Refinanciar Cataluña para desarrollarla


La adecuada financiación de Cataluña es uno de los temas más urgentes y relevantes en el debate actual, especialmente para el mundo empresarial, que entiende que el desarrollo económico y social del país depende directamente del acceso a recursos suficientes y bien gestionados. Una economía dinámica y una sociedad cohesionada pasan por asegurar que los recursos necesarios sean gestionados de una manera eficiente y orientada a resultados.
Cuando hablamos de financiación, una de las primeras preguntas que debemos plantearnos es: ¿por qué necesitamos estos recursos? Esto va más allá de disponer de fondos: se trata de definir cuáles son los objetivos esenciales para el progreso de Cataluña y cómo los alcanzaremos. ¿Qué sectores y áreas de nuestra sociedad necesitan más atención y recursos? ¿Qué prioridades debemos marcar para garantizar un desarrollo equilibrado y sostenible? ¿Cómo sabremos si los recursos se han invertido adecuadamente para conseguir los resultados deseados? La respuesta a estas preguntas debe llevarnos a establecer unos indicadores clave de rendimiento (KPI), que nos permitan medir el impacto de la inversión y asegurarnos de que los recursos se utilizan de manera óptima.
Un aspecto fundamental para cualquier estrategia de financiación es estructurar la distribución de estos recursos en diferentes ejes que afecten de forma directa al futuro desarrollo de Cataluña. Uno de los ejes más relevantes es la competitividad. Cataluña debe garantizar que sus infraestructuras sean modernas y eficientes, tanto en lo que se refiere a las redes de transporte (tren, carreteras, aeropuertos, puertos) o las redes de telecomunicaciones, como en los recursos esenciales como la energía, el agua o la vivienda, fundamental para la industria y para mantener una alta calidad de vida para los ciudadanos. Sólo de esta forma, nuestro territorio será capaz de competir al más alto nivel a nivel global y de mantenerse como un polo económico importante en Europa.
Otro elemento fundamental es la innovación y el talento. Es imprescindible mejorar la educación en todos sus niveles: básica pero también formación técnica, profesional o universitaria. Además, es necesario fomentar la creación de un ecosistema de innovación donde las ideas puedan crecer y convertirse en soluciones concretas para los retos económicos y sociales que afrontamos. En este sentido, es crucial también atraer inversiones tecnológicas y establecer alianzas con organizaciones internacionales que puedan contribuir al desarrollo económico y social de Cataluña. Pero todo esto debe ir acompañado de un fuerte compromiso con la cohesión social, asegurando la transferencia de la cultura y la lengua, a la vez que los servicios públicos esenciales como la salud, la atención social, la seguridad y la justicia sean accesibles para toda la ciudadanía, sin importar su ubicación geográfica.
Una refinanciación proporcionada con el peso de Cataluña
Estas reflexiones, centradas en la orientación estratégica de los recursos, tienen una gran importancia para priorizar las inversiones que deben realizarse en Cataluña. Desgraciadamente, varios expertos de reconocido prestigio han señalado que en la actualidad no se cumple con la financiación necesaria, ni en cantidad ni en forma.
Por tanto, es necesaria una revisión profunda y una reestructuración del sistema de financiación para garantizar que los recursos que corresponden a Cataluña lleguen en las condiciones adecuadas.
Las propuestas para alcanzar este objetivo son claras y se inscriben dentro de la lógica de equidad y eficiencia social. Uno de los principios fundamentales debe ser el de la ordinalidad, que garantiza que las comunidades que más aportan al sistema no sean las que menos reciben. Esto implica que los recursos deben ser distribuidos de forma que todos los ciudadanos tengan acceso a los mismos servicios públicos básicos, independientemente del lugar en el que vivan. En especial, debe asegurarse de que la renta familiar disponible per cápita en las comunidades más ricas no quede por debajo de la media de otros territorios. Además, es esencial tener en cuenta las diferencias del coste de vida entre los distintos territorios y aplicar mecanismos de solidaridad con límites claros y definidos para evitar que estos mecanismos se alarguen indefinidamente. Y no es menos importante garantizar la igualdad tributaria en todos los territorios.
Pero no sólo es importante la cantidad de recursos, sino también el cómo deben gestionarse. No es suficiente con asegurarse de que el dinero llega a Catalunya; es necesaria una gestión rigurosa y responsable. Esta gestión debe ser transparente, eficiente y orientada a resultados. Es fundamental fomentar la colaboración público-privada, aprovechando las sinergias entre sectores público y privado para optimizar los recursos y generar un impacto positivo para el conjunto de la sociedad. Así, el estado del bienestar sólo será sostenible si los derechos y deberes se distribuyen de forma equitativa, lo que incluye, por ejemplo, buscar mecanismos de copago o una revisión de las ayudas universales para garantizar que el sistema sea sostenible a largo plazo.
Otro aspecto a destacar es la necesidad de orientar las decisiones hacia los resultados concretos para el país. La deuda sólo debería aceptarse si se destina a inversión, pero el concepto de "déficit" debería desaparecer. En cualquier caso, la deuda para gasto corriente no debería ser una opción. Lo que hace falta es garantizar que los recursos disponibles se utilicen en proyectos con retorno de desarrollo económico y social, para asegurar un futuro sólido y sostenible para las próximas generaciones.
Un compromiso de todos los actores sociales y económicos
Todos estamos en el mismo barco y sólo a través de la colaboración mutua y la responsabilidad compartida podremos conseguir los objetivos que nos hemos fijado. Los empresarios deben comprometerse a utilizar los recursos de manera más eficiente, invirtiendo en proyectos de mayor valor añadido y apostando por la productividad. La ciudadanía, por su parte, debe ser sensible a la importancia del gasto público y "gratuito", dando fuerza a la conciencia del equilibrio en derechos y deberes. El mundo político debe garantizar una equidad territorial real, establecer acuerdos sólidos y promover la lealtad institucional entre las fuerzas políticas. Por último, la administración pública debe garantizar que el conocimiento y el talento estén en la base de cualquier política pública, identificar las prioridades estratégicas y asegurarse de que los recursos se distribuyan de forma transparente y eficiente.
Esta transparencia, sin embargo, no será efectiva hasta que no se publiquen las balanzas fiscales de todos los territorios, hacerlas visibles objetiviza la realidad. Si conseguimos refinanciar Cataluña, podremos construir un país con ambición real de prosperidad futura, una Cataluña con las mismas oportunidades de desarrollo y bienestar para todos.