LGTBIQ

"Y tú, ¿cuántas lesbianas conoces?"

Dos veteranas activistas reflexionan sobre la invisibilidad de las mujeres que tienen sexo con mujeres

Ilustración de Rosa Navarro para la portada de 'Detrás de las persianas', cedida por la autora.
4 min

Barcelona"Y tú, ¿cuántas lesbianas conoces?". La pregunta la hace Isabel Franc, escritora y activista lesbiana, coautora con Rosa Navarro de Detrás de las persianas, un cómic sobre el silencio que históricamente ha rodeado el lesbianismo. De hecho, mujeres trans y hombres gays fueron las únicas caras de la represión franquista y de la lucha por los derechos del colectivo LGTBIQ+, que ha ganado en siglas con los años. En las imágenes de la época que fotógrafas como Colita hicieron en las primeras manifestaciones de finales de los años 70, las mujeres lesbianas (las que hacen referencia a la L) no aparecen. "Las mujeres trans se pusieron delante porque no tenían nada que perder y ya eran visibles", responde Franc.

Nacida en 1955 en Barcelona, Franc no tiene ninguna duda de que de esta invisibilidad de las mujeres lesbianas, hay que responsabilizar al "patriarcado y el homocentrismo", que han dibujado sociedades con prevalencia de los machos. Ocurre en todos los ámbitos de la vida, y pese a la diversidad del movimiento, el lesbianismo continúa hoy en un segundo plano.

En plena conmemoración de los 20 años de la ley del matrimonio igualitario y de la adopción legal y conjunta por parte de estas familias, Franc y su amiga Joana Roch, de 68 años, reflexionan sobre esa invisibilidad que todavía perdura. Ellas que aseguran que siempre están ahí porque, quién sabe, si con sus palabras pueden "ayudar" a otras mujeres. "El tiempo nos ha hecho justicia. Hemos pasado de ser peligrosas sociales a referentes", ríe la escritora en referencia a la ley sobre peligrosidad y rehabilitación social, en vigor hasta 1978 que contemplaba prisión e ingreso en psiquiátrico para el colectivo.

Primer matrimonio de lesbianas

Roch y su pareja, Sabine Bisbe, fueron las primeras lesbianas que oficializaron en Barcelona su relación de décadas. Al día siguiente de que el rey Juan Carlos I firmara la ley del matrimonio igualitario, pidieron hora para casarse. Roch relata la "emoción" y las "lágrimas" de ese momento histórico que habían dudado de que llegaran a ver nunca. Era el 2 de julio del 2005, exactamente el mismo día en que 25 años atrás se habían regalado unos anillos para demostrarse amor.

Ellas nunca se han escondido y siempre han huido de los eufemismos de definirse como buenas amigas, que aún ahora ensucian el lesbianismo. "Siempre he hablado de Sabine como mi mujer", dice. De adolescente, Joana Roc ni se inmutaba cuando en casa le hablaban de algún vecino como hipotético novio. "Estaba en el puñetero armario porque creía que estaba sola, si hubiera sido ahora quizá hubiera tenido más referentes", relata.

Acto político

Esta carencia la llevó tomar conciencia ya no dudar de convertir su boda en un acto político, con presencia de periodistas que publicitaron el hito histórico en todo el mundo. sirviera de acompañamiento a las mujeres que no se sienten aceptadas, para que dejaran de sentirse como yo de pequeña", relata el activista.

Ese mismo anhelo impulsó a Franco a investigar sobre el lesbianismo ya escribir Detrás de las cortinas, con ilustraciones de Rosa Navarro, que es una invitación para las nuevas generaciones a descubrir cómo lo hacían las mujeres lesbianas antes de la conquista de derechos. Afirma la escritora que se ha encontrado con jóvenes que no tenían ni idea de la represión del franquismo hacia toda la disidencia, fuera como fuera la forma en que se materializaba.

En cierto modo, dice, las lesbianas tenían ventaja porque para bien o para mal, se aceptaba que dos mujeres fueran cogidas del brazo o, incluso, vivieran juntas como amigas. Sin embargo, apunta que era –y es, porque todavía se utiliza el eufemismo amiga íntima–, una forma de "negar la sexualidad de las mujeres". Sin referentes lesbianas ni en el espacio público ni en el privado, las de su generación crecieron aprendiendo que la homosexualidad era una "aberración", como lo era el exhibicionismo, el sadomasoquismo u otros -ismo que las autoridades franquistas criminalizaban, sin distinguir si infringían o no derechos. "Ha tenido que luchar para la existencia", reflexiona Franc, quien asegura que el feminismo vino a rescatar a las mujeres lesbianas para ser más fuertes.

Menor presencia pública

Pese a los avances, tanto Franc como Roch coinciden en que incluso en las generaciones más jóvenes cuesta más ver muestras de cariño público entre dos mujeres y advierten que la lucha continúa porque, si bien los "derechos cuestan mucho que ganar, se pierden muy deprisa", en referencia a la involución por la presión de grupos ultras. En las carrozas del Orgullo, en las manifestaciones también es menor la presencia de lesbianas.

Cuando Marguerite Radclyffe Hall publicó en 1928 El pozo de la soledad, considerada la primera novela lésbica moderna, sufrió una campaña de desprestigio brutal. En las revistas actuales también cuesta que mujeres salgan como lesbianas y, en el cine, a menudo la lesbiana se muestra como alguien oscuro, con trastorno mental, y con frecuencia las historias acaban mal, señala Franc. "A mí me gustaría que la [Sharon] Stone, que tiene mi edad, o alguna de estas buenas actrices, hicieran un papel de lesbiana, para normalizarlo", apunta Roch.

La libertad sexual ha hecho que se cierren los bares de ambiente, y aunque dicen que las de su generación ya están más para quedarse en casa, Franc lamenta que las Frances iguales" con la excusa de que ya no hace falta ni protegerse ni esconderse. "¿Que eran un gueto? ¿No lo son las librerías de montaña o los clubes de la bici?", se pregunta.

stats