Sinhogarismo

"La Guardia Urbana me ha robado la tienda de campaña en la que vivo cinco veces en dos años"

Arrels denuncia que el Plan Dirección del Ayuntamiento de Barcelona acosa y multa a las personas sin hogar con la excusa de la limpieza

Asientos de sin techo.

BarcelonaDespués de la intensa lluvia de todo el día y la noche, ahora toca entrar en calor y secarse. Ivan (quiere mantener el anonimato) lleva dos años viviendo al raso y se queja de que la Guardia Urbana y los equipos de limpieza de Barcelona ya le han "robado" cinco tiendas de campaña, donde suele protegerse de las inclemencias del tiempo y de la inseguridad de la calle, que le hace estar toda la noche "con un ojo abiertoy estar al acecho. A Juan Antonio, que tampoco tiene un hogar, le han clavado hasta 14 multas en el último año que, lógicamente, no puede pagar porque no tiene ingresos, como la inmensa mayoría de los usuarios que atiende a la Fundación Arrels. Tiene por diferentes conceptos, desde para lanzar colillas al suelo hasta por falta de higiene personal.

En total, la ONG tiene contabilizadas unas 30 sanciones desde que entró en vigor el Plan Endreça; una cifra similar a la de años anteriores aunque las cantidades a pagar son mayores. Es decir, el Plan Endreça no supone más sanciones, pero sí sanciones más caras. Además, aumentan el estrés, la angustia y la rabia de estas personas, señala Ferran Busquets, director de Arrels, quien asegura que "la mayoría de los vecinos ayudan y son solidarios" con los sinhogares, hasta el punto de que también denuncian que la Guardia Urbana "les va a buscar". De hecho, hay quien suma miles de euros en multas por beber, dormir, escupir u orinar en la vía pública.

El caso de Juan Antonio ha llegado al síndico de agravios de Barcelona, ​​que recientemente estiró las orejas del Ayuntamiento de Jaume Collboni para tratar el sinhogarismo “únicamente de manera punitiva”, con la única voluntad de poner “orden ” en el espacio público. En este sentido, en su resolución, David Bondia reclamaba un cambio en la estrategia para no “revictimizar” a un colectivo de más de 1.200 personas en la ciudad que sobreviven en la máxima vulnerabilidad.

La queja del síndico recogía el malestar que existe en Arrels, la entidad referente en la atención al sinhogarismo, que ha constatado cómo en el último año se ha endurecido la aplicación de las ordenanzas de civismo, tenencia de animales, de medio ambiente y de uso de la vía pública y, en consecuencia, ha crecido la presión contra quienes sobreviven en la calle, con multas y más abuso por parte de los agentes y miembros de la brigada de limpieza. Cuando se pasa la escoba se aprovecha para retirar cartones, pero también colchones, o mochilas donde se guarda el móvil o la documentación, y se riega intencionadamente el rincón donde hay gente durmiendo para echarlos, reprocha Busquets.

Un carro lleno de pertenencias de una persona que sobrevive en la calle.
Un hombre descansando sobre un colchón en una calle de Barcelona.

Desde el Ayuntamiento se insiste en que las ordenanzas no han variado y se está aplicando el mismo régimen sancionador, con las excepciones para las personas que pernoctan en la calle sin alternativa alguna. Sin embargo, desde la Guardia Urbana admiten que el hecho de ser una persona sin hogar no supone que si comete una conducta molesta hacia el resto de vecinos "no tenga ninguna respuesta" por parte de los agentes. Sin embargo, se asegura que los guardias se "coordinan con los servicios sociales" para dar una "alternativa" buscando "siempre que la persona se vincule con un servicio". Por ejemplo, se trata de animar a una persona a acudir a un servicio de ducha o de comedor, aunque nunca se puede obligar a nadie. "La mayoría de las multas por dormir en la calle son de turistas de mochila, no de sinhogar", apuntan.

Criminalización de la pobreza extrema

Para Busquets, el problema es cómo se interpretan las ordenanzas y lamenta que desde que Collboni está en el consistorio "están pasando cosas que hacía muchos años que no se veían". Se refiere a la imposibilidad de que las entidades sociales empadronen a quienes no tienen casa en sus sedes o que se quiera limitar a seis meses la estancia en una pensión de las familias que pierden su casa. Por eso, Arrels reclama desde hace tiempo la modificación de la ordenanza de civismo, que se aprobó hace 19 años, porque –justifica– es “demasiado ambigua”, y critica que el Pla Endreça, inaugurado por el consistorio del PSC, responde a un concepto de “el aseo” que pretende esconder a las personas que deben sobrevivir al raso. "Al final se criminaliza y se estigmatiza a la gente pobre, que ya tiene muchos problemas, y se normalizan las acciones de los agentes", reflexiona.

A Iván nunca le han sancionado y denuncia que cuando le toman sus pertenencias y las tiendas de campaña “sin aviso previo” es un “robo” en toda regla, porque, encima, como no tiene ninguna resguardo que lo certifique, tampoco puede ir a recoger sus cosas. Así que sólo le queda volver a empezar a buscar cartones y mantas. “¿El alcalde puede explicarme esta política que nos roba, que va contra los que vivimos en la calle?”, suelta Ivan durante la conversación. Y remata: “Nos tratan como si molestáramos, como si nuestras cosas fueran basura, pero la tienda de campaña es mi casa”, se queja.

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