Salud

El calor extremo causó unas 48.000 muertes en Europa en 2023

Un estudio constata que es el segundo año más mortífero de la década y que las altas temperaturas se ceban con el sur de Europa

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Un turista refrescando en una fuente del centro de Barcelona, en una imagen de archivo.

BarcelonaLas oleadas de calor extremo que se vivieron el año pasado en toda Europa dejaron hasta 47.690 muertes, 1.139 de ellas en Catalunya. Se trata del año más cálido registrado a escala mundial y el segundo con mayor mortalidad asociada a las altas temperaturas de la última década, según un estudio liderado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y publicado en la revista científica Nature Medicine. Sin embargo, los investigadores advierten que la vulnerabilidad al calor de los ciudadanos europeos ha disminuido progresivamente a lo largo del siglo y calculan que, sin los procesos de adaptación social, la carga de mortalidad durante el pasado año habría sido hasta un 80 % más elevada.

El estudio revela que el año pasado 8.352 personas (5.180 hombres y 3.165 mujeres) murieron a causa del calor en España, lo que sitúa al país como el segundo con mayor mortalidad, sólo por detrás de Italia, en la que se produjeron 12.743. En este sentido, el estudio señala que los países con tasas más altas de mortalidad relacionada con el calor se encuentran en el sur de Europa: Grecia (393 muertes por millón), Bulgaria (229 muertes por millón), Italia (209 muertes por millón), España (175 muertes por millón), Chipre (167 muertes por millón) y Portugal (136 muertes por millón).

En el caso catalán, las defunciones se elevan hasta las 1.139. Barcelona fue la zona más afectada con 839 muertes, seguida por Tarragona con 138. En Girona se produjeron 98 y en Lleida, 63. En conjunto, la tasa de mortalidad relacionada con el calor fue un 55% más alta en mujeres que en hombres, y un 768% mayor en personas mayores de 80 años que en personas de entre 65 y 79 años.

Sin grandes anomalías térmicas

La investigación se basa en registros de temperatura y mortalidad de 823 regiones de 35 países europeos durante 2015 y 2019 para ajustar modelos epidemiológicos y estimar la mortalidad relacionada con el calor en cada región europea el año pasado. Esta metodología reproduce la utilizada el año pasado en otro trabajo publicado en Nature Medicine que calculaba que las altas temperaturas habrían provocado 60.000 defunciones en Europa en el 2022, la mayor carga de mortalidad relacionada con el calor de la última década.

Ahora bien, si ese verano de récord se caracterizó por temperaturas extremas persistentes en la parte central de la estación (desde mediados de julio hasta mediados de agosto), el año pasado no se registraron grandes anomalías térmicas durante las mismas semanas. Sin embargo, dos episodios de altas temperaturas habrían sido responsables de más del 57% de la mortalidad global estimada, causando más de 27.000 muertes.

La adaptación social al calor evita hasta el 80% de las muertes

Con el objetivo de comprobar si la vulnerabilidad al calor en Europa ha disminuido, los científicos compararon los datos de temperaturas y mortalidad de 2023 con los de los períodos 2000-2004, 2005-2009, 2010-2014 y 2015-2019. Este método les permitió concluir que si las temperaturas registradas en 2023 se hubieran producido entre 2000 y 2004, la mortalidad estimada relacionada con el calor habría superado las 85.000 víctimas por la falta de adaptación a las condiciones térmicas extremas. En el caso de las personas mayores, el número de muertos se habría duplicado: habría pasado de los 1.102 a más de 2.200.

"Ha habido procesos de adaptación de la sociedad a las altas temperaturas durante este siglo que han reducido drásticamente la vulnerabilidad al calor y la carga de mortalidad de los últimos veranos, especialmente entre las personas mayores", apunta la primera autora del estudio e investigadora del ISGlobal, Elisa Gallo. Algunos ejemplos son la instalación de sistemas de refrigeración como los aires acondicionados, la concienciación a resguardarse del sol en las horas más agresivas de calor y la habilitación de refugios climáticos o las intervenciones comunitarias (como dar agua y gorras) para personas vulnerables por la edad. La investigadora lo concluye aduciendo el "progreso socioeconómico general, las mejoras en el comportamiento individual y las medidas de salud pública". Sin embargo, advierte de la necesidad de aplicar estrategias encaminadas a reducirla más para hacer frente a los veranos "aún más cálidos" que se avecinan.

"Sigue siendo necesario un seguimiento exhaustivo del impacto del cambio climático en las poblaciones vulnerables y la puesta en marcha de planes de prevención más eficaces. Vigilamos muy bien la temperatura, pero no del mismo modo los impactos sobre la salud ", lamenta en la Agencia SMC Dominic Royé, responsable de ciencia de datos en la Fundación para la Investigación del Clima. "La adaptación social al aumento de las temperaturas ha desempeñado un papel crucial en la prevención de la mortalidad en Europa, pero sigue siendo insuficiente", asegura.

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