Anillos de diamantes y pulseras de oro dentro de los roscones

Los roscones exclusivos de Vilafranca: con oro, diamantes y topacios

La joyería Moner regala a cinco pastelerías anillos y pulseras para que los coloquen dentro del dulce de Reyes

El pastelero Ramon Bertran y la joyera Gena Moner con un roscón que quizá esconde un anillo con diamantes o una pulsera de oro
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Vilafranca del PenedèsSon las 11 de la mañana de la víspera de Reyes, y la joyería Moner de Vilafranca del Penedès está llena de clientes y cámaras de televisión. Unos y otros quieren hablar con las tres propietarias, Sunci Llopart, Toton y Gena Moner, abuela, madre e hija. Y es así porque en octubre Gena (34 años) pensó una idea para promover el comercio local y el de la joyería familiar: regalar anillos de oro rosa con topacio en forma de lágrima y dos diamantes y una pulsera de oro dorado con una medalla en la que se pueden grabar las iniciales. “Se lo comenté a mamá, y les pareció bien”, comenta Gena, que subraya que la iniciativa es privada. Es de la joyería Moner, que es la que se ha gastado los 4.500 euros en 10 joyas en total para la campaña de los roscones de Reyes.

Gena Moner, con la abuela y la madre, dentro de la joyería de Vilafranca, en la calle de Parellada.

¿El resultado? Las cinco pastelerías de Vilafranca (Bertran, Galí, Parés, San Juan y Ríos) tenían cola en la calle de personas que habían encargado el roscón de Reyes. Si no lo tenían encargado, no lo encontraban. "Mañana, día 6 de enero, haremos otra cocida de cincuenta roscones más", explicaba a los clientes el pastelero Ramon Bertran, de la pastelería Bertran. Él mismo comentaba un detalle muy importante, cuando le preguntaban si ambas joyas estarían en la cocción del 5 o del 6 de enero: “Pueden estar en cualquier roscón, claro, tanto de hoy como de mañana”. Y no es que este año hayan hecho más roscones que nunca, porque el obrador es el mismo de siempre; no se puede ampliar y, por tanto, la cantidad es similar a la del año pasado. La única diferencia es que este año han recogido los pedidos con más antelación, porque la gente se ha apresurado más a realizar los encargos.

Y mientras la joyera Gena Moner y el pastelero Ramon Bertran comentaban la jugada, algunos villafranquinos que pasaban comentaban que los precios de los roscones son caros. “Cuestan 40 euros”, comentaba un villafranquino a otro, y ellos mismos seguían hablando y diciendo que el precio era como el de cada año, que los roscones artesanos siempre han tenido un precio alto y que, de hecho, la alimentación en general es muy cara. "Vivimos en un país en el que la comida y las casas son muy caras, pero los sueldos no", decían ambos, y avanzaban pasos de la cola, porque tenían encargado el roscón en la pastelería Bertran.

Mientras tanto, Toton Moner llamaba a su hija, Gena, y le explicaba que había mucho trabajo en la joyería, que si podía volver, porque necesitaban manos para atender a los clientes. “Tengo que volverme, porque mamá me reclama”, comenta la joyera, que estudió ADE en Barcelona y tenía claro desde pequeña que quería ser joyera como su madre. “Somos hijas únicas, tanto mi madre como yo; mi padre es profesor de física, mi marido, economista, y la joyería la abrió a finales del siglo XIX un familiar de los suegros de mis abuelos”. A los pocos años, fueron los suegros de su abuela, Sunci Llopart, quienes estaban al frente del negocio.

Hoy la abuela trabaja junto a su hija y nieta, y explica detalles de cómo trabajan y el porqué del éxito. Tienen obrador propio, situado en Barcelona, ​​trabajan todas las piezas a mano, salvo las marcas que también venden, como relojes, y se preocupan siempre por dar una buena atención a los clientes.

La pulsera de oro lleva una medalla, apta para grabar e iniciales de nombres

Gena se ha ido, y en las pastelerías la cola en la calle se mantiene. ¿Quién no quiere comer un pedazo del roscón y encontrarse una joya de oro, diamante y piedras preciosas? Cada joyero se las ha escondido como ha encontrado que era la mejor manera. El concurso no tiene bases, y quien encuentre el anillo y la pulsera no podrá cambiarlo en la joyería. Si a alguien le toca la figura del rey tampoco piensa en cambiarla. El próximo año, Gena dice que lo volverá a hacer. Y sola quizás haya conseguido inventarse una tradición de Reyes: ir a Vilafranca del Penedès a comprar el roscón exclusivo que esconde joyas de oro y diamantes.

Y quien no confíe en la suerte de ser el afortunado que muerda roscón con oro, siempre puede optar por lo que este año ha pasado: muchos han ido a la joyera Moner a comprar la misma joya que puede aparecer en los roscones. Los anillos cuestan 650 euros, y las pulseras, 250. “Si hubiéramos tenido más ejemplares en la joyería, más habríamos vendido”, dicen las tres joyeras. Quien no confía en la suerte, confía en el dinero. Claro.

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