El cerebro podría reactivar él solo las enfermedades inflamatorias

Experimentos con ratones muestran que hay una memoria de la inflamación que puede facilitar el rebrote de la enfermedad

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Las enfermedades inflamatorioas  intestinales son enfermedades crónicas en que el sistema inmunitario ataca las tripas.

Las enfermedades inflamatorias pueden afectar a cualquier órgano del cuerpo. En estos trastornos interviene el sistema inmunitario, que genera una respuesta inespecífica cuyo objetivo es aislar a posibles agentes infecciosos. Aunque se conocen muy bien los mecanismos fisiológicos de los procesos inflamatorios, a menudo la causa original de la inflamación es desconocida, especialmente en los casos de inflamaciones crónicas. Unas de las afecciones más comunes y de las que a menudo se desconoce su origen son las enfermedades inflamatorias intestinales. Según un estudio publicado a mediados de 2021 por el Centro de Investigación Biomédica en Red del Instituto de Salud Carlos III, que pertenece al ministerio de Ciencia e Innovación, normalmente se inician durante la juventud y se van repitiendo en forma de brotes y otra vez en el transcurso de la vida de las personas afectadas, sin que se conozcan las causas de estos rebrotes.

Una relación poco conocida

En paralelo, hace más de dos décadas empezó a estudiarse la relación entre el sistema inmunitario y el sistema nervioso. Varios trabajos pioneros, realizados a finales de la década de 1990, demostraron que las terminaciones nerviosas que inervan los ganglios linfáticos contribuyen a regular la respuesta inmunitaria. La función de estos ganglios es filtrar las partículas extrañas, entre ellas bacterias y virus, y presentarlas a los glóbulos blancos que hay dentro de los ganglios para que inicien la respuesta de defensa.

Inflamación y sistema nervioso

Con estos precedentes, la investigadora Asya Rolls y sus colaboradores, de diversas universidades y centros de investigación de Israel y Estados Unidos, se preguntaron si existe alguna relación entre las enfermedades inflamatorias crónicas, en las que interviene el sistema inmunitario, y el sistema nervioso. Según han publicado recientemente en la revista científica Cell, la inflamación de determinados tejidos genera una huella neuronal en el cerebro, por lo que si se vuelven a activar las redes neuronales que mantienen la memoria de la inflamación inicial, aunque sea por causas ajenas al proceso inflamatorio, la respuesta inflamatoria vuelve a producirse.

Este descubrimiento permite pensar en una actuación sobre el origen cerebral de estas enfermedades crónicas con el objetivo de diseñar nuevos tratamientos.

El experimento

El equipo de investigadores encabezado por Rolls utilizó ratones para demostrar su hallazgo. En primer lugar, administraron a los roedores un producto químico que se sabe que produce inflamación intestinal y examinaron qué áreas del cerebro se les activaban de forma específica. Para su identificación, compararon la actividad cerebral de estos ratones con un grupo de animales control a los que no habían dado este producto químico, pero que vivían exactamente en las mismas condiciones. Esto les permitió observar que la inflamación inicial del intestino activaba unas redes neuronales concretas de una zona del cerebro llamada ínsula. La ínsula está implicada en el procesamiento de las informaciones sensoriales y en la conciencia del estado interno del cuerpo. La información de la inflamación llega a través de los nervios que hay en las tripas.

Una vez que los ratones afectados se hubieron recuperado y curado del todo de la inflamación intestinal, los científicos les reactivaron estas redes neuronales de manera externa, sin suministrarles el producto químico que provocaba la inflamación intestinal. E hicieron exactamente lo mismo con los ratones del grupo control, que nunca habían tenido ninguna inflamación. Entonces compararon los efectos que se producían. Mientras que en los ratones de control no observaron ningún efecto, en los que habían tenido la inflamación inicial, la simple activación de estas neuronas hizo que se les reprodujera la inflamación en el intestino. Dicho de otra forma, el cerebro recordaba la inflamación inicial y cuando se reactivaban las neuronas que almacenaban esta memoria, se repetía el proceso inflamatorio directamente, sin otra causa externa.

Un resultado general

Los investigadores repitieron todo el procedimiento con otro proceso inflamatorio. Más concretamente, indujeron con otro agente externo la inflamación inicial del peritoneo, la membrana que recubre los órganos del abdomen. El resultado que obtuvieron fue idéntico a lo descrito antes, lo que sugiere que este proceso de memoria cerebral de las inflamaciones sufridas es general y no específico solo de los intestinos.

Por último, ensayaron un posible tratamiento terapéutico. Utilizando un virus modificado genéticamente, inhibieron de manera selectiva las neuronas que recordaban la inflamación inicial. En estas condiciones, los síntomas de la inflamación intestinal se redujeron mucho, aunque no terminaron de desaparecer por completo. Aunque este sistema no se puede usar en personas, tiene interés porque abre la puerta a buscar otros tratamientos que eviten la reactivación de las neuronas implicadas en la recurrencia de las inflamaciones crónicas, sean intestinales o de otro tipo.

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