"Si tienes miedo de la violencia machista, ven a mi casa"

Mujeres inglesas se organizan para proteger a las víctimas de las agresiones recurrentes después de la derrota de la selección de su país

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Una imagen de la campaña contra la violencia machista con la sangre que mana  de la nariz hacia la boca de una mujer dibujando la cruz de Sant Jordi, el emblema nacional de Inglaterra

Antes de que el árbitro pitara la final de la Eurocopa en la que Italia venció a Inglaterra, el miedo y la solidaridad corrían por las casas inglesas y por las redes sociales, respectivamente. "Cualquie mujer en el este de Londres preocupada por la violencia machista esta noche que me mande un mensaje directo y le daremos una coartada para que se quede en nuestra casa", escribía la activista Kate Flood en Twitter para ofrecer un lugar seguro a las miles de mujeres que, según las estadísticas, son víctimas de golpes y agresiones de sus parejas después de un partido de fútbol. Su llamamiento tuvo réplica en otras localidades del país, con mujeres ofreciendo una cama o un techo para pasar el peligro de la noche de la derrota.

Durante toda la Eurocopa, el Centro Nacional contra la Violencia Doméstica [nomenclatura que todavía se utiliza en Inglaterra, pero no en Catalunya desde hace años] ha ido alertando y haciendo pedagogía para evitar que se repita el comportamiento de otras competiciones o partidos de fútbol trascendentales en los que los hombres pegan a sus parejas cuando acaba el partido. En un estudio de 2014 elaborado por la Universidad de Lancaster se concluyó que, cuando la selección inglesa ganaba o empataba un partido, la violencia machista crecía en un 26%, una cifra que se ensartaba hasta el 38% en el supuesto de que los once jugadores salieran derrotados.

Más recientemente, el Centro para el Rendimiento Económico también ha estudiado el vínculo entre el fútbol y la violencia. A principios de mes, ha publicado las conclusiones de cruzar 523.546 incidentes de abusos denunciados a la policía del Gran Manchester entre los años 2012 y 2019 durante 780 partidos jugados por el Manchester City y el Manchester United. Según el estudio, el patrón de los hombres violentos durante los 90 minutos de juego va cambiando a medida que avanza el tiempo. En las dos horas que la pelota está en juego, la violencia aumenta apenas un 5%, porque el público básicamente tiene toda su atención en las jugadas en el campo y en beber cerveza. Pero, una vez acaba el partido, la ira se dirige hacia las mujeres y las consultas telefónicas a la policía aumentan durante las siguientes diez o doce horas.

Estas horas coinciden, señala otro informe de la London School Economics, con el tiempo que dura la postresaca, regada con alcohol, que actúa como desinhibidor y desencadenante presente en la mayoría de las violencias relacionadas con el fútbol. En hombres que no beben no se detecta este comportamiento agresivo, sea cual sea el resultado de su equipo.

Para romper este vínculo de alcohol y violencia, los autores de la investigación apuntan que se podría copiar la iniciativa de Francia de prohibir la venta de bebidas alcohólicas en estadios deportivos, pero, sobre todo, inciden que se puede actuar en el calendario del fútbol, promocionando los partidos en los días laborables o en horario de tarde-noche. El análisis concluye que los peores comportamientos pasan después de partidos al mediodía, que permiten a los aficionados estar bebiendo durante toda la jornada.

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