Memoria

"Ahora es más barato venir a ver al Generalísimo"

Madrid sigue siendo el epicentro del peregrinaje fascista

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Nostálgicos de la dictadura franquista ante la tumba de Francisco Franco al cementerio de Migorrubio.
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MadridA la misma hora que en el Congreso empezaba la sesión que tenía que concluir con la aprobación de la Ley de Memoria Democrática, Javier (nombre ficticio) subía con su coche el camino hacia el cementerio de Mingorrubio, en el Pardo (Madrid), donde está la nueva tumba del dictador Francisco Franco. Él se encarga de mantener el mausoleo exterior en buenas condiciones y ha montado todo un santuario con flores, banderas, fotografías y estampitas diversas. "Ahora lo arreglaré todo y lo dejaré bonito, ven mañana si quieres hacer fotos", me dice. Son las 11 de la mañana y hace un sol de justicia y no hay prácticamente nadie en el cementerio. Javier me explica que aquel mausoleo se hizo construir para Carlos Arias Navarro cuando era alcalde de Madrid, pero al final se lo quedó la familia Franco. Allí estaba enterrada Carmen Polo antes de que llevaron los restos de Franco el 24 de octubre de 2019.

"¿Se puede visitar la cripta?", preguntan de golpe dos jóvenes con pantalones tejanos cortos y polo blanco que no deben de sobrepasar los 20 años. "Nosotros somos de Barcelona y hemos venido a ver las tumbas que hay aquí", nos dicen a Javier y a mí. "Ahora es más barato venir a ver al Generalísimo, en Cuelgamuros te cobraban 8 euros", comentan riendo y con un acento que quiere imitar (sin éxito) el castellano de Valladolid. La cripta no es visitable sin permiso, pero es gracias a ellos que me entero de que pocos metros más allí descansan los restos de dos estrechos colaboradores de Franco: el propio Arias Navarro y el almirante Luis Carrero Blanco, los dos expresidentes españoles. Javier me dice que él ya venía aquí antes del traslado de Franco porque se encargaba de cuidar la tumba de Carrero Blanco. "Le tengo devoción por motivos personales", me confiesa.

Exterior de la tumba de Franco en el cementerio de Mingorrubio.
Tumba de Carrero Blanco en el cementerio de Mingorrubio, en Madrid.

Los dos jóvenes catalanes explican que vienen del cementerio de la Almudena, donde se puede rendir homenaje a otros fascistas como el general Millán Astray o José Calvo Sotelo. Madrid, pues, sigue siendo el epicentro del peregrinaje de los nostálgicos. Están especialmente contentos porque han descubierto que allí también está enterrado el general Francisco Gómez-Jordana Sousa, que fue el encargado del gobierno en la zona nacional durante la guerra y también de los contactos con los regímenes nazi y fascista italiano. El conocimiento que demuestran los dos jóvenes del universo franquista es ciertamente sorpresivo. Me gustaría saber en qué escuela han estudiado, pero tienen prisa y se van.

Milagros en la guerra

Javier me intenta convencer de que Franco ganó la guerra gracias a la providencia divina y me explica varios milagros que hubo, por ejemplo durante la batalla de Brunete y la del Ebro, donde una tal madre Ramona María del Remedio, que era catalana y hablaba catalán con Franco, tuvo a bien aparecerse en varias ocasiones para guiar a los estrategas militares franquistas hacia la victoria. No sé si Javier es consciente de que con estas historias le está restando mérito militar a Franco.

"Aquí ahora viene mucha más gente que antes, unos cantan, otros están en silencio, pero no pasa nada, se tienen que respetar todas las ideas", comenta un empleado de la limpieza del cementerio. En voz baja me dice que por Internet es fácil encontrar toda la información sobre los jerarcas franquistas enterrados allí y se nota que no quiere que la concurrencia lo identifique como alguien crítico. Él no quiere problemas y, mientras la gente sea educada, ya le va bien.

En Madrid, el Ayuntamiento del PP y Cs aplicó la sentencia del TSJM que obligaba a reponer nombres de calles franquistas como la de Crucero Baleares, desde donde se masacró a la población civil en Málaga durante la conocida desbandá, o la de Millán Astray, famoso por sus carnicerías de rojos. También se sacaron unas lápidas con nombres de fusilados durante la posguerra en el cementerio de Almudena. A ellos nadie les puede llevar flores.

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