Empatizar con la generación alfa o los adolescentes marginales no era tan difícil
Andrea Arnold captura en 'Bird' la maraña de emociones y pensamientos de una chica de 12 años
- Dirección y guión: Andrea Arnold
- 119 minutos
- Reino Unido, Estados Unidos, Francia y Alemania (2024)
- Con Nykiya Adams, Franz Rogowski y Barry Keoghan
¡Cómo se agarra Andrea Arnold a sus personajes! La cámara de la directora británica se engancha a la chica de 12 años protagonista de Bird (la debutante Nykiya Adams) como una segunda piel. Suda con ella. Arranca a correr con ella. Se trastorna con ella. Si una de las definiciones posibles de empatía es, precisamente, ponerse en la piel del otro, Andrea Arnold no podría ser más empática. Solo así se evitan paternalismos, juicios morales, condescendencias o esa terrible sensación de ser turista en la juventud de los demás en los que caen tantas películas sobre adolescentes. La puesta en imágenes de este filme intenta transpirar la misma maraña de emociones y pensamientos de una púber de la generación alfa que vive en un entorno marginal.
La Bailey de Bird no es que viva en riesgo de exclusión social: es que ella, su padre (Barry Keoghan como traficante de drogas que ocupa casas pero se desocupa de sus hijos) y el resto de su familia y conocidos ya han sido expulsados de la sociedad. En las cunetas de la ciudad portuaria del Reino Unido donde viven todo es estridente (vías de tren, ferias ambulantes, chillidos de gaviotas…) o está garabateado (tatuajes y grafitis a raudales). De hecho, la propia Bailey es un garabato que necesita definirse. Como las protagonistas de Fish tank o American honey, para acabar de hacerse como persona este personaje necesita una brizna de esperanza que en Bird aparecerá de la manera más insospechada: en forma de un personaje casi fantástico, casi de realismo mágico, que encarna al estrafalario hombre-pájaro que incorpora al gran Franz Rogowski.
Vale la pena no pasar por alto la banda sonora de la película porque es sorprendente y, sobre todo, emocionante. Déjate estar de universos paralelos a El mágico de Oz: el gran momento cinematográfico-musical de este final de 2024 es un grupo de trinchas cantándole Coldplay a un sapo para que segregue babas alucinógenas!