Arte

El MNAC libera a Francesc Galí del tópico de ser sólo el maestro de Joan Miró

El museo inaugura una exposición con más de 120 obras sobre las distintas vertientes de su legado

Francesc Galí en una fotografía de juventud en la exposición 'Francesc Galí. El maestro invisible'
20/05/2025
5 min

BarcelonaNo es una exageración afirmar que Francesc Galí (Barcelona 1880-1965) se jugó la vida para pintar los murales de la cúpula del Palacio Nacional coincidiendo con la Exposición Universal de 1929. Durante unos seis meses, Galí trabajó encaramado sobre unos andamios bastante precarios y sin medidas de protección, tal como de Arte de Cataluña (MNAC) le dedica desde este miércoles hasta el 14 de septiembre, titulada Francisco Galí. El maestro invisible.

Mientras pintaba los murales, Galí sufrió varios "ataques de vértigo" que le marcaron de por vida, tal y como recuerda el historiador del arte y comisario de la muestra, Albert Mercadé. Precisamente, en una de las últimas obras del recorrido, Galí se retrató cayendo de una escalera, en recuerdo del miedo que había pasado décadas antes. Aun así, al subirse a aquellos andamios fue sólo una de las primeras veces que Galí se arriesgó, siempre pensando más en lo común que en sí mismo: más adelante fue una figura primordial en el salvamento del patrimonio durante la Guerra Civil como director general de Bellas Artes de la República.

Francisco Galí pintando la cúpula del Palacio Nacional.

Más que una exposición, Francisco Galí. El maestro invisible es un acto de justicia, ya que desde su muerte a finales de los años sesenta había caído en el olvido, y con demasiada frecuencia era recordado con la etiqueta de ser sólo el maestro de Joan Miró en la innovadora escuela de arte que fundó. "Cuando murió estaba en cartel la exposición que le había dedicado el COAC, y después quedó invisibilizado", explica Mercadé, quien es también el autor de una de las dos tesis de referencia sobre Galí. Las razones por las que esto ocurrió son personales y también de contexto. "Él no se preocupó en nada de su legado, y durante muchos años el Novecentismo no estuvo de moda. A Galí no se le tenía en mucha consideración como artista. Era conocido por los carteles que hizo para la Exposición Universal de 1929, y se le citaba mucho como el maestro de Miró y Artigas –explica el comisa-. reivindicamos también como artista. Galí fue un grandísimo creador, un grandísimo dibujante, un pintor excelente, un gran cartelista. Asimismo, hizo tejidos, grabados y murales, fue un artista muy completo", subraya Mercadé.

La exposición incluye más de un centenar de obras, entre dibujos, pinturas, cerámicas, tejidos y carteles, y también hay dos instalaciones digitales que recrean los ejercicios de tacto de Joan Miró expuestos y las salidas que hacían con los estudiantes por el Montseny. El recorrido está organizado cronológicamente, y al principio Mercadé recuerda que Galí era sobrino de Pompeu Fabra, gracias a quien tuvo una formación de primer nivel, y su paso por Els Quatre Gats, algo poco conocido. Como puede verse a medida que avanza la exposición, Galí es una figura excepcional porque estuvo activo durante el Modernismo, el Novecentismo y las vanguardias, dejando huella en los tres momentos. Entre las obras más curiosas de este tramo inicial se encuentra un dibujo de san Jorge y la princesa de raíz simbolista, fruto de la influencia de Alexandre de Riquer.

Dos nudos femeninos mediterranistas en la exposición 'Francesc Galí. El maestro invisible'. El Museo Reina Sofía ha comprado el de la derecha.

De la escuela propia a la Escuela Superior de Bellos Oficios

Francisco Galí fundó la escuela de arte en 1902, cuando tenía 22 años, y supuso el inicio de su fama. El método que aplicó fue una creación propia. "La formación cultural era casi tan importante como aprender a dibujar. Galí fue una persona rompedora, no acudió a las escuelas europeas a ver cómo se enseñaba, sino que él inventó un método y lo difundió, y fue muy transformador", dice el comisario. Muchos de sus estudiantes, más allá de Joan Miró, fueron conocidos: José Aragay, Rafael Solanic, Francisco Vayreda, Manuel Humbert, Rafael Benet y Lola Anglada, entre otros. Entonces la producción artística de Galí bajó. "En la escuela empezó a mirar hacia atrás en la imaginería de las artes populares que encontramos en la cerámica y sobre todo en los grabados barrocos. Es decir, no se fue tanto a la Grecia y la Roma clásicas, sino que se va al siglo XVII –dice Mercadé–. Él quería que sus alumnas crearan imágenes y símbolos que con ellos noucentista".

Más adelante, Galí cerró la escuela cuando asumió la dirección de la Escuela Superior de los Bellos Oficios en los primeros años veinte, donde promovió la recuperación de las técnicas y la imaginería tradicionales. Pero la dictadura de Primo de Rivera interrumpió todo aquel proyecto y entonces Galí reanudó su producción, de la que se pueden ver una retahíla de carteles y dos nudos femeninos mediterranistas, uno de los cuales se le ha quedado el Museo Reina Sofía. Del impacto que la Guerra Civil tuvo en la vida de Galí, la exposición aborda su exilio y la relación que tuvo en Londres con el artista surrealista Ithell Colquhoun, que ejerce de nexo con la exposición complementaria que el Museo Memorial del Exilio dedica a Galí.

Las pinturas de Francesc Galí en la cúpula del MNAC y la instalación evocadora de la 'corona de ojos' que Galí pedía a sus estudiantes que llevaran cuando salían a pintar de lo natural.

Las pinturas fascistas de la cúpula del Palacio Nacional

Como catalanista y hombre comprometido, Galí tuvo que asumir el reto de salir adelante a la hora de crear en una dictadura. El recorrido de la exposición termina con las pinturas murales que realizó en la cúpula del propio MNAC. El encargo que le hizo Lluís Plandiura fue representar la apoteosis de España, y él tomó distancia, como dice Mercadé, representando "la cultura española desde una mirada humanística". Por eso, dividió al conjunto en cuatro ámbitos, dedicados a las bellas artes, la ciencia, el trabajo y la religión, respectivamente.

Para llevar esta obra al siglo XXI, el museo ha encargado a los arquitectos Anna y Eugeni Bach una instalación suspendida bajo la cúpula evocadora de la corona de ojos de la que hablaba Galí a sus estudiantes. Y también puede verse un audiovisual en el que participan diferentes personalidades del mundo de la cultura, entre ellas la filósofa Ingrid Guardiola, el sociólogo Miquel Missé y el codirector del yacimiento de Atapuerca Eudald Carbonell. Estas intervenciones reflejan la revisión crítica de la institución que los equipos del museo están llevando a cabo de cara a la futura ampliación del museo en el palacio de Victoria Eugenia.

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