allá de lo que se hace en clase, Casas y Salvador explican que también ha sido clave la motivación que ha proporcionado a los alumnos el hecho de apuntarse a concursos matemáticos. A los alumnos que están más interesados ​​por las matemáticas, les ayudan a apuntarse a tantas pruebas como deseen y han visto que el cambio es increíble. "Vemos que esto hace que a la larga tengamos a más alumnos que han decidido estudiar matemáticas, ingeniería de datos o materias relacionadas con la matemática", celebran.