Entablarse

Perros, niños, turnos y pagas y señales: cómo ir de restaurantes en la era moderna

Una guía con consejos para huir de momentos incómodos y situaciones inesperadas

Joana Costa
5 min
Un establecimiento de Barcelona en el que dejan entrar a los perros.

En el mundo de la pseudofelicidad en la que vivimos, las redes sociales están inundadas de imágenes de cómo deberíamos comer actualmente: normalmente platos internacionales que se imponen a la gastronomía de nuestra casa. Pero hay otras cosas que rodean el momento de comer y que son tanto o más importantes, puesto que una visita en un restaurante debería ser una experiencia en positivo. Hay muchos factores que pueden afectar al resultado final de una comida de forma negativa: desde estar sentado en una mesa junto a los servicios hasta largas colas para conseguir mesa o la incomodidad que genera un local ruidoso o un servicio que no entienda nuestras necesidades. Por eso es necesario tener presente una serie de principios y normas a la hora de entablarse en la era moderna (ya que todo esto no vale para el pasado, cuando todo era más sencillo).

Con los minutos contados: el sistema de turnos

Después de la pandemia cada vez es más habitual que a la hora de reservar en un establecimiento nos pregunten cuál es el turno que queremos: si el primero o el segundo. Hay quien prefiere empezar el melón y ser el primero en sentarse, pero también hay aquellos que quieren ir tranquilos y, con la (falsa) sensación de tener más tiempo que los primeros, eligen la segunda tanda para no tener que correr. También hay un tercer grupo de personas que directamente desisten en ir a este tipo de locales porque no encuentran bien tener que comer con estas prisas. Dicho esto, sea como sea, hay que ir con el tiempo bien contado para no pasarse o declinar la asistencia a los locales que imponen este tipo de sistemas óptimos para facturar pero quizás no tanto para hacer una sobremesa mediterránea.

Con tiempo: estar preparado para hacer cola

Si bien es cierto que después de la pandemia se ha impuesto muchísimo la reserva, la antelación y el adelanto de los horarios, nadie saca que a la hora de visitar un establecimiento de moda deba hacerse un buen rato de cola . Esto se da, sobre todo, en lugares más informales, por ejemplo en primera línea de mar y donde ya mueren de éxito: ¿por qué quieren guardar una mesa que saben que van a llenar? Pues bien, si se quiere probar un nuevo concepto recién llegado a nuestra región por el que hay mucha competencia es evidente que habrá que esperar buenamente nuestro turno sin desesperarse. Al fin y al cabo, en la cola se pueden encontrar nuevas amistades y disfrutar del conocimiento de otras personas con las que nunca hubiéramos iniciado un intercambio de palabras.

Una familia cenando en una terraza.

Con niños: cuidado si no admiten

Si va con niños, cuidado con los establecimientos que se declaran adultos only y que excluyen a los niños de entre su clientela (y los que les acompañan). Cabe decir que éste es un sistema que no está amparado por el derecho de admisión, que no permite ser arbitrario sin razón y tampoco por la propia Constitución, que establece la igualdad de todos sin posibilidad de discriminación por razón de nacimiento, raza, sexo , religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social. Ahora bien, en el mundo actual este tipo de locales están ahí y todo el mundo ha vivido alguna vez las hostilidades que a veces genera los niños en ciertos establecimientos, especialmente aquellos niños que no están siendo controlados por sus padres y madres. Tener estos factores en cuenta es clave a la hora de elegir.

Con perros: tanto si te gustan como si no

La entrada de los animales en los establecimientos de comida no está prohibida a pesar de que muchos locales la veten directamente. Desde que se aprobó la nueva ley de bienestar animal (que prohíbe mayoritariamente que las mascotas se queden atadas a la puerta), la ley establece que los establecimientos pueden facilitar la entrada de los animales de compañía, y que esto es decisión de los propietarios del local. Bares, tiendas, restaurantes y hoteles donde se consuman bebidas y comida pueden admitir a estos animales, así que encontrarse junto a un perro es una opción posible, siempre en zonas no destinadas a la elaboración, almacenamiento y manipulación de los alimentos. Que nadie se sorprenda.

Con consideración: perder la paga y señal

Con el incremento de los no-show, cada vez es más habitual que los establecimientos cobren una paga y señal por cada comensal. La posibilidad de perder este depósito es algo que no existía hace diez o veinte años y que también es un fenómeno a tener en cuenta en el entablamiento de la era actual. El consejo es que, si se debe anular, se haga siempre que se pueda lo antes posible (lo habitual es que si se anula el día antes no hay consecuencias). Por otra parte, es necesario ser realista con las reservas que se hacen para no caer en la arrogancia hacia los restauradores que nos esperan con toda la previsión que ello conlleva.

El partis de cumpleaños puede comportar un recargo.

Con precaución: cuidado con los recargos por el pastel

Estamos celebrando un cumpleaños y hemos pensado en llevar la tarta para que la persona homenajeada pueda soplar las velas con sus postres favoritos y que no se quede con las ganas de hacerlo cuando empecemos a pedir tiramisús y cremas catalanas desconjuntadas. Esto estaría muy bien si no fuera porque el local también tiene parte de su negocio al vender postres a entre 6 y 8 euros por persona y que servir una tarta ajena le comportará un gasto extra de servicio y de limpieza de platos sin rentabilidad alguna. Esto puede comportar que nos carguen un suplemento por el servicio de platos y cubiertos que debemos estar dispuestos a asumir. Estamos avisados.

En buena compañía: cuidado con las consumiciones mínimas

Se han hecho virales restaurantes barceloneses que prohíben sentarse a comer solo, especialmente a cenar. Esta hostil manera de recibir a un cliente que tanta polvareda ha levantado en las redes sociales requiere por parte de la clientela ir a comer en compañía a este tipo de establecimientos o, como mínimo, tener presente que nos pueden cerrar la puerta a los morros por el hecho de ir solos. Mucho más habitual es una derivada de ello que es la consumición mínima por persona: así que no vale lo de "yo no quiero nada". Para evitar situaciones desagradables es importante fijarse en los carteles en la entrada del establecimiento y que no nos obliguen a hacer lo que no queremos hacer.

Con estilo: capear los códigos de vestimenta

Ir a comer oa cenar no es sólo llenar el buche, sino que es uno de los actos sociales de mayor relevancia. Por eso hay establecimientos que quieren moverse en una franja determinada de estatus social y recomiendan a su clientela un código de vestimenta determinado. Pasar por este enderezador es también una forma de entablarse y hay que asumir este testimonio con estilo para estar a la altura de las circunstancias siempre que uno esté dispuesto a entrar en el juego. Corbatas, camisas y americanas son exigidas en algunos restaurantes de alto nivel, así como cockatil dress code en otros con un toque más pequeño. Sea como fuere, no se puede olvidar este elemento.

La cuenta pagada en efectivo.

Con efectivo o con tarjeta: cuidado con el pago

En un mundo donde las transacciones son cada vez más electrónicas es necesario revisar previamente las condiciones de uso del restaurante (más allá de que los establecimientos estén obligados a admitir cualquiera de los dos sistemas que elegimos como consumidores y que no pueden cobrar recargo por la tarjeta) . Para evitar situaciones finales tensas, es necesario mirar si exigen un pago mínimo con tarjeta (no está prohibido hacerlo) o si están, por ejemplo, dispuestos a dividir la cuenta entre todos los que estamos en la mesa y que cada uno pague como quiera. Esto evitará disgustos finales.

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