Barcelona

Convivir con 33 pisos turísticos: "Vivimos en un hotel encubierto"

Vecinos de la calle Tarragona explican las molestias de compartir blog con turistas

Un grupo de turistas entrando en un bloque de pisos con apartamentos turísticos y en los que viven vecinos.
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BarcelonaSon las 11 de la mañana y un grupo de personas se acumula en la puerta del número 84 de la calle Tarragona. Los interfonos del edificio están estropeados y la portera lo explica en varios idiomas para que todo el mundo lo entienda. La mayoría de los que le escuchan son turistas que salen del blog equipados con bañador y sandalias con calcetines para pasar el día visitante "los 10 lugares imprescindibles para conocer Barcelona". También los hay que entran cargados con grandes maletas y bolsas de supermercado llenas de comida y botellas de alcohol. Dentro del portal hay tres escaleras de doce pisos cada una. En total, 120 viviendas y dos plantas de oficinas son propiedad de una misma familia. El blog está gestionado por la Inmobiliaria Gallardo.

Maite y Enric llevan 24 años en este edificio y han tenido allí a sus hijos. A finales del 2022 empezaron a observar un gran movimiento de vecinos que se iban a vivir a otro sitio. Pronto se enteraron de que algunos inquilinos habían recibido una carta en la que se les informaba que disponían de un mes para marcharse de su casa, y que la decisión era "innegociable". El propietario del blog había solicitado licencias para hacer pisos turísticos. En ese momento, los afectados contactaron con el Sindicato de Vivienda del Eixample, ahora adherido al Sindicato de Vivienda Socialista de Cataluña (SHSC), para intentar reconducir la situación. Finalmente, se encontró un resquicio legal que permitió frenar 69 de los 120 pisos turísticos del bloque de la calle Tarragona.

En total, fueron 33 las viviendas que pasaron a ser para turistas. Se distinguen fácilmente porque sus puertas ya no son de madera, clásicas, sino blancas e incorporan un mecanismo con una contraseña para acceder. En cada rellano de la escalera C, donde viven Maite y Enric, hay al menos una de estas puertas nuevas. Las obras para modificar las viviendas terminaron a finales de agosto del año pasado; por tanto, esta es la primera temporada de verano que los pisos turísticos funcionan a pleno rendimiento y, en consecuencia, que los vecinos perciben sus efectos.

La entrada del bloque de pisos.

El ruido es uno de los principales malestares del vecindario. "Si bien hay turistas que son muy respetuosos, otros creen que pueden hacer lo que quieren y que están solos en el edificio", explica el matrimonio. Las fiestas son habituales, sobre todo entre los grupos de jóvenes que visitan la ciudad, y los inquilinos se han encontrado con varias escenas que les dificultan el día a día. De hecho, una vecina que vive rodeada de pisos turísticos se ha encontrado a personas durmiendo en la puerta de su casa porque no recordaban el código de entrada, por ejemplo.

Maite dice que a menudo han tenido que avisar a la seguridad del edificio de madrugada porque no podían dormir por el ruido de la música que procedía de los pisos turísticos. A veces también sienten olor a marihuana y se han encontrado vómitos y bolsas de la basura abandonada en la escalera, explica. En una ocasión, recuerda, llegaron a contar a 28 personas saliendo de una fiesta en uno de los pisos.

Uno de los vecinos del blog de la calle Tarragona.
Un vecino que vive delante por delante con un apartamento turístico.

Durante los meses de verano, el calor agrava la situación porque cuando se realizaron las obras de remodelación de los pisos turísticos se instalaron las salidas de aire caliente de todos los aires acondicionados en el patio interior. "Por la noche tenemos que cerrar las ventanas porque el calor que nos entra es inaguantable", dice Maite.

La movilidad, añade Maite, es otro de los inconvenientes que encuentran. Su marido tiene 82 años y para subir hasta el undécimo piso donde viven le es imprescindible el ascensor. La cuestión es que, aunque existen dos por escala, uno siempre está estropeado por diferentes motivos, como el uso indebido o la sobrecarga. El matrimonio explica que los turistas suben con maletas grandes y no cumplen los límites de peso y personas. "Hace unos meses cayó el contrapeso de uno de los ascensores y nos asustamos mucho. ¡Suerte que no había nadie dentro! Al cabo de unos días, el segundo tampoco funcionaba y sólo podíamos utilizar las escaleras. Hubo gente mayor que se quedó encerrada en casa", se exclaman.

Organización vecinal

Durante este tiempo, alrededor de 60 vecinos y vecinas –que antes no se conocían a pesar de vivir en el mismo edificio– han puesto en común sus preocupaciones y han cerrado filas para convivir con los turistas de la mejor manera posible. Con todo, Enric y Maite explican que muchos vecinos se han ido marchando porque no soportaban la situación. "Vivimos en un hotel encubierto y el día a día se hace muy difícil", lamentan. Ellos tienen asumido que no les renovarán el contrato de alquiler cuando acabe el 2028 porque han dado "mucha guerra" al administrador, pero aseguran que aguantarán en el piso hasta el final. "Tenemos claro que no van a renovar a nadie, pero mientras tanto queremos luchar por nuestros derechos", dicen. Además, destacan que sin la ayuda del Sindicato de Vivienda no habrían sabido "ni por dónde empezar". "Si la experiencia del blog Tarragona sirve para ayudar en otros casos, nos llevaremos algo positivo", concluyen.

La portavoz del SHSC, Marina Parés, destaca que están trabajando para recoger todas las infracciones e incidentes que se cometan en el blog para poner una denuncia a la propiedad. "Vecinos y turistas no pueden convivir juntos. Es incompatible que la vivienda sea un derecho y una mercancía a la vez", explica. Además, también dice que "con este sistema Barcelona está dejando de ser para los barceloneses porque la gente no puede permitirse el precio de un alquiler y debe irse de la ciudad". Parés añade que en estos casos "el mobbing inmobiliario" al que se exponen los vecinos afecta a todos los inquilinos, tengan un contrato temporal o indefinido, y llama a "la organización y colaboración vecinal".

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