El relato de Franco persiste en monumentos, espacios y calles
Algunas administraciones están volviendo a recolocar símbolos de la dictadura
BarcelonaCuando Franco ganó la Guerra Civil no tardó lo más mínimo en levantar monumentos y cambiar nombres de calles y plazas. La voluntad del dictador era que hubiera monumentos a los caídos prácticamente en cada pueblo. Son símbolos de la dictadura y están cargados de intención, porque la victoria franquista tenía que ser recordada por los siglos de los siglos. No hay ningún censo en el Estado español con el número total de símbolos franquistas que perduran en el territorio, pero hay vestigios prácticamente en todas partes.
La democracia ha sido más lenta y prudente a la hora de hacer cambios. Lejos del consenso, mientras algunos gobiernos luchan por retirar y cambiar nombres de calles, otros vuelven a colocar los símbolos fascistas en la calle.
Un símbolo fascista clavado en el Ebro
Un proyecto para resituar el obelisco en posición horizontal
Retirar uno de los grandes símbolos fascistas que todavía perduran en el Estado español es una carrera de obstáculos. Todo el mundo daba por hecho que el monumento franquista de Tortosa desaparecería del paisaje el 18 de julio de 2021, pero un año después sigue donde lo colocó Franco. Según la conselleria de Justicia, todo está a punto para poderlo quitar y solo falta que el juzgado contencioso administrativo de Tarragona levante la suspensión de las obras. Todo apunta, sin embargo, que continuará donde está 365 días más: la consellera Lourdes Ciuró ha explicado que la retirada se tiene que hacer cuando el caudal del río lo permita, con las “condiciones favorables, es decir, en verano”, y, por lo tanto, si no hay un pronunciamiento judicial pronto, la retirada se atrasará hasta el verano de 2023.
La conselleria quiere hacerlo desaparecer del espacio público, pero organismos como el Observatorio Europeo de Memorias de la UB han presentado proyectos que quieren desactivar y reinterpretar su iconografía y reconstruir, en su lugar, el tercer puente de la ciudad, que se llamaría el puente de Memòries.
El proyecto quiere resituar el obelisco de hierro en posición horizontal sobre el puente y colocar un depósito de vidrio translúcido con los símbolos del monumento, reinterpretarlos y explicarlos.
Un Valle de los Caídos que sigue incólume
Una aplicación para explicar lo que Franco no quería que se supiera
Según la nueva ley de memoria española, que se ha aprobado esta semana en el Congreso, el Valle de los Caídos, que pasará a denominarse Valle de Cuelgamuros, ya no estará en manos de los benedictinos. La intención es resignificar el lugar para que pueda ser un cementerio civil de los dos bandos, que dependerá de Patrimonio Nacional.
Hasta ahora, eran los monjes de la abadía benedictina los que custodiaban y velaban por el Valle, a través de la Fundación de la Santa Cruz del Valle de los Caídos, creada por Franco en 1957. El Gobierno español también se compromete a atender las reclamaciones y peticiones de exhumación de los familiares que lo hayan solicitado. Todo ello, sin embargo, solo son intenciones porque de momento en el Valle de los Caídos no se explica nada de nada: ni quiénes son las víctimas enterradas, ni cuáles fueron las empresas que se lucraron con su construcción, ni cómo eran los barracones donde vivieron los trabajadores, ni cómo se sistematizó el trabajo forzado, ni la simbología fascista...
Elisabeth Sikiaridi y Frans Vogelaar, que dirigen el Hybrid Space Lab, estudio alemán de arquitectura y diseño, han diseñado diferentes proyectos sobre monumentos con pasado oscuro en Alemania, Holanda y Corea con la misma filosofía: en lugar de destruirlos, darles otro significado a través de proyectos artísticos. Hace más de un par de años que trabajan en una aplicación sobre el Valle de los Caídos y el junio pasado estuvieron en Barcelona para buscar aliados para llevarlo a cabo: “Es un proyecto que se puede hacer de manera independiente, sin necesidad de que intervenga el Gobierno”, dice Sikiaridi. Se trata de una aplicación de realidad aumentada: “Haría visible lo que Franco quiso esconder y haría emerger todo lo que hay oculto y enterrado en el Valle, transformando el relato totalitario en una memoria polifónica”, detalla Vogelaar.
Esta podría ser una herramienta mientras no hay una transformación física del Valle, pero el arqueólogo Alfredo González Rubial, que ha excavado Cuelgamuros para rastrear la vida de los penados que hicieron trabajos esclavos, considera que el monumento no se puede dejar tal como está.
Unos campos de concentración invisibles
Medio millón de personas pasaron por los campos y no se explica en ninguna parte
Se calcula que en 1939, cuando se acabó la Guerra Civil, había medio millón de hombres encerrados en campos de concentración. Si en aquel momento había una población de 27 millones de personas, quiere decir que uno de cada 50 españoles pasó por uno de los más de 300 campos repartidos por el territorio. Unos campos que son prácticamente invisibles, a pesar de que últimamente varias campañas arqueológicas han ido desenterrando la historia. “Hay escepticismo e incluso negación de su existencia”, dice el arqueólogo Alfredo González Rubial, que recientemente ha trabajado en el campo de Jadraque (Guadalajara), donde se calcula que encerraron a 4.000 hombres. “Hubo campos en muchos lugares y los franquistas no lo escondieron nunca, pero muchos de los que estuvieron encerrados no lo explicaron ni a sus hijos ni a sus nietos porque fue una experiencia horrible y humillante que los estigmatizaba”, explica González Rubial.
El arqueólogo dice que los campos más importantes, como el de Albatera (País Valenciano) o Castuera (Badajoz), tendrían que ser centros de interpretación y se tendría que explicar la política de aniquilación y de represión del franquismo. “Tendría que haber una política de memoria desde el Estado que lo explicara, porque fue una red represiva centralizada”, añade González Rubial. No tiene que ser complicado hacerlo, según el arqueólogo, porque se ha hecho en muchos lugares de Europa como Alemania, Francia y Holanda.
El Gobierno valenciano ha dado un paso adelante y ya anunció la intención de hacer un centro de interpretación en Albatera, donde se calcula que entre 12.000 y 15.000 presos republicanos pasaron mucha sed y hambre, y sufrieron torturas, enfermedades y todo tipo de vejaciones. En el patio, según ha podido comprobar el equipo de arqueólogos liderato por Felipe Mejías López, hubo muy a menudo fusilamientos sin juicio. El equipo de Mejías ha ido localizando las balas que lo constatan y, a finales de agosto, retomará las excavaciones para encontrar las fosas donde se supone que están enterradas las víctimas.
Para algunos, Colón simboliza la invasión de América, el terror y la violencia, y se tendría que quitar. Otros creen que no, porque tiene diferentes significados y se tiene que entender en su contexto. Sea como sea, el grupo escultórico más ofensivo, que está a sus pies y que muestra la sumisión de un grupo de indígenas, lleva tres años tapado. “Lo tapamos para protegerlo, porque la piedra se estaba deshaciendo”, explica Rabassa. "De momento, no nos planteamos hacer nada, pero entre conservarla y quitarla, hay diferentes gradaciones, como explicar por qué se erigió y qué representa: es un debate que tenemos abierto", añade el concejal de Memoria.
Acabados los Juegos Olímpicos de 1992, varias entidades empresariales catalanas con Foment del Treball Nacional, la Cámara de comercio, La Caixa, la Generalitat y el Ayuntamiento impulsaron la colocación de una estatua de Francesc Cambó encargada por Ramon Guardans, yerno de Cambó, al escultor madrileño Víctor Ochoa, autor de los retratos de Juan de Borbón y del rey Juan Carlos. Fundador de la Liga Regionalista, abogado, hombre de negocios de alcance internacional y mecenas cultural, Cambó fue muchas cosas, algunas positivas y otras negativas. Historiadores como Borja de Riquer, que acaba de terminar una gran biografía de Cambó que saldrá en otoño, defienden que siga en Via Laietana. El historiador Manel Risques disiente: "Financió el bando franquista, quienes bombardearon Barcelona, y a todo el entramado fascista: si se exhibe, también se tiene que explicar todo su lado oscuro".