Intentan quemar vivo a un sintecho en el barrio del Raval de Barcelona

Tres jóvenes de estética neonazi han rociado a la víctima con gasolina mientras dormía

La fachada del Gimnasio Social Santo Pau
10/02/2021
3 min

BarcelonaSe llama Fouzi, pero en el barrio lo conocen cariñosamente como Cucu, y está convencido de que hoy el trabajador de seguridad del Gimnàs Social Sant Pau del Raval, Aurelio Vázquez, le ha salvado la vida. Él dormía dentro de su saco de dormir, en la calle, en un espacio protegido que utiliza a veces si llueve o hace viento, cuando un grupo de tres jóvenes con estética neonazi lo ha rodeado y lo ha rociado con gasolina. Eran las ocho de la mañana y el ataque no ha ido a más porque Aurelio lo ha impedido. Vestido de uniforme negro y con unas esposas en el bolsillo, ha llamado la atención de los tres atacantes cuando los ha visto lanzar un líquido sobre el hombre sin techo, a quien conoce porque es usuario del gimnasio social: dos han salido corriendo por la ronda Sant Pau en dirección al mercado de Sant Antoni y el tercero se ha encarado al trabajador de seguridad con insultos y, finalmente, también se ha escapado. El vigilante ha comprobado que el líquido era gasolina.

Cucu aún dormía cuando ha oído los gritos de Aurelio y ha entendido lo que había pasado cuando ha llevado agua para limpiarlo. "Menos mal de él, yo no he visto nada y con el saco no habría podido correr. Menos mal de él", repetía esta mañana, mientras especulaba con lo que habría podido venir después de la gasolina. Agentes de los Mossos y los responsables del Gimnàs Social Sant Pau lo han convencido de la necesidad de denunciar los hechos "para que esto no le pueda pasar a nadie más". Para el Ayuntamiento está claro que la agresión se debe investigar como una "tentativa de asesinato".

"La ropa que llevaba habría quemado muy rápido", lamentaba él, aún sentado muy cerca de donde ha pasado todo, a poco más de un metro de la puerta del gimnasio. Tiene 56 años, es argelino y hace cuatro meses que vive en la calle tras el cierre de los hoteles donde trabajaba. "Los juzgará Dios", repetía esta mañana, con el susto en el cuerpo.

"No soy un héroe, solo he hecho mi trabajo", explicaba Aurelio, mientras señalaba la mancha que la gasolina había dejado en el suelo y lamentaba no haber podido atrapar a los tres atacantes. Ahora la policía ya ha empezado a buscar a testigos y pedir las grabaciones de las cámaras de seguridad de establecimientos cercanos para intentar identificarlos. Cuando han llegado los agentes de la Guardia Urbana, poco después de las ocho de la mañana, ya no quedaban rastros de los tres jóvenes.

"Tentativa de homicidio"

Para el Ayuntamiento de Barcelona no hay dudas de que lo que se ha vivido hoy en el barrio del Raval es una "tentativa de homicidio". Así lo ha remarcado el concejal de Derechos de Ciudadanía, Marc Serra, que se ha acercado al gimnasio acompañado del concejal de Ciutat Vella, Jordi Rabassa, y de la comisionada de Acción Social, Sonia Fuertes. La prioridad de hoy de la acción municipal era garantizar que el hombre atacado tuviera un espacio donde estar "tranquilo" durante los próximos días, y también recoger información para denunciar la agresión a la Fiscalía de Delitos de Odio.

"El ataque de hoy no puede quedar impune", ha insistido Serra, que ha descrito la acción como un ataque "a nuestro modelo de convivencia", como una "agresión cobarde" con el agravante de dirigirla a una persona vulnerable.

"Esto es lo que ocurre cuando se da espacio a las ideas de la extrema derecha", sentenciaba Santi González, trabajador del gimnasio, convencido de que discursos en campaña como los de Vox han incitado "al odio". Muy cerca del gimnasio está el centro LGTBI de Barcelona, en la calle Borrell, que, como recuerda González, hace unos días también fue atacado con pintadas homófobas: "Son las consecuencias de los discursos que incitan al odio".

"Es un delito claro de odio", coincide la Mesa del Tercer Sector, que ha remarcado en un comunicado que el ataque al sintecho es "un ejemplo inequívoco de aporofobia", un fenómeno social que se expresa a través del rechazo o el odio hacia personas en situación de pobreza y exclusión. La Mesa, que agrupa a 3.000 entidades, remarca que en el actual contexto de campaña electoral es "imprescindible" evitar los discursos y el lenguaje de odio.

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