Salud

Las muertes por infarto de miocardio no bajan desde hace una década

Un estudio constata que el ritmo de nuevos casos se ralentiza, y el pronóstico de los pacientes catalanes mejora respecto al de hace 30 años

La entrada de Urgencias del hospital de Figueres

BarcelonaEl infarto de miocardio es la principal causa de muerte en el mundo y el mayor gasto sanitario. Ahora bien, su incidencia en Cataluña cayó de forma continuada entre 1990 y 2019. Esto significa que el número de casos nuevos de esta enfermedad por cada 100.000 habitantes descendió año tras año durante este período, en el que también va mejorar el pronóstico de los pacientes que la padecen. En concreto, los diagnósticos han descendido a un ritmo de un 1% anual en mujeres y de un 4% en hombres, y el porcentaje de pacientes que mueren por esta enfermedad ha caído hasta el 15% a los 28 días después de sufrir un infarto. Ahora bien, el ritmo de descenso de las defunciones se ha estancado en la última década, según un estudio del grupo Registro Gironí del Cor (Regicor) del instituto de investigación del Hospital del Mar que publica este miércoles la Revista Española de Cardiología.

"Quizá nos hemos acercado al máximo al que podemos llegar con asistencia y prevención y puede que a partir de aquí sea muy complicado bajar", valora para el ARA el investigador principal del estudio y coordinador del grupo, Jaume Marrugat: El especialista ha hecho un seguimiento exhaustivo de esta patología durante 30 años en la demarcación de Girona y, tras analizar 4 millones de ingresos en el hospital y 70.405 muertes, destaca que la atención del infarto de miocardio ha mejorado mucho, sobre todo en las muertes repentinas por esta enfermedad, que son las que se producen antes de que la persona llegue al hospital.

Con el despliegue de desfibriladores automáticos y de los equipos de emergencias de acceso rápido del Código Infarto a las poblaciones catalanas, se ha pasado de un 40% a un 15% en mortalidad repentina por esta enfermedad. Además, la supervivencia de las personas que sufren un infarto y que llegan al hospital es actualmente del 95%. Sin embargo, estos indicadores están congelados desde hace una década y los profesionales no logran rebajar sus cifras. "La mortalidad es muy baja y cuesta muchísimo bajarla, está atascada", insiste Marrugat.

Según los datos con los que han trabajado los investigadores, la incidencia de esta enfermedad en hombres era tres veces mayor que en mujeres hace 30 años, por lo que justifican que el número de casos haya descendido más en los hombres que en las mujeres. Hay otros estudios que apuntan a que la tasa de mortalidad por esta cardiopatía en hombres se sitúa en el 9% de los casos, mientras que en mujeres la cifra se dispara hasta el 18%. Estos estudios achacan esta diferencia a un sesgo de género que conlleva retrasos en el diagnóstico, incluso confusión con otras enfermedades, ya dificultades para identificar los síntomas. Según esta investigación del grupo Regicor, hace 30 años las mujeres tenían un mayor riesgo que los hombres de morir en la fase aguda del infarto a pesar de tener una incidencia de la patología tres veces más baja, pero ahora esta diferencia ha desaparecido.

Frenar los infartos con "imaginación"

Marrugat ha destacado las políticas de prevención que realizan los profesionales de atención primaria para reducir el número de muertes, ya que los estilos de vida como el sedentarismo, fumar tabaco y tener diabetes influyen directamente en el riesgo de una persona de sufrir un infarto . Por tanto, para reducir la incidencia es necesario promover hábitos de vida saludables, aunque un 50% depende de la genética de cada persona. El investigador cree que hay que encontrar "soluciones imaginativas" para continuar rebajando el número de casos y la mortalidad asociada mientras no llega un cuidado para la arteriosclerosis, la enfermedad que provoca el endurecimiento de las arterias por la acumulación de grasas, colesterol y otras sustancias en los vasos sanguíneos. Esta condición provoca el 95% de los infartos y el 5% de los ictus.

El autor de la investigación propone poner el foco en la muerte súbita por infarto. Una solución que cree que podría servir para rebajar la mortalidad es llevar a cabo un curso de reanimación cardiopulmonar en las escuelas catalanas para que todo el mundo aprenda a realizar las maniobras que garantizan la supervivencia de un paciente cuando tiene un infarto: se asegura la oxigenación de los órganos cuando la circulación sanguínea de una persona se detiene, especialmente el corazón y el cerebro. "La diferencia entre hacer o no maniobras es la vida o la muerte", sentencia Marrugat. La otra medida que ve conveniente es hacer una mayor pedagogía sobre los síntomas del infarto de miocardio, porque muchas personas no reconocen o directamente los niegan cuando los tienen.

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