Pescado azul

Silenciosa ya pie: así es la subasta del pescado azul de Vilanova y la Geltrú

Pasamos una mañana entre pescadores, mayoristas y compradores que se reparten el producto recién pescado

La subasta del pescado azul se realiza en el muelle de pescadores de Vilanova y la Geltrú, de pie y en veinte minutos está terminada
05/08/2025
4 min

Vilanova y la GeltrúSon las ocho de la mañana de un viernes de buena mar de verano, y las barcas del pescado azul, que han estado trabajando con la oscuridad de la noche, han desembarcado ya las cajas de sardinas y boquerones en el muelle pesquero. Han llegado muy puntuales, alrededor de las 7.30 de la mañana, y aún más puntual es la pantalla plana, como de televisión, que se ha encendido con rapidez en el mismo muelle. La pantalla indica el precio con el que se subastan las cajas. No hay nadie cantando sus precios, no hay voces que se levantan diciendo "me las quedo yo". Solo hay silencio y móviles. Y un olor a mar salada intenso, que se mezcla con el de las sardinas, frescas, que sobresalen de las cajas.

La subasta se hace de pie, los compradores (hoy hay siete) se ponen en semicírculo alrededor de las cajas de sardinas, de doce kilos cada una, apiladas unas encima de otras, y se respira un ambiente de calma contenida. Calma porque hay silencio; contenida porque todo el mundo tiene prisa; hay mucho trabajo por hacer, porque tras la compra de las sardinas, los mayoristas, los pescaderos, tendrán que trasladarlas a otro sitio, que tanto podrá estar en el mercado mismo de Vilanova y la Geltrú como el de muchos kilómetros allá. Digamos todo, porque la pesca de Vilanova tiene prestigio y llega a Galicia, Zaragoza, Madrid, y ciudades allá.

Momento en el que las cajas de sardinas subastadas entran en la sala de manipulación de la lonja, donde pondrán agua y sal sobre hielo, proveniente de la misma fábrica del puerto.

Pero volvamos al muelle pesquero. Volvemos a estar situados delante de la pantalla plana. sardinas les parece bien o no. "Tienen un dispositivo en la mano con el que pueden detener la pantalla, donde se indica el lote de sardinas y el precio; cuando lo detienen, tienen un minuto para decidir si se lo quedan", sigue en un minuto. detuvo la subasta, miró el móvil y tomó la decisión de no quedarse el lote, así que la venta continúa. Ahora hay cuarenta y cinco cajas de sardinas a la venta, y el precio disminuyó: se venden a 52,70 euros.

Volvemos a mirar el marcador de la pantalla y ahora indica 48,90 euros. Lo ha detenido un mayorista, que todo el mundo conoce porque me han llamado su nombre. Se lleva cuarenta y tres cajas de sardinas de golpe por 48,90 euros, pues; no son cuarenta y seis como había al principio, porque hasta tres veces alguien había parado el marcador antes.

Los trabajadores del puerto se llevan las sardinas al interior de la lonja, a un espacio de manipulación, donde entraremos más tarde para ver cómo preparan las cajas para que los compradores las carguen en sus camiones. Ahora, frente a la pantalla, se han plantado cajas con ocho piezas de brevas, que se han vendido de repente en un cerrar y abrir de ojos. No he tenido tiempo de observar a quien se las quedaba porque todo ha sido muy rápido.

Momento en el que ponen sobre las sardinas agua con sal para que mantengan la frescura.

A las 8.23 h se ha terminado la subasta, ya no hay ningún pescado azul para vender, así que entramos en la sala de manipulación. mismo puerto, porque el puerto de Vilanova tiene fábrica de hielo. ¡Y qué hielo! Lo hacen exactamente con la solidez necesaria para que el pescado se mantenga, pero que no sea demasiado sólido ni demasiado helado porque, si no, quemaría el producto. con dieciséis años en la barca familiar, y asumió el cargo de patrón mayor en el 2016. Le pregunto por las pocas cajas de sardinas que he visto hoy.

Los tiempos han cambiado, las sardinas llegan a venderse más caras que los boquerones; y últimamente son pequeñas, muy pequeñas, porque tienen dificultades para alimentarse; tienen la boca pequeña, dice el patrón mayor. En el puerto de Vilanova hay una cincuentena de barcas, y otras amarradas porque no hay pescadores. En Sitges, en verano, sólo hay una, y si entra en el puerto en vehículo, en vez de barca, entonces será la última de la subasta. Si los pescadores entran en el puerto de Vilanova en barca, cogen número como cualquier otra barca que haya ido a parar. "Tuvimos que poner normas porque todo el mundo pide ser tratado por igual, y creemos que es la manera de conseguirlo", dice Carnicer.

En la subasta del pescado azul, también puede haber brevas.

Dejamos las normas, y volvemos al pescado azul, que exige unos horarios que dan la vuelta al ritmo habitual de las personas: las barcas salen alrededor de las once de la noche, y vuelven a primera hora de la mañana. Toda la noche de pesca para capturar poco pescado azul, que es lo que ha ocurrido en estos últimos días, pero que no siempre debe ser así. Y eso que el puerto de Vilanova es el segundo de Catalunya en capturas de pez de todas las especies. Por último, un apunte que explica el patrón mayor, y que es una muestra de cómo van los mecanismos de venta y consumo de los peces hoy en día: "A los catalanes nos gusta comernos las sardinas grandes, y si son de calibre grande, probablemente no habrán sido pescadas en nuestros puertos, porque las nuestras son pequeñas; en cambio, en Galicia, les gustan pequeñas". Así pues, las sardinas catalanas, en gran parte, terminan en Galicia, mientras que las de Galicia, llegan a nuestro país. Sea como fuere, hay pescaderías de Vilanova, como Peces Dolores, que vende peces de la lonja de Vilanova, y que lo marca bien en las cajas que pone a la venta (y que son indicaciones obligadas por ley).

La mayoría de pescado azul vendido en Mercabarna, pescado fuera

En 2024 Mercabarna vendió casi 50.000 kilos de sardinas provenientes de puertos catalanes, cifra que contrasta con los casi 900.000 vendidos que provenían de puertos de fuera de Catalunya. La diferencia de cifras no es sólo con las sardinas, sino también con otros peces azules, como el jurel, la caballa el atún o el sonso. Por ejemplo, Mercabarna vendió el pasado año un total de 8.760 kilos de sonsos pescados en puertos catalanes mientras que los vendidos provenientes de otros puertos fueron más de 29.000.

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