Restricción de coches en el cap de Creus: "Para los vecinos es cojonudo, para los comercios una guarrada"

Algunos visitantes critican el precio del bus lanzadera y los restauradores lamentan que no les han tenido en cuenta

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Desde el pasado 11 de junio sólo se puede acceder en el Cabo de Creus a pie, en bici o con el buzo lanzadora

Cadaqués“Para los vecinos es cojonudo pero para los comercios es una guarrada. Somos un pueblo turístico, nos guste o no, y si no dejamos que venga la gente… ¡No sé de qué vivirán!” Con esta frase resume Cisco, un vecino de Cadaqués, el recibimiento en el pueblo de las nuevas restricciones para acceder en coche o moto al cap de Creus. Desde el 11 de junio solo se puede entrar a pie, en bici o con el bus lanzadera, del que ya hay bastantes quejas por el servicio: no están claros los horarios y cuesta 8 euros por adulto. Desde el Ayuntamiento admiten que hay aspectos que hay que mejorar, como por ejemplo la señalización, pero creen que la medida es fundamental para preservar el parque natural y evitar imágenes como las del año pasado, con picos de 1.500 coches aparcados en cualquier rincón del espacio.

Hace unos años, en la época del gobierno tripartito, se planteó la prohibición de coches al cap de Creus, pero la propuesta levantó una polvareda tan grande que se dejó en un cajón… Hasta que llegó el coronavirus. Tras el confinamiento, los espacios naturales como el del Alt Empordà sufrieron la llegada masiva de visitantes, lo que llevó al Govern a regular y limitar el acceso motorizado a los parques naturales este verano. Y a pesar de que todos, también los opositores, creen que es importante gestionar y regular el número de vehículos, han aparecido algunas quejas, como por ejemplo el servicio de bus lanzadera.

“No hay horarios ni sombra para esperarlo, tenemos a los niños desesperados. ¡Y nos da miedo ir a buscar agua y que justo llegue el bus y lo perdamos!”, lamentaba Griselda. Expresaba dos de las principales críticas: dicen que pasa cada 20 minutos, pero no está claro si es a la ida o a la vuelta, ni cuándo se empiezan a contar; y no hay ningún espacio protegido del sol en ninguna de las tres paradas de la lanzadera. Ahora, el malestar más grande es con el precio: 8 euros los adultos ida y vuelta, y 5 euros los niños de entre 3 y 12 años. “No es asumible para la mayoría de familias tener que pagar 31 euros por un autobús que recorre tan solo unos metros. No se entiende que una T-10, con diez viajes por toda Barcelona, cueste 11 euros y este bus 8 euros”, lamentaba también Oliver, que iba con su mujer y tres hijos.

Por el contrario, otros visitantes como Marta y Laura, de Girona, celebraban las restricciones: “El año pasado fue horrible, no se podía pasar a ninguna parte y era muy peligroso porque no hubieran podido pasar ni las ambulancias ni los bomberos” Marc, que es ciclista y de Begur, ve con muy buenos ojos que se pueda acceder a pie o en bici sin limitaciones: “Es una muy buena manera de preservar este paisaje tan espectacular y de fomentar también el ejercicio físico”.

"Nos está perjudicando muchísimo"

Ahora, los principales perjudicados por la prohibición son los dos restaurantes que hay situados junto al faro: el Sa Freu y el Cap de Creus. Los dos encargados se muestran partidarios de todas las medidas que sirvan para conservar el espacio, pero creen que el método escogido no es el idóneo: “Hace un año y medio que prácticamente no trabajamos y ahora el Ayuntamiento pone esta restricción sin tenernos en cuenta. Nos está perjudicando muchísimo: ha bajado mucho el trabajo y nuestra temporada turística es muy corta, no son ni dos meses”.

Además de la caída de clientes, los dos establecimientos se han encontrado que las restricciones les suponen una carga de trabajo que nadie les compensa. Antes de nada, porque tienen que apuntar las matrículas de los clientes que tienen reserva y después enviarlas al Ayuntamiento, para evitar que les multen. Y, además, tienen que informar ellos de los horarios y del precio del bus, porque no hay ningún cartel ni folletín que los especifique. “Muchos clientes están enfadados porque no sabían que no podían subir en coche, y otros nos han dicho que no volverán, sobre todo gente mayor que venía de Francia”, lamentan en Sa Freu. “Hace años que nos esforzamos para que el restaurante sea para todo el mundo, con platos para todos los bolsillos, pero con esta medida quieren convertir el parque natural en un espacio elitista, como una nueva Marsella”, añaden en el Cap de Creus.

La alcaldesa de Cadaqués, Pia Serinyà, admite que faltan partes por mejorar pero recuerda que es una prueba piloto y que todo se puede hablar. De hecho, hace una valoración muy buena de las dos primeras semanas de funcionamiento: “El puente de San Juan tuvimos prácticamente los mismos visitantes que el año pasado, pero el número de coches cayó en picado. Por lo tanto, hemos cumplido el objetivo”. Sin embargo, afirma que trabajan para mejorar la señalización porque mucha gente no ve que está prohibido subir en coche y se da cuenta una vez está arriba.

Los restauradores y el Ayuntamiento se reunirán esta semana para intentar llegar a un acuerdo que permita a los establecimientos aprovechar la temporada turística y, a la vez, que se pueda preservar y conservar todo el espacio natural.

Quejas por el precio para aparcar en el Trabucador del Ebre

Otro espacio natural que ha regularizado el acceso con vehículos es el delta del Ebre. Este fin de semana ha sido el primero en que los visitantes han tenido que pagar para aparcar en una de las 700 plazas habilitadas en la playa del Trabucador: 5 euros los coches, 8 las autocaravanas y 3 las motos. La medida ha levantado disparidad de opiniones entre los bañistas: muchos la consideraban acertada, pero otros creían que era una acción recaudatoria. “Es lógico pagar, pero el precio es una barbaridad”, opinaba a ACN uno de los visitantes, Fernando. La nueva regulación, que también prohíbe pernoctar, se mantendrá hasta el 31 de agosto.

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