Por las curvas del Pirineo hasta Perpiñán: caen los contrabandistas de migrantes
La policía francesa detiene a quince personas y acaba con una red que realizó 600 viajes en dos años

BarcelonaPasan los años, pero las tácticas se repiten. Por las mismas curvas sinuosas donde tiempo atrás los contrabandistas catalanes entraban tabaco, comida e incluso personas, un grupo criminal de contrabandistas franceses pasaba migrantes vulnerables recién llegados a Catalunya. Buscaban carreteras secundarias, estrechas y poco transitadas y el precio por travesía iba de 150 a 300 euros. Un precio que las autoridades francesas han admitido que era bajo, y que vinculan a la dura competencia entre clanes. El punto de partida era Cataluña. El destino, la Cataluña del Norte. En concreto, Perpiñán, donde les ofrecían otras rutas para llegar, por ejemplo, a Alemania.
Este viernes, el fiscal de Marsella, Nicolas Bessone, ha anunciado que la policía francesa ha desmantelado una banda de contrabandistas que en dos años —según los cálculos de los investigadores— habían realizado más de 600 viajes, traficando con casi 2.000 personas. Pasaban por las rutas en las que se hacía el contrabando de posguerra, desde el Empordà hasta el Pirineo, pero también por donde ahora se pasan kilogramos y kilogramos de droga. "Tenían cierta similitud con el narcotráfico. La mercancía no son fardos de cannabis, sino seres humanos en situación de precariedad", ha señalado el fiscal. Los migrantes mayoritariamente eran de nacionalidad argelina o procedentes del África subsahariana.
Bessone ha celebrado un hito poco común: han podido desarticular la red al completo. "Este tipo de desmantelamiento de una red tan organizada es bastante raro, porque aquí, realmente, desmantelamos toda la estructura, con todos los intermediarios", ha afirmado el fiscal en una conferencia de prensa. Más de setenta policías a ambos lados de la frontera detuvieron a quince personas, cinco de ellas en España, cuatro en Perpiñán y seis en Marsella.
Tres células y una escisión
Las ubicaciones de los arrestos ejemplifican la estructura del grupo criminal, que tenía una célula en España que se encargaba de la captación; una en Perpiñán, con el rol preponderante de un hotelero, y una última en Marsella formada por un clan familiar. La mayoría de detenidos, algo frecuente en estos casos, eran de la misma nacionalidad que las víctimas.
De hecho, se produjo una escisión dentro de la célula de Marsella, y varios decidieron abrir su negocio aparte. En lugar de por tierra, el contrabando de personas sería por mar y desde sus países de origen. El viaje era de Argelia a Murcia y ya tenía un coste mucho mayor: unos 9.000 euros por travesía. Sin embargo, el negocio no acabó de salir bien porque la policía española interceptó su barco antes de que pudiera hacer el primer viaje.