Fotografía

Annemarie Schwarzenbach, la fotógrafa que encontró la felicidad en una montaña de Irán

Rubí muestra obras de gran formato y a pie de calle la obra de fotógrafos de todo el mundo

Las fotografías de Annemarie Swartzenbach
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BarcelonaA mediados de 1938, Annemarie Schwarzenbach (Suiza, 1908-1942) cogió el coche, con la escritora Ella Maillart, y fue a Afganistán. Iban cargadas de material fotográfico y se les abrieron muchas puertas. Despertaban cierta curiosidad y escandalizaban un poco, pero también encontraron hospitalidad: las acogían en las casas. Schwarzenbach hizo muchos más viajes: Rusia, España (se conservan fotografías suyas excavando en el claustro del monasterio de Sant Cugat), Congo, Estados Unidos... y sobre todo Irán, donde pasó muchos años y siempre volvía. En Irán tomó muchas fotografías, y una de ellas puede verse por primera vez en gran formato en una fachada de la antigua estación de Rubí: muestra la montaña de Damavand, lo que ella llamaba valle feliz.

Es una de las muchas imágenes que se pueden ver en el festival La Nuu, que este fin de semana inaugura su novena edición en la ciudad de Rubí (Vallès Occidental). El festival acerca la fotografía a la ciudadanía con la obra de quince fotógrafos, llegados de Alemania, Marruecos, Líbano, Italia, Países Bajos, Bélgica o Japón. Todas las obras se exponen en gran formato ya pie de calle.

Doctora en historia, arqueóloga, periodista, fotógrafa y novelista, Schwarzenbach tuvo una vida muy intensa. "Era queer en los años veinte del siglo pasado, pertenecía a una de las familias más ricas de Suiza, que además simpatizaban con los nazis, viajó mucho como arqueóloga y se la conoce sobre todo por sus libros", explica el director artístico del festival, David Molina: En Damavand, Schwarzenbach estuvo acampada en el valle, junto al río, donde hacían excavaciones arqueológicas.” Ella le llamaba la valle feliz, porque era un lugar remoto donde podía estar desconectada de la sociedad. Huía de Suiza y de una familia muy dominante, su madre la quería enclaustrar", añade Molina. En Irán enfermó, pero le era más fácil vivir. "Yo la conocía sobre todo por su obra literaria, por Muerte en Persia y Todos los caminos están abiertos (Minúscula), pero descubrimos que tiene una obra fotográfica inmensa, más de 4.000 imágenes, la mayoría inéditas, que están libres de derechos en Wikimedia Commons", detalla Molina. "No es una obra con intencionalidad, es más una obra que documenta su diario o las excavaciones arqueológicas", señala el director de La Nuu, Carles Mercader.

Schwarzenbach fue amiga de Klaus y Erika Mann (hijos de Thomas Mann) y vivió en el turbulento Berlín de entreguerras. Adicta a la morfina, estuvo varias veces bajo tratamiento psiquiátrico, y murió cuando tan sólo tenía 34 años en un accidente de bicicleta, pero tuvo tiempo de recorrer medio mundo, en Estados Unidos conoció a la escritora Carson McCullers, de quien se enamoró. McCullers le dedicó su libro Reflejos en un ojo dorado (La Otra Editorial). Entre las novelas más conocidas de Schwarzenbach, se encuentran Lorenz Saladin. Una vida para las montañas (La Línea del Horizonte Ediciones), que narra la historia del escalador suizo con el mismo nombre.

La reivindicación de la periferia

"Con el festival La Nuu queremos reivindicar la periferia como centro cultural de primer orden", reivindica Mercader. El festival, que se alarga hasta el 30 de octubre pero concentra la mayoría de actividades este fin de semana, reivindica también la palabra: "La imagen es una creación con un significado muy débil, siempre requiere la palabra, por eso hay muchas actividades relacionadas con la palabra", detalla el director del festival.

Jordi Gatell

Uno de los fotógrafos que muestran su obra es Teo Vázquez (Cádiz, 1975). Su fotografía mide 150 metros cuadrados y ocupa todo el edificio de la estación de tren de Rubí. Vázquez se paseó mucho por el barrio de las Torres de Rubí, uno de los más densamente poblados de la ciudad, para escoger un rostro que representara a esta población del Vallès Occidental. Optó por una mujer de origen ecuatoriano, que se gana la vida limpiando casas y a la que le encanta la moda: Lady. Es un homenaje a la mujer migrante.

En la ciudad se pueden observar otras muchas fotografías a pie de calle: algunos se hacen selfies, otros intervienen dejando marcas y huellas: "Si no es un vandalismo que destruya totalmente la fotografía y la haga invisible, lo dejamos, forma parte del diálogo con la ciudadanía", asegura Mercader. En Rubí se pueden recorrer muchas calles del centro y toparse con otras obras de artistas de todo el mundo. Una de ellas es la fotógrafa libanesa Manal Abu-Shaheen (Beirut, 1982), que hace visible cómo la publicidad del capitalismo invade la ciudad libanesa y lo muestra como una nueva forma de colonialismo. Isaac Flores (Barcelona, 1994) reflexiona sobre la escena queer y Me hammed Kilito (Casablanca, 1981) lleva al peatón hasta los oasis de Marruecos.

Antonio Luque (Córdoba) recupera las fotografías que la policía tomó a 426 anarquistas detenidos en 1871 y tras los hechos de la Comuna de París. Bebe Blanco Agterberg (Amsterdam, 1995) reflexiona en Al mal tiempo buena cara sobre la Transición española y las consecuencias del silencio y la impunidad de los crímenes del régimen dictatorial.

Otro de los trabajos bastante singulares que se pueden ver en el festival es el del fotógrafo Calin Kruse (Leipzig, 1981). En Natural encounters muestra imágenes de animales salvajes que se alternan con paisajes de pesadillas o sueños y detalles de rostros y cuerpos en primer plano. Es como un viaje por una montaña rusa que reflexiona sobre la convivencia o la reacción del ser humano con estos animales: el miedo, la ansiedad, la sorpresa, el deleite...

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