Historia

De nuevo Francesc Cambó

Una nueva biografía ofrecerá un retrato más entero y más contrastado del político

Cambó en el despacho
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BarcelonaEl 30 de abril de 1947, ahora hace 75 años, murió en Buenos Aires Francesc Cambó, un personaje extremadamente atractivo y polémico, sin duda el más destacado político catalán del primer tercio del siglo XX, uno de los pocos que llegó a tener influencia en Madrid y supo moverse dentro de la compleja vida política española. Arrastró la contradicción de querer ser a la vez líder del catalanismo y hombre de gobierno en España, por lo que fue visto como un político demasiado catalán para los nacionalistas españoles y demasiado estatalista para la tradición política catalanista. Él mismo vivió esta esquizofrenia en 1922 cuando rehusó presidir el gobierno de España para no tener que renunciar a su catalanidad.

La más completa biografía de Cambó, escrita por Jesús Pabón, ya tiene más de sesenta años y las publicadas posteriormente están excesivamente basadas en sus memorias, editadas en 1981. Este es un texto demasiado justificador y está bastante influido por haber sido redactado después de la Guerra Civil, lo que provoca que algunos episodios de relevancia aparezcan deformados o se oculten. En las últimas décadas se han publicado importantes estudios sobre la época y sobre el personaje, y yo mismo he hecho una investigación de documentación camboniana en archivos privados y públicos de diferentes países. Disponer de la documentación privada de los políticos es capital para poder ofrecer un contrapunto a los recuerdos escritos por el propio protagonista, que a menudo ofrecen unos autorretratos generosos, sesgados y demasiado ajustados a la conveniencia política del momento que se publican.

La consulta de la correspondencia de Cambó con otros dirigentes de la Lliga –Prat de la Riba, Ventosa i Calvell, Duran i Ventosa, Puig i Cadafalch–, con colaboradores culturales –Estelrich, Pla, Riba, Gaziel, Pijoan– y con políticos españoles –Maura, Alba, Ossorio, Romanones– ha sido muy provechosa, así como acceder a documentación gubernamental y diplomática. Esta tarea me ha permitido localizar informaciones escondidas o alteradas por el propio Cambó y por sus biógrafos, y construir visiones sensiblemente diferentes, más matizadas y sinceras, que las divulgadas hasta ahora. El fruto de la investigación con toda esta nueva documentación, la mayor parte inédita, se concretará en una nueva biografía de Cambó que se publicará este otoño y que nos dará un retrato más entero y más contrastado del político catalanista.

La documentación privada de Cambó posibilita conocer al personaje de manera más auténtica y nos muestra a un político que, a pesar de su carácter fuerte y vanidoso, también duda sobre las decisiones que tiene que tomar, que se equivoca y lo reconoce, que critica severamente la gestión de Puig al frente de la Mancomunidad o se indigna con sus colegas del Gobierno Maura porque boicotean sus proyectos y tiene que evaluar los costes de continuar en un gobierno inoperante o dimitir y provocar una grave crisis. Algunos de sus textos inéditos ofrecen versiones diferentes a su actuación en el bienio decisivo 1930-1931 y en sus cartas de los años 1931 y 1932 vemos que dirigía autoritariamente la Lliga desde París, dando instrucciones precisas sobre qué hacer ante la Constitución republicana y el Estatuto catalán.

Su correspondencia de guerra con Joan Ventosa nos descubre las peculiares relaciones y los planes políticos que los lliguers tuvieron con el propio Franco durante el conflicto y también nos informan de las gestiones realizadas para rescatar a gente de la zona republicana y la gran cantidad de dinero que Cambó invirtió en esta tarea. Su epistolario de posguerra con Josep Pijoan es extraordinario porque reencuentra a dos viejos amigos –se conocían desde 1896– que repasan sus vidas, tan diferentes y tan peculiares, con una sinceridad sorpresiva.

No siempre se ha destacado suficiente que Cambó fue uno del políticos más cultos y más bien informados de su época: ningún otro tenía nada similar a su Servicio de Estudios Políticos y Económicos. Casi nadie mostró la curiosidad intelectual y la iniciativa política para escribir libros de tanto interés como Visiones de Oriente o el pionero ensayo En torno del fascismo italiano. Sus libros de batalla, Las dictaduras, El silencio de Cataluña –después editado con el título Por la concordia– y el menos conocido El pesimismo español nos muestran a un político de superior preparación que sus coetáneos españoles Maura, Dato o Canalejas.

Pero para que una biografía de Cambó sea rigurosa tiene que ser completa, entera, y junto con su activismo político hay que tratar también las múltiples facetas de su vida. Fue el gran mecenas del novecentismo catalán, la personalidad que tuvo más y más ambiciosos proyectos para situar la cultura catalana a escala internacional. Fue el primer político catalán que buscó la colaboración de los intelectuales más destacados (Estelrich, Riba, Bosch i Gimpera, Soldevila, Pla, Gaziel, Segarra, Fabra, Abadal, etc.) y los implicó en sus proyectos. Los vigilaba, les exigía bastante y, a menudo, entraba en conflicto. No solo impulsó la Fundación Bernat Metge, la Fundación Cambó de la Sorbona y las dos traducciones de la Biblia, que situaron la cultura humanista catalana en un nivel destacadísimo, también reunió una excepcional colección de pinturas, con las que quería crear en Barcelona el Museo del Renacimiento, iniciativa que se frustró en 1931. Invirtió en esta colección una fortuna –hoy serían centenares de millones de euros– a pesar de que también tuvo que tragarse algunas atribuciones erróneas y falsificaciones. A pesar de esto se convirtió en el coleccionista privado que poseía más Botticellis del mundo. La llegada de sus cuadros a Barcelona en 1954, la más importante donación nunca recibida por los museos de Catalunya, es una novela de aventuras: tuvieron que huir de Argentina de Perón escondidos dentro de unas cajas como “valija diplomática”, lo que provocó el cese del embajador español, Manuel Aznar.

Francesc Cambó en su despacho en los años 30.

Habilidoso asesor de bancos, la creación de la CHADE –la empresa eléctrica más importante de Latinoamérica– lo enriqueció rápidamente y le permitió relacionarse con destacados hombres de negocios de todo el mundo. Cambó presidía la tercera empresa española por volumen económico y la primera en inversiones en el extranjero. La CHADE, sin embargo, amargó los últimos años de su vida. Investigada por el Gobierno argentino, Cambó estuvo a punto de ser procesado por corrupción, pero fue salvado por Perón. Este presidente y su mujer, Evita, se convirtieron en “los principales amigos” de la compañía, como confesó en su correspondencia. Sin embargo, la protección argentina no pudo evitar que poco después entre Franco, March y Suanzes liquidaran su querida CHADE.

El jardín de Via Laietana

Cambó también fue un inversionista audaz que supo sacar un alto rendimiento a ciertas operaciones inmobiliarias: casas y solares en Via Laietana, la finca Estela, en medio de la Diagonal, y el pinar de Gavà, hoy Gavà Mar. Cuando en 1926 se hizo construir por el arquitecto novecentista Adolf Florensa su espectacular casa en Via Laietana, decidió no vivir en el principal, como la mayoría de los propietarios, sino en el ático y sobreático, donde se hizo diseñar un jardín por el arquitecto francés Jean-Claude Forestier.

Sus cruceros por la Mediterránea en su yate Catalònia pasaron a ser míticos, incluso con esta embarcación remontó el Nilo hasta la primera cascada. Tuvo una vida privada compleja y se divulgaron leyendas sobre su relación con las mujeres: algunas eran patrañas, otras realidad. Fue el último soltero de la pandilla de la Lliga, como él mismo recuerda en sus cartas, y en este terreno mantuvo un complejo equilibrio entre la discreción, una cierta hipocresía y la generosidad económica. Fruto de estas relaciones fueron desde una ahijada, Montserrat, el origen de la cual no podía esconder fácilmente –según Jordi Rubió i Balaguer era "Cambó con faldas”–, hasta Helena, adoptada en 1938 y reconocida como hija y convertida en heredera universal, después de su matrimonio con Mercè Mallol, en marzo de 1946. Los líos testamentarios posteriores y los rifirrafes entre los herederos y los albaceas provocaron lo que los peritos de hacienda argentinos denominaron “un largo y animado pleito” que duró siete años.

Político discutido y polémico, se consideraba a sí mismo un “creador” desaprovechado, un político “hecho fracasar”, pero este es solo una vertiente de su personalidad compleja y poliédrica. Un hombre que se iba a dormir leyendo a Plutarco, al que había hecho traducir al catalán, y que contemplaba desde la cama el espléndido Michele Marullo de Botticelli, quizá el mejor retrato del quatrocento italiano, no podía dejar indiferente nadie. Era un político de carácter fuerte, al que le gustaba el combate por duro que fuera. Él mismo, en un brote de sinceridad, escribió en una carta: “El día que yo no me sienta fuertemente atacado, apasionadamente odiado, sentiré la tristeza del que se da cuenta de su decadencia”. Este era Francesc Cambó i Batlle, un catalán con un itinerario vital tan extraordinario, tan contradictorio e, incluso, tan insólito, que merece ser reconstruido con rigor en una nueva biografía.

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