La Fundació Vila Casas reivindica el compromiso de Francesc Domingo, el pintor obrero
El artista barcelonés fue uno de los organizadores de una gran exposición de arte catalán en París en 1937 boicoteada por el Estado
BarcelonaEl pintor Francesc Domingo (Barcelona, 1893 – São Paulo, 1974) fue uno de los artistas catalanes que, a raíz del estallido de la Guerra Civil, pusieron su oficio al servicio de la causa republicana. Como secretario del Sindicato de Artistas, Pintores y Escultores de Catalunya UGT, Domingo emprendió con el comisario de Propaganda de la Generalitat, Jaume Miravitlles, una exposición de arte moderno catalán en París prevista para finales de 1936 similar a la de arte francés que había podido verse en 1917 para apoyar a una Francia en guerra.
El objetivo principal de la muestra de Domingo y Miravitlles era transmitir al mundo que Cataluña era un país que cuidaba su arte y su patrimonio, para contrarrestar la propaganda franquista que sacaba zumo de la destrucción de patrimonio religioso llevada a término por guerrillas anarquistas, y también querían difundir un relato unitario del arte catalán. Pero esta muestra, primero aplazada en 1937, finalmente no llegó a celebrarse: las vicisitudes del proyecto, en el que estuvieron involucrados grandes nombres como Pablo Picasso y el crítico de arte Carl Einstein, es uno de los principales hallazgos que se pueden verse a partir de este martes en la gran exposición que los Espacios Volart de la Fundación Vila Casas en Barcelona dedican a Francesc Domingo, titulada Francisco Domingo. De San Justo en São Paulo, coincidiendo con el cincuentenario de la muerte de Domingo. "Picasso prometió una colección de sus obras, porque se sentía como un catalán más, y quería ayudar a la República –revela la historiadora y comisaria de la muestra, Natàlia Barenys–. Carl Einstein era conocido porque había puesto la escultura negra como paradigma del arte cubista y, tras ser herido en el frente de Aragón, regresó a Barcelona, donde entró en contacto con Domingo y los artistas del sindicato y se puso a ayudar a organizar esa exposición".
Domingo y Miravitlles consiguieron unas 300 obras en pocos días y las llevaron a París. La muestra, que debía llenar el Jeu de Paume, debía incluir fotomontajes de lo que se estaba haciendo en Cataluña en ámbitos como la enseñanza y la agricultura, un homenaje a Federico García Lorca (a quien acababan de asesinar ) y las obras de arte medieval salvaguardadas en el país. Pero cuando Miravitlles pidió permiso al responsable correspondiente, el gobierno español boicoteó el proyecto y lo utilizó como fuente de inspiración para el Pabellón Español de la Exposición Universal de París de 1937. "Aquella era una exposición de promoción de el Estado y de la República y de lo que se estaba haciendo en España. Los estudiosos del pabellón se sorprendieron de cómo podían hacer todo en un mes, y es que era material que ya estaba preparado. artistas catalanes que ya habían llegado a París no estuvieron. El gobierno de la República dijo expresamente que no hubiera muchos artistas catalanes", explica Barenys. Entre los documentos expuestos sobre esta historia, Barenys destaca una carta en la que el pintor Joaquim Sunyer dice a Domingo que ya tiene sus obras preparadas. Por otra parte, como reacción al Gernica de Pablo Picasso, Domingo hace el cuadro Barraca de tiro con arco, hoy propiedad del MNAC. La metáfora es que, como dice Barenys, el "firaire insignificante" que aparece es como "la Catalunya sitiada".
Pese a la cancelación, Domingo y Miravitlles no se dieron por vencidos y quisieron hacer la exposición en México. Pero entonces el ejército franquista interceptó el barco al que viajaban y se las quedó como botín de guerra. Muchas de esas obras incautadas, el gobierno español las devolvió a los herederos de sus propietarios a principios de los años ochenta.
Un artista perdido de la memoria colectiva
Con Francisco Domingo. De San Justo en São Paulo, Natàlia Barenys ha hecho un trabajo brillante para hacer justicia al legado de Domingo y darlo a conocer al gran público. "¿Cómo es posible que en aquellos momentos la tríada de la vanguardia catalana fuera Miró, Dalí y Domingo y ahora Domingo haya desaparecido de la memoria colectiva?", lamenta la comisaria. Según Barenys, una de las razones es que, a diferencia de otros muchos artistas, Domingo provenía de una familia humilde del Raval. "Domingo crece, se educa y se forma en un ateneo obrero. Esta educación es muy importante porque le convierte, como dijo Sunyer, en un "proletario intelectual"", dice la comisaria.
El recorrido de la exposición de la Villa Casas es cronológico y arranca con Los jugadores (1920), un cuadro que marcó un punto de inflexión en su trayectoria, porque poco después Domingo se marchó a París. "Es un fuera de serie, Domingo estaba superdotado para el dibujo", subraya Barenys. Siete años antes, la familia se había mudado a Sant Just Desvern y Domingo se había hecho amigo del poeta Joan Salvat-Papasseit, los futuros políticos Daniel Cardona y Joan Alavedra y los también artistas Xavier Nogués y Josep Obiols. Todos ellos se hicieron miembros de la Joventut Catalanista de Barcelona. "Era una entidad cultural, pero también se sabe que hacían prácticas de tiro con las armas de una subasta de la Primera Guerra Mundial en la riera de Sant Just, con previsión de una defensa armada de Catalunya", dice Barenys.
Francesc Domingo fue también uno de los fundadores de la revista Renacimiento, y se hizo amigo íntimo de otro de los fundadores, el futuro ceramista Josep Llorens Artigas, que entonces ejercía de crítico de arte. El plan que tenían era que Artigas fuera el marchante de Domingo, y enriquecerse ambos. En París, Domingo se instaló en el taller de Pau Gargallo. Gracias a esto, se relacionó con importantes artistas e intelectuales como Pierre Reverdy, Jean Cocteau y Max Jacob. La formación de Domingo es noucentista, pero en su caso debe entenderse como un noucentisme que contiene una semilla rupturista. Así, en plenas vanguardias, Domingo asimiló el surrealismo en unas figuras espectrales, dos de ellas expuestas, cuya luz proviene de su interior y que están marcadas por la inminente muerte de la esposa de Domingo víctima de la tuberculosis .
Una época entre Bretaña y Caldes de Montbui
El recorrido continúa con la época bretona, considerada como la mejor de Domingo, correspondiente a años de la dictadura de Primo de Rivera. En los retratos expuestos se encuentra la influencia del clasicismo de Picasso y el románico. "La influencia del románico catalán en esta época de cubismo espiritual se encuentra en que Domingo y otros artistas como Miró y Togores están exiliados en París durante la dictadura de Primo de Rivera, y lo que hacen es volver a las raíces de su país y en las raíces del arte románico porque, además, dan respuesta a las cuestiones planteadas por el cubismo, como la geometrización de la figura", dice Barenys.
Cuando Domingo regresó a Barcelona, para ganarse la vida, se hizo pintor de la Sala Parés en exclusiva. Esto provocó una situación curiosa. "Lo que hace Domingo es retratar a chicas burguesas de día, y de noche se va al Paral·lel, de donde es él, y pinta escenas de recreo de los obreros", relata Barenys. Por eso, a Domingo le pusieron la etiqueta de realista social. "Pero él siempre se desmarcó, porque no quería que se lo utilizara como un artista propagandístico. Y la prueba de ello es Music Hall (Apolo Palace) (1934), que inspiró un poema de Carles Riba del libro Tres suites. Por eso podemos decir que el realismo de Domingo es más introspectivo, lírico y poético".
Después de los ámbitos dedicados a los años de la Guerra Civil, el tramo final de la exposición arranca con los años 40, caracterizados por la dureza de no poder exponer. "Domingo no fue a la cárcel, pero es el típico caso del acoso que no te invitaban a los actos, no ganabas premios y no exponías". donde no volvió, donde pintó unas maternidades brasileñas y unas figuras negras y mulatas que representan un ejemplo de "traducción cultural", concluye Barenys.