Vivienda

Cáritas insta a los ayuntamientos a reconvertir sus locales vacíos en vivienda social

La entidad critica la burocracia por hacer los cambios de usos, en un contexto en el que cada vez hay más personas sin casa

Una imagen de archivo del centro ecunémico Abraham, donde hace un tiempo se instalaron personas sin hogar.

BarcelonaEl Centro ecuménico Abraham se inauguró en 1992 para acoger los distintos credos que coincidían en las Olimpiadas de Barcelona. Tres décadas después, el emblemático edificio, junto al cementerio de Poblenou, tiene una parte inutilizada que, según Cáritas, podría ser una buena opción para reconvertirla en viviendas sociales para personas que han perdido la casa. Como este espacio, la entidad diocesana afirma que tiene y ha propuesto varios, pero que en muy pocos casos los ayuntamientos han rechazado aprobar su cambio de uso.

En 2022, con la guerra de Ucrania en marcha, el centro Abraham se propuso como albergue de urgencia para los refugiados que llegaban a Cataluña, pero en aquella ocasión la negativa fue del gobierno español que fue considerarlas unas instalaciones inapropiadas. Tampoco ha sido posible que en el piso que dejaron libre a los curas de la parroquia de Sant Bernadeta del barrio barcelonés de Torre Baró fuera ocupado por familias que reciben el apoyo de Cáritas.

"Hay situaciones kafkianas", ha lamentado el director de Cáritas Barcelona, ​​Eduard Sala, que ha recriminado que la rigidez de la normativa "frena" los cambios de usos de espacios susceptibles de convertirse en vivienda. Sala ha rehuido concretar la cantidad ni el tipo de espacios de que dispone Cáritas para un uso residencial, pero ha asegurado que el catálogo está ahí y que sólo hace falta que las conversaciones que hay con las administraciones den sus frutos.

En vísperas de Navidad, Cáritas ha presentado un anticipo de los datos de FOESSA, el centro de investigación de la entidad religiosa, y advierte que el problema del acceso a la vivienda es estructural y que, en el caso de las familias más vulnerables supone empujarlas hacia la exclusión social. La radiografía es desoladora: una cuarta parte de los vecinos de la diócesis de Barcelona (el área metropolitana y el Maresme) tienen dificultades para acceder y mantener la vivienda y una de cada cuatro criaturas viven en pisos inseguros.

Faltan esfuerzos

En una rueda de prensa, Sala ha denunciado que, pese a la emergencia social, ningún gobierno ha abordado en serio el despliegue de la ley de vivienda social ni tampoco ha aprobado medidas preventivas para que las familias acaben en la calle. En este sentido, el responsable de Cáritas ha reclamado más alquileres asequibles para estas familias que carecen de ingresos o es imposible que puedan ir al mercado convencional.

"Nuestros alquileres pueden oscilar de los 50 a los 280 euros al mes; son estas cantidades cuando hablamos de alquileres accesibles", ha indicado Sala. En este contexto, Cáritas plantea formalizar el cambio de usos de espacios vacíos para abrirlos como viviendas. Pero subraya que, incluso cuando existe voluntad política, se topa con la normativa municipal y los planes de usos, que exige informes técnicos de difícil cumplimiento.

Más sobreocupación

El informe señala que las viviendas con sobreocupación en Catalunya doblan las de la media española, y que la salubridad de los pisos ha empeorado en nueve puntos respecto a los últimos años, así como el empobrecimiento de las familias después de pagar la vivienda. "No puede que la vivienda sea el agujero negro de las familias, que les chupe la salud y la economía", ha denunciado Sala.

Según ha indicado, el porcentaje que la administración pública dedica a la promoción de la vivienda social no llega ni al 1%. "Hablamos de migajas", ha subrayado, y ha indicado que para aumentar el porcentaje son necesarias políticas estructurales de vivienda. Por el contrario, ha afirmado, "la vivienda es una carta a los Reyes".

De las 398 viviendas compartidas que Cáritas de Barcelona dispone, sólo diecinueve familias que acceden pudieron "dar el salto" hacia el mercado ordinario. Esta falta de rotación impide que entren nuevas y que cada vez. más haya más familias sin una casa digna.

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