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Enric Torres continúa como guardián único de la cueva fantástica de la calle de Alí Bei

Tienda Freaks, calle Ali Bei.
03/04/2025
3 min
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Hay mucha, muchísima gente que ama los años de su adolescencia, los años de los aprendizajes que se te quedan grabados para siempre, los años en los que vas construyendo tu imaginario, los referentes compartidos, los gustos y los criterios que siempre te acompañarán. La cultura de la tele, de los cómics, de los juguetes, de las primeras lecturas, de los personajes que te cautivan, aunque sean los malos de la película; todo esto lo llaman universo generacional. Lo que hoy es Lego y losestrímeros, hace cincuenta años fue Star Wars y Mazinger Z; hace cuarenta, los Másters del Universo; hace treinta, Dragon Ball, y hace veinte, las cartas de Magic. Y así sucesivamente. Por suerte, tenemos espacios siderales como Freaks que se encargan, desde hace veintiséis años, de conservar todas las esencias de los imaginarios que amamos.

Desde 1999, en la calle de Alí Bei con paseo de Sant Joan, Enric Torres sigue siendo el guardián único de la cueva fantástica. Fueron tres socios que decidieron abrir un sitio especial, en una buena zona de la ciudad, en un radio de quinientos metros donde ya existían tiendas de cómics, videojuegos, cultura pop, juegos de mesa y coleccionismo en general. Un kilómetro cero habitado por Norma Cómics, Gigamesh, Black Lotus y Alien. ¿Y por qué decirle Freaks? Como homenaje al filme clásico de Tod Browning, Freaks (1932), estrenada en nuestra casa como La parada de los monstruos. "Hace años, muchos nos llamábamos freaks a nosotros mismos porque nos gustaba el terror y la ciencia ficción, porque muchos queríamos dignificar la cultura que las academias no consideraban digna", explica Enric. freak no tenía ninguna connotación peyorativa, pero todo se estropeó cuando el Cárdenas empezó a escarbar en el universo friki. Y de ahí, el término despectivo.

Tienda Freaks
Tienda Freaks

Freaks funcionó muy bien. En diez años llegaron a tener cinco tiendas abiertas. Había mucha diversificación: cine, libros visuales, HeroClix –las figuritas de juegos de mesa de estrategia– ropa y la exclusiva de una franquicia de cómics. La crisis de 2008 hizo mucho daño y la pandemia acabó de rematar la necesidad de reunificarlo todo en un solo espacio. Hoy en la tienda podemos encontrar una representación de todo. Sin embargo, la filosofía no ha cambiado mucho: "Tener cosas que no tiene nadie más". Otras tiendas les han visitado de incógnito a lo largo de los años para copiarles el modelo; Enric pone la mano en el fuego.

¿Qué les funciona bien hoy en día? Adquirir stocks de cómics y juguetes que se han quedado almacenados, como atrapados en el tiempo y que pueden ver la luz y generar nueva demanda. O adquirir las colecciones de clientes que van desapareciendo y darles una nueva vida. Hay un buen muestrario de libros de segunda mano, escogidos con esmero, y también ediciones nuevas que crean los magníficos clientes de siempre y los nuevos fichajes, que se dejan seducir por los encantos de un lugar tan especial. Una clientela esencialmente masculina, reconoce Enric, pero bastante variada en cuanto a la edad. Hay gente joven con gustos clásicos, hay quien descubre ahora el universo Marvel gracias a sus películas, pero que le interesa indagar y descubrir que los cómics de Marvel ya se editaban aquí en los años setenta. Sobre el mostrador de los libros puedes encontrar la biografía de Werner Herzog, pero también un volumen sobre Pajares y Esteso o la vida y milagros de Juan Carlos de Borbón. "La España cañí también tiene a su público".

Tienda Freaks
Tienda Freaks

Monstruos, zombies, ciencia ficción, terror, cine oriental, viejas figuras de los pitufos, una selección de DVD y VHS y las vitrinas llenas de juguetes de los años ochenta. Aunque Freaks se publicita por internet, vienen más a la tienda presencial: "Nos gusta que la gente venga aquí, que toquen, que hagan ruido, remuevan, pregunten, aprendan. Tenemos mucha clientela Peter Pan: gente convencida de que los 14 años es el mejor momento de la vida", relata Enric. Al ser humano le gusta coleccionar. Ahora vivimos un auge de la nostalgia –sin acritud suspicaz ni peyorativa– y nos gusta ocupar los espacios de nuestra casa con los objetos que ocupan nuestra memoria.

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