Arte

Pavlo Makov: "Europa tiene suficiente fuerza para ayudar a Ucrania, pero no suficiente voluntad"

El artista ucraniano Pavlo Makov defiende su país en la Bienal de Venecia ante el autoritarismo ruso

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Pavlo Makov con 'La fuente del agotamiento' a la 59a Bienal de Arte de Venecia

VeneciaA lo largo de la historia los creadores de las disciplinas más diversas han sido testigos privilegiados de su tiempo y han convertido en arte los hechos más terribles. Y ahora grandes eventos culturales como la 59ª edición de la Bienal de Arte de Venecia se han convertido en plataformas globales en que los artistas dan visibilidad a los conflictos que afectan a sus países y reclaman ayuda internacional. Era conocido que el pabellón ucraniano había llegado a buen puerto gracias al apoyo de la Bienal, pero la conversación con el artista Pavlo Makov deja una huella más profunda que su obra, La fuente del agotamiento. Acqua Alta. Su rabia es evidente y no da abasto con todas las peticiones de entrevistas. Habla muy deprisa y a veces se le traban las palabras. Parece que piense en voz alta. “Francamente, a comienzos de la guerra no me esperaba que estaría aquí haciendo este proyecto”, afirma Pavlo Makov al ARA . 

Para Pavlo Makov haber llegado a la Bienal implica “representar a Ucrania de la mejor manera posible”. “Ucrania no es solo un país donde hay una guerra –advierte–. Se tiene que entender que todas las guerras tienen un problema cultural detrás, y esta es una guerra entre dos culturas”. Una disputa entre "la democracia y la violencia". “Definitivamente, Ucrania pertenece a la parte democrática del mundo. La cultura ucraniana está construida sobre la dignidad, el respeto por la vida humana y, por supuesto, en libertad. La ucraniana no es una cultura basada en la dominación de nuestros vecinos”, subraya el artista. Mientras tanto, el pabellón ruso continúa cerrado sin que se hayan producido incidentes, después de que el comisario y los artistas renunciaran a ir cuando estalló la guerra y la Bienal lo cancelara. El guardia de seguridad solitario que lo vigila parece aburrirse, mientras algunos reporteros fotografían el edificio.

Venecia, escaparate de la guerra de Ucrania

El pabellón ucraniano está ubicado en un lugar casi escondido del Arsenale, el primer piso de la Sala de Armas, y convive con otras que reciben mucha menos atención mediática como los del Perú, Sudáfrica, Singapur y Turquía. Desgraciadamente no es la primera vez en los últimos años que Ucrania ha dado visibilidad a sus conflictos con Rusia en la Bienal: el pabellón del 2015, durante la primera fase de la guerra del Donbás, incluía una instalación donde un artista hacía una huelga de hambre mientras miraba los vídeos en directo de nueve casas de los soldados ucranianos: cada vez que uno volvía del frente, dejaba la huelga de hambre y otro le cogía el relevo. También aquel año los artistas ucranianos invadieron el pabellón ruso como señal de protesta. “Ucrania está haciendo todo lo posible. Imagínate que hay colas de hombres que se quieren enrolar en el ejército y los dicen que basta, porque no hay más armas. La motivación de Ucrania es enorme”, dice Makov.

El agotamiento al cual hace referencia la obra de Makov ha adquirido nuevos significados desde que la hizo para incitar a los ucranianos después de proclamar la independencia en 1991. “La fuente habla del agotamiento de la humanidad, de la democracia. Europa tiene la fuerza para proteger a Ucrania, pero no tiene la voluntad; este es el problema –denuncia el artista–. Estoy muy sorprendido con aquellos que dicen que esta es la guerra de Putin, porque no lo es: es la guerra de la nación rusa; un 80% de la población la apoya”. 

Pavlo Makov se resistió a marcharse de su país. Ahora tiene a la madre en Viena y no ha hecho planes de dónde se instalará cuando se marche de Venecia. “Es cierto que me quería quedar, pero decidí irme de mi ciudad cuando los rusos empezaron a devastar todas las infraestructuras y barrios. Tengo la responsabilidad de cuidar a mi madre de 92 años. Ella está bien y se vale por sí misma, y me decía que no le importa si la matan, que sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, pero a mí sí que me importa”, dice. Una explosión en una comisaría de la policía y en un centro de inteligencia que es un edificio enorme en el centro de Járkov a 500 metros de su casa lo acabó de convencer, y emprendió un periplo por su país con su madre, su mujer y dos amigas que hizo un giro cuando recibió un mensaje de la comisaria Maria Lanko en que le decía que ella se había llevado a Venecia los embudos de La fuente del agotamiento, imprescindibles para continuar. “Entonces decidí que haríamos el proyecto en la Bienal”, concluye.

En paralelo al pabellón, la delegación ucraniana ha montado una exposición en el corazón de los Giardini con un pabellón efímero de madera con la superficie quemada donde se pueden ver carteles de artistas ucranianos con imágenes de la guerra. También han hecho una pila muy alta de sacos de arena para evocar cómo los ucranianos protegen su patrimonio de las bombas.

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