Pasar el luto o superar una etapa difícil: los tatuajes de la pandemia
Los tatuadores detectan que la cantidad de gente que se quiere tatuar ha crecido mucho después del confinamiento
BarcelonaLa pandemia nos ha robado muchas cosas. Han muerto personas queridas, hemos dejado de ver a amigos y familiares y los viajes parecen un espejismo. Se han perdido los vermuts en la plaza de los domingos a mediodía, y ahora el día se acaba a las diez de la noche, cuando llega el toque de queda. En estos últimos meses, pocas son las experiencias que podemos calificar de extraordinarias. En la rutina constante, los tatuajes han sido una escapatoria para muchas personas.
"Estamos faltos de sensaciones y hemos perdido alegría. Un tatuaje es una cosa para toda la vida, y es de las cosas que puedes hacer fácilmente. Comprarte una casa implica mucho dinero, y para tener un hijo tienes que conseguir una pareja estable, depende de otra persona... Un tattoo, en cambio, es una cosa que decido, hago y disfruto", explica Carolina Gómez, tatuadora de El Estudio. A raíz de la pandemia y el confinamiento, la cantidad de gente que se ha dirigido a su establecimiento ha crecido mucho. "Ha venido muchísima gente, más que nunca. La gente ha tenido una necesidad muy fuerte de tatuarse algo después de una experiencia dura", reafirma Hell Saigi, más conocida en las redes sociales como Saigink.
Lo explica Iona Sharp, que se ha tatuado dos veces este 2021: "Tenía la necesidad de sentir algo más que no fuera la pura rutina. Estamos todos aburridos y creo que la gente está haciendo cosas que antes le daban miedo. Mucha gente está intentando dar sentido a este año, que sirva para algo. Todos necesitamos sentir la adrenalina". La ansiedad, la angustia y la incertidumbre son sentimientos que nos hemos visto obligados a aprender a gestionar como no habíamos tenido que hacer nunca antes. "La pandemia vino acompañada de una mala época personal y psicológica", confiesa Sergio Lahoz, que se está recuperando de un cuadro de alopecia universal provocado por la ansiedad. "Ver que en cualquier momento todo puede cambiar descoloca mucho. Fue cuando decidí volver a tatuarme. Es una cosa que es para toda la vida y me produjo un alivio y una felicidad muy grandes. Al fin y al cabo, era superar psicológicamente una barrera", relata.
Un luto en la piel
La pérdida de personas queridas (o el miedo de que esto pase) ha sido uno de los grandes motivos que han llevado a muchas personas a dar el paso. "Me he encontrado con muchos casos de gente a la que se le ha muerto un familiar y, como no ha podido hacer el luto, se tatua algo significativo que le recuerda a esa persona. Con la pandemia, hay muchos lutos que se han quedado bloqueados", explica Carolina Gómez, que también es tatuadora. Este es el caso de Paula Sanvicens, que quería tener en la piel la caligrafía de sus abuelas. "Les pedí que escribieran mi nombre en un papel porque me quería tatuar mi inicial con su letra", explica. A pesar de tener la norma de tatuarse cada dos años como muy pronto, esta vez ha necesitado saltársela. "Ha sido un: «Tiene que ser ahora». La pandemia me condicionó mucho a querer hacerlo y avanzarlo", explica.
Lejos quedan las comidas familiares donde hacían falta una mesa supletoria o las fiestas improvisadas. Los tatuadores han detectado que la falta de adrenalina y de nuevas experiencias ha empujado a mucha gente a superar miedos y prejuicios. "Buscamos sustitutos para actividades que no se pueden hacer o efectos similares a los que antes podíamos tener -dice David Ferragut, que añade:- Me imagino también que muchas personas suspenden algunas restricciones que ellos mismos se imponían como una medida extraordinaria, hasta que todo vuelva a una relativa normalidad", confiesa. Para él, los tatuajes son "una especie de fotografía de un periodo". De hecho, para Saigink, que tiene más de 47.000 seguidores en Instagram, cuando alguien decide tatuarse es normalmente porque "está pasando por un mal momento o por algún momento de cambio". Unas situaciones que la pandemia nos ha obligado a vivir a todos.