En el siglo XIII los monjes que se establecieron en Poboleda en un primer momento fundaron el monasterio de cartujos de Scala Dei, que hoy es una joya arquitectónica que atrae a visitantes de todo el mundo. Allí cultivaron la tierra que tenían alrededor con viñedos, que cultivaron hasta que en el siglo XIX un decreto les extrajo tierras y cartuja: era la desamortización de Mendizábal. Justo esa desamortización fue la semilla de la historia actual de la bodega, porque un grupo de cinco familias adquirió la tierra que había sido propiedad de los monjes, y quiso seguir cultivando los viñedos. En la segunda mitad del siglo XIX, bajo el nombre de Sociedad Agrícola Unión de Scala Dei, llevaron los vinos a las exposiciones universales de París (1878) y también la de Barcelona (1888). En ambos certámenes ganaron medallas como mejores vinos. Ahora bien, la filoxera interrumpió la aventura iniciada con éxito. Años más tarde, la antigua marca se convertía en Bodegas Scala Dei, y elaboraban los primeros vinos embotellados en origen. Concretamente, en 1974 realizaron el vino tinto Cartuja. En 2000 Raventós Codorníu entró en el accionariado y se convirtió en el distribuidor.
El vino extraordinario que acaba de cumplir cincuenta años y se ha convertido en un símbolo
Bodegas Scala Dei, en la DOQ Priorat, toman como modelo de futuro la elaboración de los vinos de 1974
EscaladeiEl vino Cartuja de 1974 es el modelo para los vinos actuales después de mil y una modas y tendencias que han sacudido durante una cincuentena de años el mundo del vino. Ésta es la gran afirmación que el enólogo Ricard Rofes declaró en la celebración del vino que ha cumplido cincuenta años de las Bodegas Scala Dei, el primero que se embotelló en el mismo origen y el más antiguo del Priorat. Las Bodegas Scala Dei están adscritas a la Denominación de Origen Calificada Priorat, y cuentan con la participación en el accionariado empresarial de Raventós Codorníu. El aniversario lo celebraron los propietarios en la misma cartuja de Scala Dei, el pasado viernes, rodeados de autoridades y también de prescriptores y entendidos en el mundo del vino.
"En los años 70 las familias que adquirieron los viñedos, que provenían históricamente de la desamortización de Mendizábal", fueron visionarias, señalaba el enólogo de la bodega, Ricard Rofes. ¿Por qué? Porque se quedaban con unas tierras con bajos rendimientos por la orografía, que a simple vista todo el mundo habría dicho que sería una aventura empresarial sin éxito. Las familias que se unieron para iniciar el cultivo del viñedo alrededor de la cartuja Scala Dei y abrir la bodega prestigiaron la tierra muchos años antes del primer vino elaborado por René Barbier, José Luis Pérez, Álvaro Palacios y Daphne Glorian, que en 1989 se unieron junto a más amigos que también llegaban de fuera del Priorat para elaborar nueve botellas de vino tinto con etiquetas diferentes. Pero todo esto fue en 1989; en 1974 las Bodegas Scala Dei sacaban al mercado el vino Cartoixa, elaborado con las variedades garnacha y cariñena, que justamente en 2024 se ha convertido en referente después de la moda de los años 80 de utilizar variedades foráneas o la de los 90, marcadas por la madera. "También se han levantado en una responsabilidad, porque los vinos que estamos haciendo actualmente soñamos que sean el modelo por dentro de cincuenta años", dice el enólogo Ricard Rofes, que añade que quiere decir que al cabo de cincuenta años quisieran " que los vinos que se prueben del 2024 se consideren buenos, muy buenos".
Para continuar, el enólogo contó su historia personal, ligada con la bodega desde el 2007. "Llegué impresionado por los vinos de 1974, que sabía que se habían vinificado sin que hubiera entonces control de temperatura, con el uso de la raspa y también con barricas de roble", dijo. En 1982 la revolución tecnológica, proveniente de la región francesa de Burdeos, hizo que todas las bodegas aprendieran a controlarla, además de utilizar las barricas francesas de 250 litros, acero inoxidable y ninguna raspa. "Estos cuatro hechos implicaron un cambio de perfil en los vinos", los cuales se embotellaban y se podían beber al momento, lo que no ocurría con los vinos de los años 70, imbevibles recién embotellados. Y aún un paso más que dio el Priorat, así como muchos otros territorios: se sumó a la moda de utilizar variedades francesas como el cabernet sauvignon y otros.
El amor por la garnacha
Cincuenta años más tarde, los vinos de los años 70 de las Bodegas Scala Dei, elaborados con garnacha y cariñena, con técnicas vinificadoras que harían poner las manos en la cabeza a todos los enólogos, han demostrado que se encuentran en muy buen momento. Están en plena forma con sus cincuenta años, "que en el mundo de los vinos la fecha significa que ha llegado a su adolescencia". Justo con esta declaración Ricard Rofes recordó a la persona que fundó y elaboró los primeros vinos, que fue Jaume Mussons Estebanell, que había estudiado en Burdeos y que siempre había sentido entusiasmo por los vinos que se hacían en el Priorat. Su hijo, Jaume Mussons, recordó cómo había hecho el padre los primeros vinos, también que él mismo patentó la marca y años más tarde la cedió.
Todo ello afirmaba Ricard Rofes mientras recordaba también que él cuando llegó a la bodega en el 2007 detestaba la garnacha. Y lo hizo hasta que conoció a la del Priorat. "Justo ese año, para sacarlo al mercado en el 2011, empezamos a preparar un vino que tuviera un porcentaje inferior de las variedades foráneas para aumentar las tradicionales". También quisieron acercarse tanto como pudimos a esos vinos de los años 70. "Lo hicimos preguntando a los trabajadores cómo les habían hecho; todo ello sin renunciar al uso de la tecnología", decía Rofes. Y en ese punto la garnacha es esencial. "Su elegancia se puede comparar con las mejores del mundo; la vinificamos poniendo también algo de raspa, que aporta complejidad, para que sea un vino de trago largo, a la vez que es fresco". Es decir, elaboran los vinos "mirando el pasado". De hecho, la gran frase del enólogo Ricard Rofes es: "No hemos inventado nada".
Por último, el enólogo mencionó los retos actuales, sobre todo relacionados con el medio ambiente y con la sequía, que les hace avanzar en días la vendimia, hasta catorce antes, desde el 2007, y también les provoca vendimiar la mitad de kilos respecto a otros años.
Por su parte, Sergio Fuster, director general de Raventós Codorníu, declaró el orgullo que es para la marca, que cuenta con un total de otras quince bodegas, Scala Dei. "En los años 70 la visión de las familias propietarias de apostar por la zona vitivinícola fue única, y hoy, cincuenta años más tarde, todo el mundo sabe lo que significa hacer vinos en el Priorat: significa prestigio".