Coronavirus

La opción balear: el toque de queda encubierto

El gobierno de Francina Armengol esquiva el rechazo judicial al confinamiento nocturno con la prohibición de reuniones de no convivientes entre la 1 y las 6 de la madrugada

Marta Rodríguez Carrera / Toni Jaume Martorell
4 min
Policies y guardias civiles patrullando por la zona de ocio de la localidad mallorquina de Magaluf

Barcelona / PalmaPoco a poco los toques de queda impuestos en esta quinta oleada del coronavirus, marcada por la alta transmisión de la variante delta, se van levantando del territorio español y el mapa de restricciones se centra, básicamente, en limitaciones horarias y de aforos en los sectores de la restauración y del ocio nocturno. Así, solo 6 de las 17 comunidades autónomas mantienen a estas alturas confinamientos nocturnos, y ninguna en todo su territorio, sino que lo hacen selectivamente, en las localidades donde el riesgo de contagio todavía es muy alto, en líneas generales por encima de los 250 casos por cada 100.000 habitantes durante siete días. Sin ir más lejos, Catalunya, donde el Govern intentó cambiar los criterios para convencer al Tribunal Superior de Justicia de Catalunya para poder mantener el toque de queda en las grandes ciudades, no lo ha conseguido y el confinamiento nocturno solo sigue vigente en 19 municipios

Los jueces cada vez ponen más trabas a la hora de avalar los toques de queda alegando que la actual situación epidemiológica no justifica recortar un derecho fundamental como la libertad de movimientos para combatir las aglomeraciones de gente, porque no deja de ser una cuestión de orden público. En Catalunya, el Govern ha propuesto toques de queda que se revisan cada semana, mientras que en el País Valenciano la restricción estará vigente hasta el 6 de septiembre. Pero, ¿hay alternativas? La Generalitat no ha avanzado, de momento, si piensa volver a intentar convencer al TSJC con nuevos criterios y medidas, ni qué movimiento plantea para intentar reducir al mínimo las aglomeraciones en grandes ciudades y en los municipios turísticos, donde los botellones son frecuentes sobre todo cuando bajan la persiana los bares y restaurantes. 

En las Islas Baleares, y después en Murcia, se ha optado por una fórmula que se podría bautizar como toque de queda social o encubierto: los gobiernos respectivos prohíben las reuniones nocturnas con no convivientes, en todas partes, en espacios públicos y privados, en la calle y en casa. El objetivo del gobierno de Francina Armengol es evitar aglomeraciones en las zonas de ocio y también en los polígonos industriales, donde centenares de personas se reunían para continuar la fiesta. En definitiva, es una medida restrictiva que ha pasado los filtros judiciales –se aprobó después de que el Tribunal Supremo anulara el toque de queda en las Islas el 3 de junio, a raíz de un recurso de la Fiscalía– porque es más suave. Restringe el derecho de reunión, pero no el de movimiento y, en la práctica, consigue reducir la interacción permitiendo la libre circulación si se siguen las medidas higiénicas de la pandemia, la distancia y mascarilla.  

El 22 de julio el Tribunal Superior de Justicia de las Islas Baleares avaló prohibir reuniones sociales entre la una y las seis de la madrugada y, en este mes, se ha comprobado la eficacia de la medida: según ha informado la consejería de Salud balear, en los últimos quince días la cifra de casos detectados por cada 100.000 habitantes se ha reducido un 50% y el archipiélago se va acercando, progresivamente, al final de la quinta oleada con el objetivo de conseguir la calma epidemiológica. De hecho, la medida ya se ha empezado a retirar. Desde este lunes la limitación ya no se aplica en Menorca, y en Formentera se aplica a partir de las dos. Hace dos semanas, en las Baleares se registraba la incidencia acumulada de coronavirus más elevada de España, con 863,1 casos por cada 100.000 habitantes los últimos 14 días, y ahora es de 415. Partiendo de unos datos más bajos, en el mismo periodo, con el toque de queda activo en las poblaciones con más incidencia, en Catalunya también se ha reducido la incidencia a la mitad y ahora es de 291 positivos por cada 100.000 habitantes.

Pasaportes denegados

Los tribunales tampoco han avalado los intentos de gobiernos como el gallego de aceptar la obligación de presentar pasaporte covid o pruebas diagnósticas para poder entrar en bares, restaurantes o gimnasios, una medida que la Generalitat ha descartado hasta que todo el mundo haya tenido la posibilidad de vacunarse.

En lo que sí coinciden todas las comunidades, aprovechando sus competencias en la materia, es en actuar sobre el ocio nocturno, de diferentes maneras. Desde el cierre absoluto, como han hecho Catalunya o el País Vasco, a solo del interior, como es el caso de Galicia o Asturias. La medida más habitual, sin embargo, es la de limitar el aforo y los horarios de apertura para evitar que haya gente en la vía pública a partir de la una o las dos de la madrugada.

Mientras tanto, los datos actualizados del ministerio de Sanidad constatan que sigue la tendencia a la baja de la incidencia acumulada, que se sitúa en los últimos 14 días en una media estatal de 317 casos por 100.000 habitantes, después de haber conseguido bajar en 28 puntos desde el viernes, cuando se hizo el último recuento. Asturias, con 145 casos, destaca porque es la única comunidad que ha conseguido dejar atrás el riesgo extremo de rebrote que hay en la mayoría de territorios españoles, y con 145 casos se sitúa en un riesgo medio, seguida también de las Canarias, que presenta 218 positivos.

La variante delta, surgida en la India hace unos meses, se encuentra detrás de este repunte inesperado de infecciones y en España es la causante de nueve de cada diez contagios, excepto en Castilla y León, Extremadura, la Rioja, Madrid y Extremadura. Por el contrario, en Navarra casi ha acabado con los otros troncos, como el alfa (conocido como la variante británica, que era la predominante a principios de año) y ya supone el 97% de la transmisión.

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