Lactancia

Desechar sin culpa

El destete es un proceso físico y emocional que debería respetar tanto las necesidades de la madre como las del lactante

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Una madre amamantando a su bebé, en una imagen de archivo

Hace apenas dos semanas, después de un proceso de meses, Leo, de 27 meses, ya no toma el pecho. Cuando Leo tenía poco más de un año, en la guardería les dijeron que ya no hacía falta que llevaran biberones con la leche de Jana, mamá: “Aquí es cuando decido consultar a una asesora de lactancia para saber cómo dar los siguientes pasos. No quería perder la lactancia, pero quería reducir las presas”, recuerda. El plan fue dar pecho sólo en casa, reduciéndolo a la hora de acostarse, al despertarse y alguna toma por la tarde. “Fue muy bien que yo le atendiera por la noche cuando se despertaba e intentara calmarle”, comenta Abelardo, papá. Ella reconoce que el proceso ha sido duro, sintiendo llorarlo desde otra habitación. A pesar de que el padre cuidaba al niño, Jana se sentía culpable porque Leo no estaba preparado, pero a la vez ella necesitaba dormir, estaba agotada.

Un denominador común en los procesos de destete es la culpabilidad que sienten las madres, que tienden a olvidarse de cuáles son sus necesidades, como dormir o el descanso mental y físico. Cuando se llega a ese punto de saturación, la situación aboca al desgaste y hay madres que incluso pierden la energía y la capacidad de disfrutar de la crianza y la lactancia. “A partir de aquí hay que ver qué camino trazamos para recuperar el equilibrio entre las necesidades de ambos. Cada familia debe encontrar su encaje”, propone Alícia Vilaret, consultora internacional de lactancia (IBCLC) en LactApp Barcelona, ​​que también acompaña a la madre, al lactante y al resto de la familia, si es necesario, en el proceso de destete, para ofrecerles recursos y que puedan empezarlo yendo en la dirección que quieren ir.

En los últimos quince años ha habido un importante cambio con la lactancia. Hasta entonces había poca información y muy básica –posturas sobre cómo tomar a la criatura y cuatro nociones elementales–, se había perdido la cultura de lactancia, no había referentes ni el apoyo adecuado. En cambio, ahora hay más información, es más fiable, las madres comparten experiencias entre ellas, y todo ello les permite poder tomar la decisión de continuar con la lactancia si les apetece. Seguramente por eso, cada vez las lactancias suelen ser más largas. Y un día llega el destete, que es uno de los procesos que más dudas y preguntas genera en las madres, y que puede ser fruto de la decisión de la madre o la familia, pero también puede estar forzado por tratamientos médicos o circunstancias laborales. En función del tipo de destete, habrá que ir más rápido o se podrá gestionar con calma.

El acompañamiento es una gran ayuda

Àgata Subirats, madre de cuatro criaturas, asesora de lactancia y directora de Mamayoga, acompaña a la maternidad desde hace quince años. Asegura que lo mejor de los grupos de acompañamiento es que ayudan a las mujeres a relativizar qué les ocurre cuando ven otras realidades ya no sentirse una guindilla rara, al tiempo que la moderadora les da pautas para afrontar las situaciones que van surgiendo.

Para Laura, el destete de Guim, de 28 meses, ha sido un proceso relativamente fácil: “He disfrutado mucho del amamantamiento hasta que he querido. Tenía claro que me gustaría llegar a los 2 años”. Cuando decidieron que iniciarían el proceso realizaron una sesión de asesoramiento con LactApp para sentirse más segura. Creía que el destete podía ser difícil porque el niño había tomado pecho toda la vida y conocía a gente a la que les había costado más, pero no ha sido traumático por ninguno de los dos.

“El proceso debería ser lo más respetuoso posible para la madre y la criatura, el problema es que a menudo cuando se decide destetar a la madre ya llega saturada y seguramente no puede dar al hijo todo el tiempo que necesitaría”, apunta Subirats. Recuerda que cada mujer debería hacer lo que sienta, escucharse a sí misma y decidir si quiere realizar un destete total o parcial, porque cada lactancia, cada madre y cada lactante son un mundo. El destete es un proceso fisiológico que necesita un tiempo de impasse, al menos un mes, para regular la producción de leche. A mayor demanda, mayor producción de leche, por eso a menudo cuando se vuelve al trabajo remunerado hace unas semanas que se debe ir extrayendo manualmente la leche para regular la producción.

No siempre va todo rodado

Llegó un punto que Vanessa y Oriol necesitaban que Marina, su hija de 2 años, dejara de tomar el pecho para poder descansar por la noche. Los primeros intentos de destete fueron en Navidad. “Conseguíamos que no tomara pecho, pero cada vez que se ponía enferma –empezó a ir a la guardería– íbamos hacia atrás”, explica la madre. Hicieron un segundo intento en Semana Santa, pero tampoco fue fácil pese a haberle explicado que era mayor y que no darían pecho por la noche. “Parecía que lo entendía”, dice papá, pero la tercera noche sin pecho despertó berrinche, llorando y gritando. "Además, verbaliza claramente que quiere pecho, lo que lo hace todo más dramático", añade la madre. Admiten que no ha ido como esperaban.

“A medida que el lactante va creciendo se va definiendo su personalidad. No es lo mismo si el destete se hace con 4 o 10 meses que si tienen 2 o 3 años, que coincide con la etapa de las rabietas. Entonces resulta más complicado decir que no y ponerle límites”, apunta Vilaret. Las criaturas que son mayores entienden el pecho como algo propio, siempre ha formado parte de su día a día. Para los pequeños, el pecho es mucho más que alimento, también calma, es un espacio seguro, les ayuda cuando han tenido un mal día o tienen sueño, mantienen un vínculo emocional. "El pecho sirve para todo", afirma Vilaret.

Reconocen que muchas veces se han sentido perdidos, agotados, desesperados y necesitaban una especie de guía, porque lo que iban leyendo y haciendo no funcionaba. La matrona les asesoró cómo hacer el proceso, teniendo en cuenta que se puede complicar cuando coincide con las rabietas de los 2 años. Ahora los padres de Marina son capaces de relativizar la situación, conscientes de que cada niño es un mundo. Confían en que habrán hecho el destete completo en Navidad.

¿Qué funciona?

"No podemos olvidar que una criatura con 2 años no tiene desarrollada la empatía", comenta Vilaret. Se puede utilizar el recurso de un cuento sobre el destete y que el niño lo entienda y le guste, pero que siga pidiendo el pecho. Durante el día hay diferentes maneras para evitar amamantar, porque resulta más fácil distraer al hijo, adelantarse a su petición de pecho si tiene sed o hambre y entretenerle con cualquier cosa que le interese. Por la noche, cuando está más cansado y menos estímulos, resulta más complicado. Vilaret explica que con estas edades toca marcar el límite con amor y paciencia y explicarle de forma sencilla que no hay pecho: el pecho se acuesta, se le llama buenas noches y se guarda. Hay niños que se dejan acompañar durante el proceso y otros se les hace muy difícil. Entonces puede entrar en juego la pareja, consolándolo y acompañándole.

Cuando se decide iniciar el proceso de destete es básico tenerlo muy claro y mantenerse firme, que la culpa no se nos eche encima. Si no existe mucha firmeza interna suelen ser procesos difíciles y dolorosos. Los hijos normalmente no se conforman, pero la madre debería ser capaz de traspasar esa culpa y recordar que lo hace porque es lo mejor para la familia: si ella no puede estar bien, repercute al resto. El destete da paso a una nueva relación con la criatura y forma parte del crecimiento.

Ideas básicas para realizar el destete

¿Qué debería tenerse presente cuando se decide sacar adelante el destete? Estos son los consejos de Alícia Vilaret, IBCLC en LactApp Barcelona.

1. Planifica. Aunque la planificación sea mínima, ayuda a tener presentes los aspectos a tener en cuenta.

2. Las dudas son habituales. Independientemente del motivo por el que se inicia el proceso, puede haber momentos en los que la madre se siente insegura, con dudas y miedo y se plantee qué está haciendo o si lo está haciendo bien.

3. Sé realista. Ten en cuenta el apoyo con el que cuentas para llevar adelante el proceso, cuáles son las circunstancias, tus necesidades y las de la criatura.

4. Lo más complicado es la gestión emocional. Las pautas sobre la manera de reducir la producción de leche son sencillas, lo que más cuesta es cómo acompañar a la criatura. Se pueden dar situaciones en las que el hijo lo tiene clarísimo, se enfada y/o se pone triste y que todo sea muy intenso.

5. Marca el límite. Es esencial marcar el límite acompañando a la criatura con paciencia, que sienta la presencia del adulto y que se está por ella.

6. Ten en cuenta tus necesidades. A menudo, cuando se pone mucho el foco en el respeto a la criatura, las mujeres quedan fuera de la ecuación y se olvidan de cuáles son sus necesidades.

7. Cada proceso es diferente. Depende de la criatura, la madre, la familia y las circunstancias. Hay que entender que es el final de una etapa, que para algunas personas es más intensa que para otras, y puede suponer un cierto proceso de duelo.

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