'Arcane': llega a Netflix la mejor adaptación de un videojuego
La versión de League of Legends ha entusiasmado tanto a los aficionados del juego como a los amantes de la animación
Se ha generado un consenso alrededor de Arcane, la serie de animación estrenada a lo largo de noviembre en Netflix, que ningún otro título similar había conseguido hasta ahora: por fin, la adaptación de un videojuego convence por su calidad tanto a los aficionados al original como a la audiencia profana que llega sin ninguna noticia previa. Arcane parte de uno de los e-sports más populares de los últimos años, League of Legends, un videojuego con más de un centenar de personajes, conocidos como campeones, que se enfrentan en escenarios diversos. Lejos de querer alcanzar la inmensa combinatoria de protagonistas que ofrece el juego original, la serie se ha centrado en desarrollar una especie de precuela alrededor de unos cuantos campeones en un universo lo suficientemente acotado para crear una historia con personalidad propia.
El conflicto principal se desarrolla entorno a dos hermanas, Powder y la Vi, que viven con otros compañeros en un mundo subterráneo, Zaun, un tipo de híbrido posmoderno de los universos de Dickens y Los miserables de Victor Hugo. La pandilla de jóvenes hace incursiones clandestinas a Piltover, el mundo utópico exterior donde viven los privilegiados, para llevar a cabo pequeños robos. Pero un grupo de gánsters de su mismo entorno los intercepta y todo acaba mal. Los destinos de Powder y Vi se separan. Mientras tanto, en Piltover científicos y políticos intentan controlar la "magia", algunos con voluntad de progreso, otros por mero afán de poder.
Detrás de Arcane está el estudio francés Fortiche, que ya había trabajado antes con Riot Games, la casa madre de League of Legends y que también ha firmado la serie Rocket & Groot para Marvel. En este caso, Fortiche ha conseguido combinar lo mejor de dos formas de aproximarse a la animación: la espectacularidad que comporta el trabajo en 3D con la capacidad por el matiz dramático y el detalle de la animación tradicional. La nacionalidad francesa de la compañía otorga a Arcane un toque estético poco habitual de encontrar en un panorama, el de las grandes producciones de dibujos, dominado por Estados Unidos y Japón. Los creadores enlazan con una tradición de entender tanto el cómic como la animación en Francia y en Europa. El worldbuilding, el diseño visual del universo fantástico en que se desarrolla la historia, evoca los imaginarios retro futuristas del steampunk, y está cargado de detalles propios del arte y la arquitectura modernista y art déco de la Europa del final del siglo XIX y principios del XX. Se trata de un escenario esplendoroso para las atractivas escenas de acción de la serie.
Poco hay de original en la trama y los tipos de personajes de Arcane, pero la serie también conecta con una mirada contemporánea a la hora de otorgar la centralidad a protagonistas femeninas que mantienen entre ellas vínculos muy potentes. Vi entronca con el perfil de la chica guerrera que también cuenta con cierta tradición europea gracias a figuras como Tank Girl o las protagonistas de los films de Luc Besson. En su papel de líder de la banda de jóvenes miserables se añade la responsabilidad que siente hacia su hermana pequeña, Powder, demasiado joven para poder controlar su propio poder. De hecho, los efectos de un trastorno postraumático en Powder la acaban convirtiendo en un personaje en algunos aspectos muy próximo a Harley Quinn, pero con muchos más matices. La manera tan plástica como se visualizan las crisis psicológicas de esta protagonista es uno de los muchos aciertos de Arcane. Una serie que ya ha marcado un hito en uno de los nuevos campos de batalla de las plataformas de streaming, el de las adaptaciones de videojuegos.
Christian Linke y Alex Yee para Netflix
En emisión a Netflix España