Municipios de alrededor de Barcelona también se blindan contra los bingos y las salas de juego

Más ayuntamientos siguen los pasos de la capital para combatir las adicciones mientras despuntan protestas vecinales

Jordi Ribalaygue
2 min
Badalona estudia una moratoria en la concesión de permisos y restringir nuevas aperturas.

BadalonaEl nuevo bingo de Badalona –el sexto salón recreativo de la ciudad– tendrá en un radio de 400 metros cuatro centros educativos, dos servicios de salud mental y, justo delante, un comedor social pendiente de abrir. El negocio se situará en el límite entre los barrios de Llefià y Sant Roc, uno de los puntos con un índice de pobreza más grande del entorno en Barcelona. “Tenemos muchos problemas sociales y también de seguridad e incivismo. Ponerlo aquí [el bingo] es una bomba de relojería. Traerá más miseria a muchas familias y más dificultades en una zona bastante caliente por la crisis”, dice Ignacio Segura, de la plataforma Stop Cases d’Apostes a Llefià, que agrupa entidades y comunidades de vecinos contrarias al establecimiento.

Si estuviera en Barcelona, no podría instalarse porque no cumpliría con las distancias que el Ayuntamiento acaba de imponer. A la vez que la capital imposibilita que a los 51 locales recreativos que tiene se le sumen nuevos o sean reemplazados los que cierran, en el entorno metropolitano se mueve ficha ante la desazón creciente que las salas de juego se esparzan y aboquen a los jóvenes y población desfavorecida a la adicción.

A raíz de las quejas, Badalona estudia ahora una moratoria en la concesión de permisos y la redacción de una ordenanza restrictiva para nuevas aperturas. Montcada y Reixac se ha avanzado aprobando que ninguna casa de apuestas esté a menos de un kilómetro de un equipamiento público. El regidor de Territori, Jordi Sánchez, admite que, en parte, el veto de la capital les ha empujado a blindarse contra una eventual dispersión de negocios hacia la periferia. “Todo lo que hace Barcelona nos afecta”, dice.

En paralelo, Santa Coloma de Gramenet ha adoptado las mismas medidas que Barcelona. El Prat de Llobregat y Sabadell han suspendido otorgar licencias durante un año mientras no instauran una normativa al respeto, y Terrassa, Cerdanyola, Esplugues y Sant Adrià valoran también dificultar que se implanten salas de juego.

En todo caso, Catalunya limita el número de salones recreativos, a diferencia de Madrid, donde las casas de apuestas proliferan en barrios populares. Los cuatro casinos -además de los seis del futuro complejo de Hard Rock en Vila-seca- y los 127 salones de juego existentes han logrado el límite. En cambio, quedan 12 licencias a repartir hasta llegar a los 75 bingos que puede haber. Además de 55 que están en funcionamiento, hay ocho con autorización para abrir -además de Badalona, habrá en Mollet, Berga, Rubí, Castelló d'Empúries, Valls, Tarragona y Tàrrega- y dos solicitudes en Tarragona y Blanes están pendientes de revisión.

En Mollet, las obras para estrenar su primer bingo han levantado protestas. La ordenanza municipal impide que se establezca en núcleos habitados y a menos de 100 metros de un centro docente o sanitario, pero el local se escapa de las prohibiciones: está cerca de la autopista y a 180 metros de una escuela. Los ayuntamientos de Badalona y Mollet alegan que tienen las manos atadas porque es la Generalitat quien concede los permisos de apertura. El departamento de Economia matiza que, para solicitar la autorización, las empresas tienen que presentar un certificado urbanístico del consistorio que acredite el uso recreativo del local.

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