Cocina casera

La fórmula del éxito de Mantequerías Pirenaicas: diez toneladas de patatas al mes y precios muy económicos

El empresario Miguel Puchol está a punto de abrir un local de pinchos en el barrio de Sants y afirma que no se detendrá con los ocho establecimientos que ya tiene abiertos en Barcelona

Miguel Puchol, en el bar de Mantequerías Pirenaicas dentro del Mercado del Galvany, donde sólo sirven desayunos
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BarcelonaLa fórmula del éxito de Mantequerías Pirenaicas se remonta al 19 de junio de 2015, cuando Miguel Puchol (34 años), junto a sus suegros, reabrieron Mantequerías Pirenaicas (c. Muntaner, 460, Barcelona) después de que los antiguos propietarios decidieran cerrarlo. Había estado abierto desde 1957, cuando Ricardo Cortés lo inauguró en plena posguerra. La generación que le siguió, decidió cerrarlo, y fue cuando Miguel, que estaba acabando de estudiar Publicidad, decidió reabrirlo. "El trabajo de fin de carrera, ya lo dediqué a Mantequerías Pirenaicas, porque era la idea que tenía en la cabeza", explica Puchol en una de las penúltimas (¡siempre penúltimas!) Mantequerías Pirenaicas, la que está situada dentro del Mercado del Galvany de Barcelona, ​​inaugurada en 2023.

Algunos de los bocadillos que elabora, dentro del Mercat del Galvany.

Así pues, el 19 de junio de 2015 reabre el local de siempre, en la calle Muntaner, reformado pero con el mismo nombre. Miguel contaba con el apoyo de los suegros, los propietarios del local, y lo abría con el mismo nombre. "El nombre reflejaba la época en que se inauguró, cuando los lácteos se compraban cada día en los comercios porque en casa no se podían conservar óptimamente", explica. Pronto se dieron cuenta de que el barrio les hacía una buena acogida, llenaban las doce sillas de la terraza, y las veintipocas del interior, y si más hubieran tenido, más llenarían.

En 2019 tienen un golpe de suerte. El Círculo del Liceo pide a los suegros de Miguel Puchol gestionar la gastronomía que ofrecen. “Querían continuidad, pero también que pusiéramos nuestro sello propio, así que empezamos a hacerles platos más elaborados, pero no filigranas, y cada semana vamos cambiando los platos”, dice Puchol. Estos días han cocinado crema de marisco y alcachofas confitadas con queso parmesano y guanciale, por ejemplo.

Las truchas no pueden faltar en cualquiera de los establecimientos de Mantequerías Pirenaicas.

Todo iba bien, pero llegó la pandemia. “Y entonces empezamos a recibir mensajes muy bonitos: la gente nos decía que echaban de menos nuestras tortillas de patatas”, recuerda Miguel. Y con el empuje que le caracteriza, decide ofrecer platos para llevar. “Nos ponemos en un local nuevo y empezamos a preparar platos para llevar, tortillas, sí, pero también croquetas, ensaladillas rusas, embutidos”. El negocio de la comida para llevar funciona tan bien, que el local se queda pequeño, y Miguel busca un mayor obrador, situado en la calle Madrazo, 137, donde preparan la comida para llevar. "Y es aquí donde utilizamos unas diez toneladas de patatas para las truchas cada mes".

Con el buen empuje de la comida para llevar, Miguel se lanza a abrir un nuevo local. Estamos en el 2022, los restaurantes comienzan a reactivarse, y crea un restaurante italiano, de tan sólo veintiocho metros cuadrados, donde caben doce personas, con una carta corta de nombre Perso (c. Homer, 18), "y funciona bien". Un año después, en 2023, Miguel se entera de que un bar del interior del Mercado del Galvany de Barcelona cierra por jubilación y decide quedárselo. "Era un local que hacía truchas, y era grande, de más de treinta sillas". Así que el Mantequerías Pirenaicas entra en un mercado con una oferta exclusiva de desayunos.

El espacio central que ocupa Mantequerías en el Mercado del Galvany.

Pero Miguel sigue. El pasado 19 de junio, cuando celebraba el noveno aniversario de la reapertura del primer Mantequerías, el de la calle de Muntaner, abre la Fonda de Mantequerías Pirenaicas, en la calle de Teruel, 6, en el barrio de Gràcia, que abre de miércoles a domingo por servir almuerzos y cenas, de 13 a 23.30 h. “Hacemos cocina tradicional, fideos a la cazuela, libretos de lomo, albóndigas; lo que nos mueve es que sea la comida que te harías en casa”, explica, y añade las últimas novedades, las que acaba de estrenar: un nuevo obrador en la calle de Laforja. "Tener obradores es muy importante porque nosotros nos hacemos todas las producciones, de principio a fin". Y la siguiente novedad: un Mantequerías Pirenaicas, el octavo, contando los obradores, en el Corte Inglés de la avenida Diagonal, concretamente está situado entre la calle Europa y Gran Via de Carlos III.

Pizza, hamburguesas y pasta

Y una vez enumeradas todas las aberturas, Miguel hace una pausa, y explica cuál cree que es la fórmula de su éxito: “Por un lado, la parte alta de Barcelona nos ha dado muy buena acogida; por otro, nuestro producto es de gran calidad y lo ofrecemos a unos precios muy competitivos”. De hecho, el ticket medio en muchos de los establecimientos ronda los 20-30 euros en alguno de los ocho locales. "En el local de Muntaner, el ticket medio es de 10 euros", señala.

Hay más análisis: carecen de página web; no en todos los establecimientos hacen reservas, así que quien llega primero, se sienta. Al menos, es así en el primer Mantequerías, el de la calle de Muntaner. En algunos de los otros sí que hay motores de reserva online.

Por último, que es un decir, Miguel afirma que no se detiene. "Con mi mejor amigo, Gabri Rodrigo, tenemos la trattoria Fidelio, de pasta y pizza". También prevé pronto abrir un local de pinchos en el barrio de Sants, que será una de las próximas novedades junto con una nueva hamburguesería, la Two Patties 2, que estará situada en la calle de Sardenya. Así pues, fuera del grupo Mantequerías Pirenaicas, dirige la hamburguesería Two Patties (1 y 2); el Fidelio; la Trattoria Enriquetto (sólo de pasta) y el próximo restaurante de pinchos. "No tengo miedo al trabajo”: es la frase de Miguel Puchol. Es más, sabe cuidar mucho su tiempo de desconexión. Los fines de semana, por ejemplo, abandona el móvil inteligente por uno que sólo acepta llamadas, así que no debe mirar ni mensajes de mensajería instantánea ni nada. "Si hay algo urgente, me deben llamar", comenta también una idea básica: él no entra en la cocina. personas, entre ellas cocineros de su confianza plena.

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