¿Cuál es el grado de confianza en la ciencia en España? Esto dice la primera gran encuesta desde la covid
El 82% de los encuestados opina que los gobiernos deben seguir la orientación de las evidencias
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BarcelonaCasi la mitad de los españoles (48%) piensan que la investigación científica es beneficiosa y que debería destinarse más dinero. El 82% defiende que las decisiones de los gobiernos deberían seguir la orientación de los científicos en nombre del bienestar general, pero sólo el 36% considera que la ciencia da la máxima prioridad a la investigación en ámbitos que les interesan, como la salud, los problemas energéticos y la pobreza. Éstas son algunas de las opiniones que recoge el informe Confianza en la ciencia y el populismo científico en España de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT), el primer estudio a gran escala sobre confianza en la ciencia tras la irrupción de la pandemia de la covid.
La investigación se basa en una encuesta pionera que analiza las actitudes populistas –basadas en el cuestionamiento de las élites, la simplificación de problemas y la exaltación de las emociones– de la población en relación con la ciencia. Ante un aumento del movimiento negacionista o de hechos alternativos de fenómenos como las amenazas de salud pública o la crisis climática, el estudio se enmarca en el proyecto internacional TISP (Trust in Science and Science-Related Populism), un consorcio de más de 240 investigadores de todo el mundo que quiere identificar qué consumo de información científica se realiza en diferentes países, qué percepciones públicas tienen sus habitantes sobre el papel de la ciencia en la política y la sociedad, así como sus actitudes hacia las tecnologías, las vacunas o el cambio climático.
El populismo científico es una actitud que hace referencia al antagonismo que existe entre las evidencias científicas y el conocimiento de la gente corriente. Algunos de los resultados globales del TISP se publicaron recientemente en la revista Nature Human Behaviour y entre los motivos que lo hacen un análisis interesante se encuentra la primera investigación sobre la confianza en la ciencia a gran escala desde la pandemia. Según las conclusiones de alcance español, el grado de confianza en la ciencia y los investigadores es muy elevado, así como el convencimiento de que la mayoría de las decisiones políticas deben basarse en evidencias científicas.
"En España hemos observado entre el 1 y el 3% de las personas que estarían en la parte superior de la escala de populismo", advertía el investigador en la Universidad de Essex (Reino Unido) Pablo Cabrera Álvarez. De acuerdo con los resultados de la encuesta, un 71,4% de los españoles se sitúa en la mitad inferior de la escala de populismo; es decir, que sus opiniones no encajan mayoritariamente con el discurso que cuestiona las evidencias científicas y su papel en la decisión gubernamental.
Ahora bien, la bolsa de personas que no se sitúan en los extremos de esta escala (25%) evidencian que el Estado no es ajeno al movimiento populista in crescendo que representan a políticos como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que considera "inútil" el conocimiento científico ante el "sentido común" de la gente, o el de Argentina, Javier Milei, que califica de "supuestos intelectuales" aquéllos que tienen una titulación académica e ironiza sobre que son "seres superiores".
El apoyo a las farmacéuticas
El estudio no permite analizar la evolución de estas actitudes a lo largo de los años, pero los autores defienden la importancia de medirlas para entender cómo el contexto actual de polarización política puede aumentarlas en el futuro. El ejemplo sobre el origen de la cóvida y la efectividad de las vacunas para contrarrestarla está claro. También es relevante que un importante porcentaje de los entrevistados (35,6%) consideran que "las compañías farmacéuticas ocultan los peligros de las vacunas", que "se engaña a las personas sobre la eficacia de las vacunas" (29,9%) y que "los datos de eficacia de las vacunas a menudo se falsifican" (29,8%).
En España, los niveles de media de populismo científico son similares para los hombres y las mujeres, las personas que viven en una ciudad o en un entorno rural. Tampoco parece haber relación entre el nivel de populismo científico y la edad. Por lo que se refiere a la educación, las personas con estudios universitarios tienen una puntuación ligeramente inferior en la escala de populismo que aquellos con estudios secundarios, y en lo que respecta a la posición ideológica, no se encuentran vínculos con el nivel de populismo científico. Sin embargo, existe una relación positiva entre el nivel de religiosidad y el nivel de populismo científico, según constata la encuesta.
La encuesta también dice que los canales a través de los cuales se recibe información científica más frecuente son los programas de noticias o documentales de televisión o radio, artículos en sitios web o aplicaciones de noticias y redes sociales como Facebook, Instagram, TikTok o YouTube, y que los actores más valorados para comunicar los avances científicos y tecnológicos son las universidades y centros públicos de investigación (31,8%).
"Los resultados demuestran que las comunidades científicas tienen dos retos importantes: favorecer la apertura del personal científico para recibir retroalimentación y opiniones de otros públicos, y facilitar la información científica en actividades y medios de uso más cotidiano para el público general", explica la investigadora de la Universidad Complutense de Madrid y codirectora científica del estudio Celia Díaz.
Por ejemplo, en el informe se recoge que las principales emociones que suscita el cambio climático son la indefensión, el pesimismo y el enfado, y aunque una mayoría de personas están de acuerdo en que la investigación tiene un papel muy relevante, en cierto modo se sienten excluidas. "Desde la investigación y su comunicación deberíamos hacer un esfuerzo para ser más transparentes y escuchar y comprender las opiniones y las preocupaciones de la gente. La ciencia no se rige por el principio de autoridad, no deberíamos esperar a uno soporte basado", explica Cintia Refojo, responsable de la Unidad para el Avance de la Comunicación Científica de FECYT y una de las coordinadoras del estudio.