"Cuando dejamos de trabajar nos salen todos los males"
Hablamos con la fisioterapeuta Laura Poblet Pedrol sobre las molestias físicas que llegan con el verano
BarcelonaEl trabajo de Laura Poblet Pedrol cambia radicalmente cuando llega el verano, y no para que ella se coja vacaciones. El motivo son nuestros cuerpos, que de repente empiezan a experimentar dolores repentinos. "Es automático: cuando dejamos de trabajar, nos salen todos los males", sentencia esta fisioterapeuta desde el local de La Físio, su consulta en el barrio barcelonés del Guinardó. Su agenda de los meses de verano lo confirma: repunte de citas de gente de todas las edades con daños propios de esta época del año.
Primer capítulo: las molestias en los pies, “los grandes olvidados de nuestras vidas” y los primeros en notar las consecuencias de la llegada del calor. "El cambio de calzado provoca dolores a mucha gente", explica la fisioterapeuta, que este verano está tratando más casos que años anteriores de fascitis plantares. El problema es que, durante los meses de frío, las zapatillas y zapatos cerrados han acostumbrado nuestros pies a no trabajar –“Al ir cogidos, casi ni se mueven”– y, cuando llega el verano, los cargamos de trabajo.
Nunca hayamos sentido molestias en los pies o no, Poblet Pedrol pide que reconsideremos una acción que hagamos pete quien pete cada año y que nos es tan gustosa: pasarnos al calzado abierto cuando llega el buen tiempo. “Si nos ponemos sandalias o chancletas de un día para otro, el pie sufrirá, porque de repente irá demasiado poco sujetado y con una sola más dura y plana; entonces se cargará la zona y probablemente también nos hará daño la espalda”, expone. Ahora, sin embargo, ya acaba el verano... ¿El consejo llega demasiado tarde? “¡No, al contrario!”, exclama riendo la fisioterapeuta. La solución es fortalecer el pie (y el cuerpo por lo general) durante el invierno. “Durante los meses de frío, va bien ir descalzos a ratos para que el talón toque el suelo, y realizar estiramientos y ejercicios para fortalecer el cuerpo”, dice Poblet Pedrol. ¿Y cuando vuelva el calor? "Una opción buena es encontrar un calzado intermedio o hacer el cambio lo más progresivamente posible, no de un día para otro", aconseja.
Segundo capítulo: los dolores de espalda, sobre todo en la zona de las cervicales y las lumbares. Estos dolores también son muy comunes en esta época del año, pero suelen aparecer más tarde, cuando llevamos a cabo actividades típicamente estivales, como leer en la playa, dormir fuera de casa, removernos en cama las noches más calurosas o realizar trayectos largos en coche o avión. “Venimos de trabajos estáticos o con movimientos repetitivos, de hacer poco ejercicio... ¡Y de repente nos entran muchas ganas de salir a caminar, de nadar, de viajar, de hacer excursiones en bici! Entonces la espalda, que ha estado once meses sin hacer apenas nada, protesta: ¿qué, ahora crees que no me quejaré?”, sentencia Poblet Pedrol.
Para evitar este segundo tipo de males, la fisioterapeuta también tiene algunos consejos. Si te gusta leer en la playa, “lleva siempre una silla o algún elemento que te mantenga la espalda recta”, y, si te olvidas, “ves cambiando de posición cada pocos minutos en la toalla, te pongas como te póngase nunca estarás cómodo”. Si quieres hacer excursiones, recuerda: “Sé consciente de tus limitaciones; es decir, si llevas meses sin entrenar con regularidad, no quieras subir la Pica d'Estats, empieza por Collserola –sostiene–. Y si igualmente subes, hidrátate y sale a andar al día siguiente”.
Último consejo, y seguramente el más difícil: haz ejercicio de forma regular, aunque sea de baja intensidad. “¡Al cuerpo no le gusta estar quieto! El pilates o el yoga son buenas opciones para empezar y para mantener, también salir a andar. En realidad, cualquier ejercicio que te guste es una buena opción; cuando te lo pasas bien, ¡generas endorfinas y eso es el mejor tratamiento para el dolor!”, asegura Poblet Pedrol, consciente de que las horas que dedicamos a trabajar también tienen un impacto directo en la salud de nuestros cuerpos. "Con un millón de euros en el banco y sentados bajo una palmera, ¡seguramente no tendríamos tantos dolores!", clama, divertida.
Esta fisioterapeuta siempre dice a sus pacientes que las molestias del cuerpo pueden ser “habituales”, pero nunca debemos considerarlas “normales”. "Debemos vivir sin dolor, sea verano o invierno", concluye.