Medio Ambiente

Embarcaciones y bañistas: ¿hay más descontrol que nunca en la Costa Brava?

El Gobierno activa a dos informadores ambientales en el Baix Empordà para controlar la proliferación de barcas y concienciar sobre las buenas prácticas

Las calas de Mont-ras donde este verano han vuelto a robar las boyas.
24/08/2025
4 min

GeronaVerano tras verano, la Costa Brava se llena de barcas de uso recreativo que fondean y echan el ancla en calas y rincones idílicos. Sobre todo pasa en el litoral del Baix Empordà, entre Palamós y Begur, donde se concentran muchos puertos y campos de boyas con cientos de embarcaciones amarradas en los meses de julio de agosto que cada día zarpan en mar, pero también más arriba del golfo de Roses, en dirección al cabo de Creus, donde el paisaje es más agreste y salvaje. En todos estos lugares, las líneas de boyas amarillas marcan el límite que los barcos no pueden superar -cuando no hay balizas, las barcas teóricamente no pueden acercarse a menos de 50 metros de las rocas-. Ahora bien, un año más, los ecologistas denuncian que a menudo estas medidas no se cumplen y que la proliferación de lanchas, yates, zodiacos y motos de agua estropea el entorno y pone en peligro a los bañistas que llegan a pie a las calas.

"Nunca ningún verano había visto tanto descontrol y tanta gente. Hay gentío en todos los rincones. La sensación de masificación es evidente y, tristemente, la situación ha empeorado. La gente que va en kayak o quiere nadar se encuentra embarcaciones pasando a toda prisa durante todo el día. Es ridículo y peligroso" Brava.

Consciente de este incremento significativo del número de embarcaciones de recreo, sobre todo después de la pandemia, la Generalitat ha puesto en marcha durante los meses de julio y agosto un dispositivo piloto de informadores ambientales en el espacio marino protegido Natura 2000 Litoral del Baix Empordà. Son dos profesionales que trasladan la información, de voz y in situ, a los usuarios de embarcaciones de la costa de Palamós, Montras, Palafrugell y Begur.

Los informadores también dan recomendaciones de buenas prácticas de fondeo, explican las actuaciones municipales y de la Generalitat para mejorar la gestión del espacio y realizan encuestas a usuarios de playas y embarcaciones para recoger información sobre hábitos, percepciones y problemáticas de convivencia. En el Alt Empordà, en todo el litoral del cabo de Crues, esta medida pionera no se aplica porque, al tratarse de un parque natural, ya tiene las suyas propias normas y controles de navegación para evitar conductas incívicas.

Uno de los informadores ambientales del litoral del Baix Empordà.

"Es una medida positiva y necesaria que ha dado sus resultados. Los informadores tienen un papel clave en la concienciación de la ciudadanía que no conoce las normas de conducta para preservar el entorno. También tienen el papel de sanción, ya que están coordinados con los cuerpos de seguridad en cuanto al porcentaje de visitantes que, a pesar de conocer las normas, hacen caso omiso", explica a la ' la Generalidad.

Sobre esta figura, que también está presente en otros muchos lugares naturales de Catalunya, Vilhaur añade: "Son una herramienta que nos permite dar respuesta a un país que tiende a ser líder turístico mundial, así como a los 10 millones de habitantes. La gestión y el acceso al medio natural deberá garantizarse y controlarse".

En la Costa Brava, estos informadores han sido impulsados ​​por la Mesa de Cogestión Marítima del Litoral del Baix Empordà, un organismo que une administraciones, entidades y científicos con el objetivo de hacer compatible la sostenibilidad ecológica de medio con las actividades económicas del territorio.

Las rocas de Aigua Xelida, en Palafrugell, con decenas de barcas muy cerca.

Las calas de Mont-ras, foco de conflicto

Uno de los detonantes de esta medida ha sido el suceso, por tercera vez en dos años, de sabotajes en las boyas de las calas del Vedell y del Crit, en el municipio de Mont-ras, uno de los puntos críticos de esta proliferación de barcas. El Ayuntamiento de este pequeño municipio bajo-ampurdanés destinó una parte importante de su presupuesto a balizar la zona a principios de verano, pero sólo dos días después las boyas ya habían sido vandalizadas y retiradas por propietarios de embarcaciones que quieren fondear muy cerca de las rocas.

Ante esta situación, SOS Costa Brava, que considera insuficiente la medida de los informadores, reclama una mayor colaboración de las administraciones supramunicipales para erradicar el problema. "Las boyas no debe financiarlas un ayuntamiento que no recibe ingresos del turismo náutico, sino que es necesaria una gestión y vigilancia comunes para todo el Baix Empordà, dentro de la Mesa de Cogestión", argumenta Jordi Cruz, que añade: "Pedimos una ley que regule el fondeo y una cartografía de las fanerógamas para establecer con claro".

Para denunciar esta situación, hace una semana la federación ecologista organizó un acto simbólico trazando una barrera con cuerdas, kayaks y bañistas durante unas horas para cerrar la entrada de barcas en la cala del Vedell.

La bahía de la playa del Golfet, cerca de los jardines de Cap Roig, llena de barcas al abrigo del viento.

Consecuencias sobre el ecosistema marino

Más allá de la seguridad, el impacto visual y la pérdida de tranquilidad para los bañistas, la concentración de embarcaciones tiene también un efecto directo sobre la biodiversidad del ecosistema marino. "El anclaje sobre los fondos marinos es un efecto demostrado, pero también el ruido de las embarcaciones puede hacer que los peces modifiquen su comportamiento. En las Medes vemos que en verano, con tanta gente, especias como el mero desaparecen. O cuando desde las barcas se tiran patatas u aceitunas en su oro, Barcelona.

Más allá del anclaje, el experto lamenta que la infraestructura de los campos de boyas también puede hacer daño al ecosistema. "Si no se instalan correctamente, las cadenas dañan los fondos y las praderas de posidonia, y dejan las rocas peladas en uno o dos metros alrededor", explica.

Del mismo modo, el combustible que hace funcionar las barcas y se vierte al mar también es peligroso. Hereu subraya que estos hidrocarburos quedan flotando, no se degradan y llegan a las rocas y comunidades mediolitorales, a la frontera entre el mar y la costa, que son frágiles y quedan muy afectadas. "También las aves marinas que se sumergen pueden ver alterada su capacidad natural de aislarse, porque la cera de las plumas queda impregnada", concluye.

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