Sabotaje en bodegas

“Ojalá se hubieran bebido los 60.000 litros de vino en vez de tirarlos a la cloaca”

El productor de la bodega Cepa 21 revela que han aumentado las ventas de los vinos saboteados

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Jose Moró, fotografiado dentro de las instalaciones de Cepa 21 (que llevan el nombre de la planta del viñedo y el siglo en que se fundó)

BarcelonaCepa 21 (DO Ribera del Duero) es la bodega que siempre había soñado con el productor José Moro. Lo empezó hace más de veinte años, con una primera cosecha en el 2002, pero seguía trabajando para la empresa familiar, la bodega Emilio Moro. Hace año y medio, lo reanudó con todas sus fuerzas para convertirlo en una de las mejores bodegas de la DO. Y en ese trabajo estaba inmerso cuando la madrugada del lunes 19 de febrero, un asaltante (“sé que es una asaltando”, dice) entró en la bodega situada en Castrillo de Duero (Valladolid) y abrió los depósitos que almacenaban tres de los vinos de alta gama de la casa: el Malabrigo, el Horcajo y el Cepa 21. “Ojalá se hubieran llevado el vino para bebérselo o para venderlo en vez de tirar 60.000 litros al husillo”, explica en una entrevista en el ARA.

Moro confiesa que la solidaridad y las muestras de ternura que ha recibido de todo el mundo son tan grandes que "el mismo mes de febrero ya hemos notado un aumento de las ventas de los tres vinos que han sufrido el sabotaje". Del Horcajo se está vendiendo la añada 2018, mientras que del Malabrigo y del Cepa 21, la que se comercializa es la del 2021. De la añada 2023 del vino Horcajo, que estaba previsto que saliera en 2027, no se pondrá en el mercado botella alguna porque el depósito que lo almacenaba se vació por completo, lo que no ocurrió con los otros dos vinos, que sí saldrán aunque en producciones más pequeñas: los litros que han quedado.

Los depósitos de los vinos saboteados pertenecían a la añada 2023; en el caso del Horcajo no quedó litro alguno para sacar al mercado.

Sobre las pistas que está siguiendo la policía judicial, Moro no quiere avanzar ninguna. “Tenemos muchas imágenes y vídeos que se están analizando, y todo está bajo secreto de sumario, porque ahora mismo sería malo para la investigación decir nada”, dice, y añade: “Claro que se identifica a una mujer , que sabe lo que se hace, que conoce bien el funcionamiento de los depósitos y que no pudo hacer todo lo que pretendía hacer porque no supo desconectar bien las alarmas”. En este sentido, remarca que "las alarmas hicieron su trabajo" y quizás evitaron que el sabotaje fuera aún peor.

La gravedad del caso, además del sabotaje en sí mismo, es que "el seguro no cubre el valor que hubiera tenido el vino en el mercado". Es uno de los grandes debates con los seguros de las bodegas, que cubren el valor del vino inmovilizado, pero "el precio del vino en bodega no es el mismo que el que hubiera tenido cuando se hubieran puesto en el mercado las añadas de los tres vinos hechos con la variedad tempranillo". Y el caso todavía tiene un vuelco rocambolesco, relacionado con la misma noche del sabotaje: José Moro dormía esa noche en la bodega. "Lo hago a menudo, sobre todo cuando al día siguiente tengo visitas de enoturismo, a las que mostramos la bodega y les damos almuerzo en el mismo restaurante de la bodega". Moro dormía a 300 metros de donde tenía lugar el sabotaje. “No oí nada porque los muros son anchos; dormía profundamente”.

Las instalaciones de la bodega, en Castrillo de Duero (Valladolid).

No fue hasta el día siguiente que los trabajadores que preparaban la visita turística sintieron un fuerte olor a vino y enseguida se dieron cuenta de lo ocurrido. Las imágenes de vídeo lo retrataban todo paso a paso. ¿La consecuencia inmediata? "Tristeza, mucha tristeza, nerviosismo, lágrimas que me saltan de los ojos y pensar quién ha podido hacer ese sacrilegio, porque derrochar el vino de este modo es un sacrilegio, porque el arte de hacer vino es sagrado y porque los trabajadores de la bodega vivimos", dice Moro. Moro también pensó en el perfil de la persona que había provocado el desastre que contemplaba: "Tiene maldad y desequilibrio mental".

Todo esto Moro ya lo ve como una historia pasada, y dice que su trabajo, relacionado con el viñedo, lo ha capacitado para tener una buena gestión emocional. Tanto es así que afirma que ha empezado una nueva carrera: "El incidente ya lo tengo asimilado, así que he iniciado un plan estratégico para hacer más vinos que nunca". ¿Cómo cuáles? “Haré blancos en Galicia, en la DO Bierzo, que me encantan”. Y lo hará porque dice que, frente a las adversidades, él se refuerza, aprieta los puños y sale adelante con más proyectos. “Cuando empecé en la DO Ribera del Duero, en 1989, estábamos solos. Ahora ya somos 300 bodegas y nuestros vinos tintos son de raza, tienen largas crianzas y mucha demanda”, afirma. Por eso dice que no quiere que nadie le dé el pésame. "Estos días, en el acto de la Música del Vino, organizado por Quim Vila y Cisco Martí, los compañeros de otras bodegas me daban el pésame; entiendo que lo hicieran, pero yo estoy más vivo que nunca y salgo adelante para hacer mejores mis vinos", concluye.

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